Ser Padres

"Mamá, no mires" ¿Por qué tu hijo se ha vuelto tan pudoroso?

Hay que respetar al máximo su necesidad de intimidad: su pudor significa que está en un momento de descubrimientos importantes y naturales.

A medida que los peques van creciendo, lo que llamamos el “esquema corporal” se va definiendo y ganando matices.

Para que nos hagamos una idea… los niños tienen una idea de su propio cuerpo bastante similar a las representaciones gráficas de la figura humana que hacen en sus dibujos.

Así, la primera idea que tienen de sí mismos es bastante parecida a un guisante con piernas, que en pocos meses pasará a ser un cacahuete (con cabeza y barriga diferenciados) con todas sus extremidades y que, más adelante, llegará a tener detalles como pelo, orejas, ombligo y, en algunos casos, genitales.

Además, el hecho de comenzar el colegio implica que no solo se afianza la noción de su propio cuerpo sino que, gracias a las idas y venidas al baño junto a los compañeros y compañeras, descubren las diferencias anatómicas entre niños y niñas.

Este mayor conocimiento y conciencia de sí mismos (y de los demás) da lugar a avances asombrosos, como el afianzamiento del control de esfínteres o la capacidad de poder decirnos dónde les duele exactamente, pero también puede ir acompañado de un repentino pudor a la hora de sentarse a hacer pipí (“¡cierra la puerta!”) vestirse (“las braguitas yo”) o lavarse (“¡no me mires!”), cosa que nos sorprende; sobre todo si nosotros nos paseamos por la casa sin recato o si nuestro hijo correteaba sin bañador por la playa y sin pudor alguno, hasta hace apenas unas semanas.

En esta etapa hay que respetar al máximo su necesidad de intimidad: su pudor significa que están en un momento de descubrimientos tan importantes como naturales.

3 situaciones y 3 sormas de actuar

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