Iria Marañón: “No hay cerebros de niñas o niños, el género se construye socialmente”
La filóloga y editora Iria Marañón, autora de ‘Educar en el feminismo’, acaba de publicar el libro ‘Educar a un niño en el feminismo’ en el que explica cómo los varones también pueden cambiar el mundo.
Si escuchas ‘Iria Marañón’, muy probablemente te venga a la cabeza el libro ‘Educar en el feminismo’ (Plataforma Editorial), convertido ya en uno de los ‘must’ de la educación por la igualdad desde la infancia. Ahora, la filóloga y editora ha querido ir un paso más allá en este sentido publicando su nueva obra ‘Educar a un niño en el feminismo’, con la que pretende dejar claro que ellos, los varones, también pueden cambiar el mundo. Iria cuenta cómo a menudo las familias no somos conscientes de cómo los niños aprenden a ser niños, y afirma que esto se debe a que el sistema patriarcal ha estructurado nuestra sociedad. A caballo entre la teoría y los ejercicios prácticos, promete convertirse en un nuevo manual por la igualdad y nosotros hemos querido conocer más acerca del pensamiento de la autora.
¿Qué valores feministas son importantes inculcar desde casa a niñas y niños?
Principalmente, tenemos que enseñarles que no hay nada de niñas ni de niños. No hay juguetes diferenciados, ni ropa, ni gustos ni, especialmente, habilidades, talentos o trabajos. Las niñas no nacen queriendo cuidar muñecas ni los niños queriendo jugar a la pelota, eso forma parte del género, y el género se construye socialmente. Por eso tenemos que dejarles verdadera libertad para que puedan ser como quieran ser. Y enseñarles, por ejemplo, que el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico es responsabilidad de chicos y chicas.
Según tú, seguimos cometiendo ‘errores e injusticias’ inconscientemente a la hora de educar a los niños (varones). ¿Cuáles son esos errores?
Lo primero que hacemos es no identificar qué estamos haciendo mal. Muchas veces nos anticipamos a explicarles a nuestros niños que si hacen tal o cual cosa, otros niños pueden burlarse porque son ‘cosas de niñas’. De esta forma ya les estamos dando ideas y al final se convierte en la profecía autocumplida. A veces restamos importancia a comportamientos machistas, como cuando infravaloran lo que hacen las niñas, como cuando les dicen que ‘tiran la pelota como una niña’ o ‘lloran como una nena’ o ‘esa camiseta es de niña’. Todo suma a la hora de construir el género y a la hora de construir la percepción que tienen de las niñas y mujeres.
También crees que no somos conscientes de cómo los niños aprenden a ser niños. ¿Cómo lo hacen?
Desde antes de nacer, la sociedad construye su género; cuando una mujer está embarazada y se entera de cuál es el sexo de su bebé, ya comienza a construirlo: si es un niño pensará si le cuidará de mayor, o si será cariñoso. Si es una niña puede imaginar los vestidos que le va a comprar. Todo eso son elementos externos que van construyendo su género. Y cuando nacen, antes de que sepan hablar o andar, el bebé ya estará rodeado de juguetes asociados a su género, de prendas de vestir y complementos que hacen que las personas de su alrededor identifiquen en un golpe de vista si es niña o niño, porque le van a tratar muy distinto si es un bebé niño o si es un bebé niña. Y el resto de la sociedad a través de los medios de comunicación, el entretenimiento, la televisión, series, películas, cuentos, las amistades, el resto de la familia, el colegio… seguirán con esa construcción. Por eso tenemos que educar de forma neutra.
Te consideras abiertamente a favor de la abolición de los géneros. ¿Cómo podría conseguirse esto desde casa?

Feminismo
A través de todo lo que hemos hablado antes: entender que no hay cerebros de niñas o de niños, criar a nuestras criaturas para que sean seres humanos pensantes, empáticos y responsables. Entender y aplicar de verdad la ruptura de estereotipos, que no hay nada que sea para niñas ni nada para niños. Que no hay una sola evidencia científica que justifique las diferencias estructurales. El feminismo es un movimiento para la emancipación de la mujer del sistema patriarcal. Y para llegar a eso, es necesaria la abolición del género.
¿Cómo podemos educar en igualdad la adolescencia, esta etapa en la que descubren qué es el amor y el sexo?
Es difícil en una sociedad que legitima la prostitución y la pornografía, ya que mientras un chico crezca pensando que siempre puede tener acceso al cuerpo de una mujer para obtener una satisfacción sexual, su concepción de las mujeres va a ser muy limitada. Como decía Mary Pipher, los chicos deben ser socializados de tal manera que la violación les parezca tan impensable como el canibalismo. Pero con la pornografía tan a mano, esto no sucede ni de lejos. Por eso es fundamental la educación afectivo sexual, para que aprendan a querer a las mujeres, a mostrar sus afectos, y lo más importante, a escuchar a las mujeres de verdad, sus deseos y lo que quieren.
¿Qué puede hacer la crianza conjunta por la educación en igualdad?
Si es verdaderamente conjunta, puede hacer mucho. Que un niño tenga el referente de un varón como principal cuidador es fundamental para entender que el trabajo de cuidados no es exclusivo de las mujeres. Pero es importante ser conscientes de los detalles, porque a veces creemos que la crianza es conjunta pero no lo es: a veces el padre es el que recoge a la criatura del cole, lo lleva al médico, al parque y juega con él, pero quien verdaderamente organiza todo, se reduce la jornada, corta las uñas, despioja, decide lo que hay que comer o identifica cuándo hay que llevarla al médico es la madre. Los padres tienen que responsabilizarse completamente, y entonces será una verdadera crianza conjunta y un ejemplo real de igualdad.
¿Debemos enseñar igualdad de la misma manera a niñas y a niños?
Sí. Debemos educarles igual. Pero como la sociedad va a hacer palanca para socializarlos de forma diferente a unas y a otros, tenemos que insistir en muchas cosas distintas para modificarlas. A los niños se les enseña a ser dominantes, valientes, arriesgados, insensibles… mientras que a las niñas la sociedad las va a educar a ser dóciles y complacientes. Esto es género. Así que para neutralizar el género hay que insistir en cosas distintas con unos y con otras.
Si un padre o una madre detecta una conducta poco igualitaria en su hijo, ¿qué debe hacer?
Identificarla y corregirla, como corregimos el resto. Educamos para que los niños no se suban a una silla y se asomen a la ventana, pues de la misma manera hay que educar en igualdad. Cualquier pequeño detalle que puede parecer inofensivo estará construyendo el género, así que hay que estar vigilantes para identificarlo.
¿Es posible reeducar a los niños en igualdad y feminismo?
Sí, es posible. Cuando son muy pequeños, basta con explicarles, por ejemplo, lo injusto que es que las niñas no puedan ocupar el espacio central del patio para jugar porque los niños están ocupando todo el espacio jugando a la pelota y ellas se tienen que conformar con los laterales. También cuando vemos una película o una serie con ellos, si no hay chicas, o si son pocas, o si tienen roles femeninos muy definidos. O cuando estudian ciencias o hacen trabajos de Picasso o Van Gogh, lo injusto que es que no se propongan artistas femeninas, por ejemplo. A medida que van creciendo, pueden ir viendo las injusticias en el resto de las áreas del conocimiento: cómo las mujeres han sido ocultadas e invisibilizadas. Hay que señalarles sus privilegios, explicarles qué es el patriarcado y el machismo, y cómo las mujeres y las niñas están sometidas en muchos sentidos. Tenemos que mostrarles el mundo como es, y cómo en todos los ámbitos los hombres disfrutan de sus privilegios y cómo esos privilegios hacen que las mujeres estén subordinadas. Siempre adecuando el tono y la explicación.
Para educar en feminismo a un niño, primero deben educarse los progenitores. ¿Cómo tirar abajo todos los estereotipos que consideramos ‘normales’?
Identificándolos primero. Esto es lo fundamental. Tenemos que educarnos la mirada para detectar todo lo que estamos haciendo mal en casa: quién se ocupa principalmente de los cuidados, quién de traer el dinero a casa, quien de hacer la compra o de pensarla… y reorganizarnos de forma más igualitaria.