Ser Padres

¡Que le hagan pruebas!

Análisis, ecografías, radiografías, resonancias… los padres nos quedamos más tranquilos si el médico pide pruebas a nuestro hijo.

“Buenas, doctor. Vengo a que le hagan pruebas a mi niño, no le veo bien”. Esta es la forma de entrar en la consulta de madres o padres, que tiene una fácil solución: Te invistes de modelo Dr. House, el de la serie televisiva, y pides que hagan al niño todo tipo de pruebas, incluso para el Lupus, que luego nunca sale, y te quedas tan a gusto: radiografías, ecografías, electros, analítica de todo hasta que no le quede sangre, también de orina y heces. Y entonces ya puedes decir: “Vuelva cuando tenga todos los resultados y hablamos”. Consulta solucionada en 30 segundos, “¡Que pase el siguiente!”

Unas dosis de sentido común

O bien, puedes optar por la respuesta más respetuosa con el niño, con la madre y hasta contigo mismo, te acomodas al asiento, y dices: "Veamos que es lo que no le ve bien" y empieza entonces una preciosa consulta donde revisaremos lo que le pasa al niño y sobre todo, qué piensa la madre que le pasa al niño. Debo reconocer que es una de esas consultas que me gustan especialmente, sobre todo porque denota que la mamá ha llegado a un punto de desesperación, que algo no va bien, no sabe muy bien el que, pero algo está ocurriendo que no funciona adecuadamente, y si al final de la consulta, conseguimos encontrar el problema, enfocaremos mucho mejor la cuestión y reduciremos el catálogo de pruebas a realizar o incluso entenderemos que no serán necesarias.

Ponía el ejemplo del Dr. House pero no hay que irse a la tele para ver que muchas veces en nuestro entorno se da esa misma situación. Llevas a tu hijo a urgencias por un cuadro menor y no es raro que salga con un análisis, una radiografía o algo más agresivo si el que nos está explorando no lo ve claro. ¿Cuántas pruebas son necesarias?, ¿hasta donde hay que llegar para conseguir un diagnóstico?, ¿nos vale con saber que nuestro hijo no tiene nada malo y que lo que tiene se quitará solo en unos días o necesitamos poner nombre a ese virus catarral mandando una prueba complicadísima al centro de virología de Massachusetts?

Hay que resolver las dudas de los padres

Al fin y al cabo, realizar pruebas es un síntoma de inseguridad por parte del profesional y por parte de los padres. Me explico: un pediatra te pedirá pruebas para tu hijo cuando dude de lo que tiene o cuando quiera confirmar lo que supone que tiene. Por ejemplo, si ha auscultado una bronquiolitis, es absurdo que pida radiografías inútilmente, ya lo sabe; si duda de si hay neumonía o no, pide un radiografía; si ya ha oído la neumonía, no tiene por que pedir radiografías, ya lo sabe; si sospecha que el niño tiene anemia, pide un análisis; pero si está seguro de lo que tiene o de lo que no tiene, no pincha ni radia a un crío.

En las madres también hay dudas, siempre hay dudas, y eso no es malo en sí mismo, porque dudando aprendemos. El problema está en quien confían, si confían en ellas y en la sensibilidad de sus labios, no necesitan poner el termómetro a su hijo para averiguar si tiene fiebre, con besar su frente, fijo que lo saben; pero si dudan, le pondrán el termómetro. Pues igual ocurre con las pruebas que pedía la madre del artículo, aquella que entraba en la consulta diciendo: “¡Qué le hagan pruebas!”. ¿Qué pruebas? No sé, las que sean con tal de que le den seguridad, que ella vea escrito en un papel, en un informe, que su niño está bien.

Los padres no quieren hacer pruebas por hacer, sin ton ni son, los padres no quieren pasar por el mal trago de exploraciones y agresiones al peque, lo que quieren es que alguien les de la seguridad de que el niño no tiene una enfermedad, quieren que alguien les explique que la evolución de su hijo es la adecuada y que meterse en pruebas puede llevar a un camino sin retorno hasta que por fin alguien diga: "Su hijo está sano". Esa es la frase que todos quieren oír o, en el peor de los casos, "Su hijo tiene esta enfermedad, evolucionará así y tenemos este remedio para sanarlo". Con firmeza, seguridad y respeto.

Para calmar sus dudas, los padres no necesitan ver un informe completo, necesitan que alguien se las resuelva.
La labor del profesional, pediatra o enfermera, será aportar esa tranquilidad, esa seguridad que ellos han perdido. Pinchar o radiar al niño no siempre será lo mejor, a veces, proporcionándoles información de calidad, sin actitudes paternalistas, con empatía, escuchando lo que agobia a esa madre o padre, podremos tranquilizarle y convencerle sin pruebas de que su peque es una flor y de que está sano, sanote.

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