También en invierno... ¡Los niños necesitan parque!
El desarrollo físico del niño le abre nuevas posibilidades de movimientos y aventuras hasta el momento impensables.
A partir del año y con el comienzo del gateo y de la marcha, el niño necesita fortalecer y utilizar los músculos, las piernas, los brazos... Cuanto más practique, mejor será su desarrollo motor y, en este sentido, el parque le ofrece posibilidades difíciles de encontrar en otros espacios.
Aunque tengamos que ir detrás suyo todo el día, lo ideal es no limitar su afán por desplazarse por sí mismo. Es importante bajarle del carrito para que pueda moverse a sus anchas.
En el parque comienza a mostrar mayor interés por los columpios, sobre todo por aquellos juegos que, adaptados a su edad, tienen asas, cuerdas, barras o agarraderas por las que desplazarse en lateral o de arriba abajo.
Esta es la etapa de los chichones, son normales e inevitables. Para evitar la hinchazón, pasa por la zona un hielo envuelto en un pañuelo.
Estar en contacto con los animales
Para el pequeño que descubre el mundo y los seres vivos, los animales son un hallazgo fascinante. ¡Y el parque está lleno de ellos! Pájaros, perros, insectos...
Todos ellos le llaman poderosamente la atención por lo diferentes que son de él y por sus llamativos colores, pelajes, tamaños y sonidos.
Jugar a imitarlos y «ponerse en su piel» es una actividad que favorece su desarrollo psicoafectivo, su capacidad para comunicarse y el inicio del lenguaje hablado:
Recuerda siempre que son los niños quienes nos indicarán qué les gusta y qué no. Compartir tiempo, observarles y darles libertad, siempre y cuando establezcamos unas normas y no corran riesgos, es la fórmula secreta para que tengan una infancia feliz.