
Maternidad completa
¿A qué cosas renunciarás cuando seas madre?
Como no podría ser de otra manera, cuando algo tan grande como un hijo llega a la vida de una mujer, es necesario que esta abandone o renuncie a algunas otras que ocupan un espacio necesario para cosas mucho más importantes ahora que se ha estrenado la maternidad pero, ¿qué cosas son estas? ¿A qué renuncias sí o sí cuando te conviertes en madre?
No hablamos de formalidades como llevar siempre el pelo limpio y la melena peinada, ni tampoco hablamos de, por supuesto, poder gastarte un dineral en esos vaqueros que se te antojaron, hablamos de verdaderas cosas a las que tendrás (y lo harás) que renunciar una vez te hayas convertido en madre.
A todas las que ya lo son ninguna de estas cosas os sonarán desconocidas e, incluso, seguro que sois capaces de añadir alguna más.

Escuchar a los demás y sus consejos es importante y durante largos años de nuestra vida nos basamos en experiencias externas para tomar (o no) determinadas decisiones. Esto acabará cuando tengas a tu bebé.
Como madre muchas personas te llegarán con trucos, tips y miradas que tratarán de encauzar tus acciones hacia lo que ellos consideran que es correcto. No es necesario enfadarse, simplemente ya no lo tendrás en cuenta. Nada ni nadie te podrá convencer de que ellos conocen a tu hijo mejor que tú misma y perfeccionarás la cara de “parece que te estoy escuchando con una plácida sonrisa pero en realidad estoy pensando en la lista de la compra, en si he cambiado al niño o en la película que me gustaría ver en la tele este fin de semana”.
Solo podemos añadir una cosa… ¡Enhorabuena! Cuando aprendas a no escuchar todo y a todos te darás cuenta de cuán sabia eres en realidad y aprenderás a guiarte por tu intuición de madre y eso será una de las lecciones más importantes que aprendas nunca.

Ahora mismo estás pensando: “Imposible. ¿Pero qué dices? ¿Estás loca?” No, amiga, es que de verdad vas a tener que renunciar a tu pulcritud, higiene y orden tal y como lo conocías hasta ahora.
Tu casa seguirá estando limpia, por supuesto, porque es importante para la salud de tu pequeño pero ya no importará tanto que los platos de la cena se acumulen con los del desayuno, ni que la montaña de ropa para planchar vaya creciendo un poquito cada día convirtiéndose en el particular Everest de tu familia, aprenderás que las cosas del niño estarán en todas partes incluidas encima de la mesa del comedor o de la encimera del baño.
No te agobies, la realidad es que no vas a tener tanto tiempo y, al no ser capaz de llegar a todo, es mejor ser más flexibles con pequeñas determinadas cosas que volvernos locas por no ser capaz de que todo esté perfecto, mejor que a lo que lleguemos esté bien y a lo que no... pues ya se llegará.

Jamás te vas a dar por vencida. No sabes realmente lo que es la fortaleza hasta que tienes un hijo y no te permites dejar de luchar: por su salud, por su bienestar, por su felicidad, por tu familia.
Tu sentido de justicia se acrecienta y perseguirás con mucho más ahínco que antes (si cabe) aquello que consideras que tu hijo y tú os merecéis.

Si quieres que tus hijos se amen y se cuiden, si quieres que su autoestima sea buena y que se quieran a sí mismos, que se respeten y se escuchen… entonces no te queda otra que hacer lo mismo por ti misma.
Los niños aprenden por imitación: cuanto más te quieras tú, te respetes, te mimes y te aceptes, más se van a querer ellos, más se respetarán, cuidarán y aceptarán. Así que empieza a trabajar tu autoestima desde ya, porque serás su espejo, su guía y su luz y nadie quiere que aprendan a no amarse a sí mismos.

Porque es imposible que, en todos los años de crianza que vas a vivir, no vayas a equivocarte nunca y aprender a darte cuenta de ello, a ponerle remedio y disculparte es fundamental.
No somos perfectos y no siempre tenemos la razón, no pasa nada, no se va a hundir el mundo ni nuestra autoridad como padres por admitirlo, es más, más bien todo lo contrario. Nuestros hijos aprenderán a respetarnos más porque somos humanos y comprenderán que todos erramos, hasta ellos mismos y, cuando esto pase, su frustración será menor que la que vivirían si pensasen que en casa somos todos perfectos, semidioses en la Tierra con la verdad absoluta y la respuesta a todos los dilemas.
Así que ánimo, aprender a darse cuenta de los errores y perdonarse a uno mismo son de los mejores regalos que recibimos cuando nos estrenamos como padres.

No deseas que tus hijos tengan barreras, no quieres que crezcan pensando que no pueden o que no lograrán sus objetivos. Por eso es importante que no les pongas barreras (mentales) basadas en tus experiencias pasadas, en tus prejuicios o en tu visión del mundo.
Cría niños valientes, abiertos de mente y sin prejuicios y tendrás adultos maduros capaces de enfrentarse a sus limitaciones y luchar por sus metas sin arrasar con la gente que los rodea.

No os toméis esto como literal, pero sí. Vuestro corazón seguirá latiendo durante muchos años dentro de vuestro pecho pero no, ya nunca va a ser como antes de ser padres.
Cuando te estrenas como madre aceptas que tu corazón ya no vive en ti sino en esa personita a la que, de repente, amas y amarás para siempre. Pase lo que pase. Porque tu corazón ya no es tuyo, es suyo.