El castigo y sus alternativas
¿Es efectivo el castigo? ¿Tenemos alternativas al mismo? ¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo no respeta los límites que le hemos marcado?
Según el psicólogo y pedagogo estadounidense Edward Thorndik, pionero de la psicología del aprendizaje: “Una conducta seguida de una consecuencia agradable tenderá a reforzar la asociación entre la consecuencia y el estímulo, mientras que si es seguida de una consecuencia aversiva, tenderá a debilitar dicha asociación.”
A la hora de aplicar límites a los hijos muchas veces se recurre a un grito, a un azote, o se manda al niño al rincón de pensar. Podemos comprobar que esto tiene efectos mágicos, pero… son solo de manera inmediata.
Este tipo de conductas a las que recurren los padres viene acompañadas de consecuencias negativas. Con ellas:
- El niño aprende a ser más cuidadoso para que no le pillen la próxima vez, pero no aprende “que no debe de hacerlo”.
- Si se da un azote el niño aprende a que la violencia sirve para resolver los problemas.
- Afecta a la autoestima del niño.
- Crea resentimientos.
Se sabe que la mejor opción para corregir los comportamientos inadecuados en los niños es el diálogo, pero en ocasiones no basta. Por ello, vamos a proponer alternativas educativas y eficaces acompañadas de consecuencias positivas para superar las dificultades que caracterizan a los castigos tradicionales.
¡Cuidado! Muchas veces, cuando buscamos estas “alternativas”, lo que en realidad nos encontramos son castigos alternativos como pueden ser: el tiempo fuera o la negación de permisos.
Todos estos métodos tienen mucho en común con los castigos físicos, y transmiten los mismos mensajes.
Las verdaderas alternativas son aquellas que ayudaran al niño a aprender y crecer de una forma sana.
La disciplina positiva es un método mucho más adecuado tanto para los padres como para el niño, tomando como premisa que las relaciones entre padres e hijos deben basarse en el cariño y el respeto mutuo. No se trata de ser permisivos (ni excesivamente autoritarios), sino de ser firmes respetando los sentimientos y necesidades de unos y otros.
Proponemos alternativas para dar mensajes positivos
- Ser un modelo de los valores que se tratan de enseñar. Definir claramente las normas y que los adultos se comporten de manera coherente con ellas.
- Hacer preguntas como: ¿Qué ha pasado?, ¿Qué crees que va a pasar ahora?
- Evitar luchas de poder. Cuando el niño este en la fase negativa, evita entrar en lucha de poder para tratar de obligarlo porque esto puede desgastar mucho y se puede entrar en un círculo vicioso.
- Cuando los adultos estén estresados… Pararse a respirar. Hacer respiraciones profundas les puede ayudar a clamarse y pensar más claramente.
- Dar a tus hijos tres cosas que ayudarán emocionalmente: mirarles, ser gentiles y darles atención individual.
- Dar elección. Que el niño sienta que tiene voz. Darle donde elegir les ayuda a sentir que pueden decidir. Evita monólogos, estimulando la participación del niño.
- Cuando se cree una situación tensa, el que el adulto hable susurrando ayuda al niño a poner atención y también a calmar al padre.
- Dar tiempo al niño. Esto dará sensación al niño de autonomía y hará que le sea más fácil cooperar.
- Contar hasta 10 (en silencio). A veces, se necesita un poco de tiempo para pensar las cosas más claramente y tener una visión objetiva.
- Hablar en positivo. Los niños crean imágenes de nuestras palabras. Así, será mejor que le digas: “ve más despacio” a decirle: “NO corras”.
- Si la situación se vuelve muy tensa… Distráelo. “Hagamos un descaso, Qué otra cosa te gustaría hacer”.