Ser Padres

Mentiras piadosas: explicaciones que dificultan la comprensión de la muerte a los niños

Muchas veces no sabemos cómo explicar la muerte a los niños y tendemos a tratar de suavizarlo a adornarlo con algunas "mentiras piadosas", pero hay que tener cuidado con ellas para no confundir a los niños. Hablamos sobre este tema.

A la hora de explicar la muerte a los hijos, en ocasiones los adultos tendemos a adornar las explicaciones. Edulcoramos los hechos pensando que, de ese modo, las explicaciones van a doler menos y se van a entender igual, pero nada más lejos de la realidad. Hay explicaciones que se pueden volver en nuestra contra o perjudicar al niño, generándole miedos y problemas que no hubieran tenido de otro modo.
Normalmente los adultos no tienen mala intención cuando ofrecen esas explicaciones, sino que con frecuencia les mueven ideas que han oído de boca de otros adultos o creencias socialmente aceptadas que, sencillamente, no nos paramos a cuestionar. En este sentido, nos encontramos con explicaciones o actitudes como:
1. “No va a pasar nada”: Decimos esto a los niños cuando nos enfrentamos a un caso enfermedad grave con el fin de tranquilizarles. Pero lo adecuado sería explicar cómo van a ser las cosas y qué cambios se van a producir; o bien garantizarles la seguridad y las rutinas. Por ejemplo: “Aunque mamá haya fallecido, seguiremos haciendo muchas cosas que hacíamos antes, te llevaré al colegio, te recogerá la abuela, te dará de merendar, irás a natación como ibas antes…”. Si les decimos que no va a pasar nada y luego pasa, la desconfianza que generamos es peor.
2. “La persona fallecida nos ve siempre desde donde esté”: Este comentario tan habitual que consuela al adulto a los niños les genera terror. Ver es una cualidad de los vivos y, además, la idea de que alguien nos vea sin que nos demos cuenta genera miedo, por eso es mejor evitar ese comentario en edades tempranas.
3. “Seguro que se recupera”: Esta afirmación está muy en la línea de la primera idea, por eso cuando el niño nos pregunte es preferible decir: “No lo sé, pero te iré contando todo” que darle una respuesta irreal que, además, no podemos garantizar.
4. Llevar al niño a ver al enfermo sin indicarle que es una despedida o sin dejarle ver la gravedad de su situación. El origen de este comportamiento suele estar en la idea de que el niño no se quede con esa última imagen de su ser querido. Pero los niños ya tienen infinidad de recuerdos buenos del fallecido, a los que tenemos que apelar. Si ven a la persona que va a fallecer arreglada, en buen estado y no deteriorada creerán que ha mejorado mucho y más adelante, si fallece, no lo entenderán. Es preferible que vean el deterioro de manera progresiva y no de golpe, pero en ningún caso es adecuado presentar al enfermo terminal en un estado que no se corresponde con su situación.
Es importante reflexionar sobre la repercusión de los mensajes que damos a los niños. Y, aunque estamos acostumbrados a encontrarnos mentiras piadosas como las ya mencionadas, os animo a analizar con cuidado los mensajes que vamos a darles a los niños y a reflexionar sobre si los acercan o alejan de la realidad.
Artículo ofrecido por Patricia Díaz Seoane, Psicóloga de la Fundación Mario Losantos del Campo
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