Ser Padres

Expresiones que deberíamos evitar y sus alternativas

Muchas veces, a pesar de nuestras buenas intenciones, al hablar con nuestros hijos usamos frases que a nosotros nos parecen positivas pero que en realidad son muy destructivas. ¿Nos hemos ya parado a pensar qué es lo que realmente les estamos transmitiendo?

Desde que nuestro hijo nace intentamos hacer todo lo posible para educarle de una manera perfecta. Queremos ser los padres y las madres ideales. Pero muchas veces, a pesar de nuestras buenas intenciones, nos comunicamos con ellos con frases que a nosotros nos parecen positivas pero que en realidad son muy destructivas.

¡No llores!

Cuando decimos cosas como, “no llores”, estamos invalidando sus sentimientos y diciéndole que sus lágrimas son inaceptables. Esto provoca que los niños aprendan a rellenar sus emociones, que en última instancia pueden conducir a arrebatos emocionales más explosivos.

“Te prometo que…”

Las promesas rotas hacen mucho daño.

Elige ser honesto con tu niño. “Sé que quieres ir a jugar con el equipo el sábado y nosotros haremos nuestro mejor esfuerzo para que eso suceda. Pero por favor recuerda que hay cosas a veces inesperadas, así que no puedo garantizar que puedas ese día”.

Asegúrate de que realmente estás haciendo lo mejor que puedes si dices que lo harás. Mantener tu palabra construye confianza y su ruptura la deteriora.

“¡No es tan importante!”

Hay muchas maneras que minimizan y menosprecian los sentimientos de los niños, así que hay que tener cuidado con esto. A menudo ellos valoran cosas que parecen pequeñas e insignificantes a nuestro punto de vista de adulto. Así que hay que tratar de ver las cosas desde el punto de vista de tu hijo. Tienes que empatizar con sus sentimientos.

“Yo sé realmente que querías ir a jugar, pero no se va a poder hoy””, es una respuesta mucho más respetuosa que tratar de convencer a tu hijo de que sus deseos no importan.

¿Por qué lo hiciste?

Si tu hijo ha hecho algo que no te gusta, sin duda necesitas tener una conversación sobre ello. Sin embargo, el calor del momento no es un tiempo para que tu niño puede aprender de sus errores. Y cuando le preguntas a un niño, ‘¿por qué?’, lo obligas a pensar y a analizar su comportamiento, que es una buena habilidad pero es avanzada, incluso para los adultos. Al enfrentar esta pregunta, muchos niños se cierran y se ponen a la defensiva.

Por el contrario, si tratas de entender lo que tu hijo sentía y necesitaba incluso podrías descubrir que disminuye tu propia molestia por el incidente.

“Si tú haces… entonces yo te daré…”

Sobornar a los niños es destructivo y desmotivador. Este tipo de intercambio puede convertirse en un terreno resbaladizo y si se utiliza con frecuencia, estás arriesgándote a que se vuelva en tu contra. ‘¡No! ¡No voy a ayudarte a menos que me compres un premio!

En lugar de eso trata de decir cosas como: ‘¡Gracias por ayudarme a hacer la tarea!’ Cuando ofrecemos nuestra gratitud genuina, los niños se motivan internamente a seguir ayudando.

¡Detente ahora mismo o verás…!

Amenazar a un niño nunca es una buena idea.

En primer lugar, le estás enseñando una habilidad que no quieres que tenga: la capacidad de utilizar la fuerza bruta o una astucia superior para conseguir lo que quieren, incluso cuando la otra persona no está dispuesta a cooperar. Y en segundo lugar, te pones en una posición incómoda en la que tienes que cumplir tus amenazas -una amenaza de castigo que brotó de un momento de enojo- o puedes echarte para atrás y enseñar a tu hijo que tus amenazas no tienen ningún valor.

De cualquier manera, no tendrás el resultado que quieres y estarás dañando tu conexión con el niño.

En lugar de amenazar, ve hacia algo más apropiado. “No puedes pegar a tus compañeros de clase. Me preocupa que salga lastimado, o que tome represalias y te lastime a ti. Si quieres algo para golpear, puedes golpear un objeto blando, o al suelo”. Al ofrecer una alternativa más segura, permites al niño expresar sus sentimientos mientras se establece un límite claro para su comportamiento. Esto lo llevará finalmente a un mejor autocontrol y bienestar emocional.

¿Qué ocurre cuando usamos estas expresiones?

Al usar estas frases enseñamos a los niños a dejar de confiar en sí mismos, a que estén desmotivados y a seguir la máxima del mínimo esfuerzo. Por ello hay que cuidar las expresiones que utilizamos al hablarles y educarles en positivo.

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