4 causas de infección por toxoplasmosis en el embarazo y cómo evitarlas
La toxoplasmosis puede tener su origen en muchas otras causas, y no solo ante la presencia de un gato en casa. Hábitos tan simples como comer verduras o frutas sin lavar pueden aumentar el riesgo.
La toxoplasmosis es una infección causada por un parásito llamado Toxoplasma gondii. En la mayoría de las ocasiones la infección causa una enfermedad más bien leve, sin prácticamente síntomas en personas con un sistema inmunitario saludable.
Es posible encontrar este parásito en los intestinos de algunos animales, incluyendo especialmente gatos y cerdos. Luego, cuando la infección se produce, pueden formarse quistes en el cuerpo, generalmente en el cerebro y en los músculos (incluyendo además el corazón). Pero si el sistema inmunológico está sano es probable que no ocasione ningún problema.
No obstante, se sabe que la infección sí tiende a causar problemas en personas con un sistema inmunológico deprimido, ya sea por problemas de salud como el VIH, o por algunos tipos de cáncer (o por la administración de distintos tratamientos para el cáncer).
Pero durante el embarazo la infección sí puede ser peligrosa, ya que el parásito puede ser capaz de traspasar la placenta e infectar al bebé.
Se estima que, cada año, entre 400 y 4.000 bebés nacen con toxoplasmosis en Estados Unidos. Y, cuando esto ocurre, nos encontramos ante una enfermedad conocida médicamente bajo el término de toxoplasmosis congénita.
Se trata de una infección leve o grave, de manera que no se sabe a ciencia cierta en qué embarazo la infección puede convertirse en un problema serio, pudiendo causar la muerte fetal, un daño neurológico y estructural a largo plazo, u otras condiciones.
Y si mencionamos la infección “toxoplasmosis” es bastante probable que la figura de un gato te venga a la cabeza. Y si bien es cierto que los mininos se convierten en una fuente conocida de infección, ¿sabías que no es la única? Te explicamos un total de cuatro causas directas.
1. Gatos

Gatos y toxoplasmosis
Cuando el gato come animales que ya albergan al parásito en sus intestinos, éste puede infectarse y transmitirlo a través de sus heces. De hecho, los mininos se convierten en portadores de la infección tras haber consumido animales salvajes que han sido infectados con anterioridad. Y también puede contraerla si entran en contacto con las heces de otro gato que se encuentre infectado.
Una vez el gato se infecta, el parásito tiende a multiplicarse en sus intestinos hasta que los huevos inmaduros se desprenden de sus heces. Y, después de la infección inicial, los gatos infectados pueden arrojar estos quistes hasta dos semanas después.
A través de la exposición al parásito la mayoría de los gatos se vuelven inmunes a la enfermedad, pero cuando surgen síntomas pueden tener diarrea leve y pérdida del apetito.
2. Comer carne o beber agua contaminada
En realidad, aunque las personas pueden infectarse con el parásito a través del contacto con las heces de los gatos, la forma más común de contacto es a través del manejo antihigiénico de la carne cruda o poco cocinada. También es posible el contagio por beber agua contaminada.
De ahí que sea fundamental mantener una higiene correcta a la hora de manipular y trabajar con carne en la cocina, especialmente si estás embarazada. Por ejemplo, después de cualquier contacto con carne cruda, es necesario lavar las tablas de cortar, los platos y todo aquel utensilio que ha estado en contacto con ella.
También es importantísimo evitar consumir carne poco cocinada, que se muestre aún rosada o con restos de sangre. Y, cuando te encuentras ante un trozo así, cocinarla de nuevo un poco más.
3. Comer frutas o vegetales sin lavar
Tanto las frutas como las verduras, vegetales y hortalizas también pueden contaminarse con el parásito, especialmente si provienen de tierra contaminada con la toxoplasma gondii.
Por tanto, puedes contraer el parásito e infectarte si consumes estos alimentos sin antes haberlos lavado convenientemente. Y no solo por ello, sino también por no lavarte las manos cuidadosamente después de haberlos manipulado.
4. Por tocar tierra contaminada

Tierra contaminada y toxoplasmosis
El parásito toxoplasma gondii vive normalmente en la tierra. De ahí que una vía habitual de contagio sea llevarte las manos a la boca (o comer algo con ellas) después de haber tocado tierra contaminada, sobre todo si no te has lavado antes las manos convenientemente.
Si habitualmente trabajas el suelo, y por ejemplo tienes un jardín en casa, debes utilizar guantes desechables y lavarte las manos después.
Como vemos, aunque se tiende a relacionar habitualmente la presencia de un minino en casa, y el hecho de estar embarazada con el riesgo de toxoplasmosis, en realidad son muchas más las causas que pueden ocasionar la infección, algunas de ellas tan cotidianas y comunes como comer fruta o verdura mal lavada (y contaminada con el parásito).
Por tanto, la clave está en mantener unos buenos hábitos de higiene no solo al cocinar o al comer, sino también en tu día a día. Independientemente de que tengas gatos o no en casa.