Todo lo que debes saber sobre los juegos de mesa cooperativos
Su dinámica es completamente distinta a los tradicionales, y eso abre un universo nuevo en el que potenciar muchísimos aspectos del aprendizaje desde la diversión y el trabajo en equipo.
Hace unos días compartimos una lista de diez de los que, en base a nuestra experiencia, son diez de los mejores juegos de mesa cooperativos para jugar con los peques de la casa en equipo y no contra ellos, pero no nos detuvimos lo suficiente en sus muchas virtudes, cosa que vamos a hacer a lo largo de las siguientes líneas.
Además de ser la solución perfecta para no tener que elegir en qué partidas “luchar” por ganar y en cuáles levantar el pie del acelerador para que el peque se lleve una alegría, los juegos de mesa aportan muchísimos beneficios a los niños pequeños, y encima son divertidísimos.
A los juegos de mesa tradicionales se parecen en el concepto pero en el desarrollo no tienen nada que ver puesto que o ganan todos los jugadores o ninguno. Y para ello es fundamental trazar una estrategia conjunta, en la que siempre es más importante pensar en el colectivo en tu turno que no es tu propio interés. Es decir, la competición existe, pero el foco es distinto porque no es ese concepto que nos inoculan desde pequeños de “los unos contra los otros”. En los juegos de mesa cooperativos todos los jugadores van en el mismo barco y, lo más importante, reman en la misma dirección.
Trabajo en equipo
Por descontado, el trabajo en equipo, la cooperación para conseguir un objetivo común, como su propio nombre indica, es el primer gran aprendizaje que todos los jugadores, también los adultos de la casa, reciben al disfrutar de la dinámica de un juego de mesa cooperativo. Pero hay más: la sensación de pertenencia a un grupo; habituarse a trabajar por un objetivo común, lo cual requiere una visión distinta que hacerlo en pos de lo individual; la solidaridad; el compromiso para con los demás antes que con uno mismo; o la generosidad, son valores que este tipo de juegos potencian.
Y además de todo esto, hay algo en lo que se incide menos que es muy importante: a los niños les abre la mente porque se dan cuenta de que la definición de competición que tenían en la cabeza estaba incompleta; hay muchas formas de competir y muchos tipos de adversarios contra los que hacerlo, hasta uno mismo puede serlo de hecho.
Los juegos de este tipo les suelen pillar a pie cambiado y su dinámica es novedosa si nunca antes los han probado, por lo que este es otro factor de aprendizaje muy potente ya que les saca de rutinas conocidas para adentrarse en dinámicas por explorar, y eso les obliga a competir contra ellos mismos precisamente para adaptarse lo más rápido posible al estilo de juego que requiere el conseguir un objetivo común.
Además, la inmensa mayoría de los juegos de mesa cooperativos tienen reglas muy sencillas de entender, de modo que son ideales para compartir en familia con niños de distintas edades. Se acabaron los piques feos, una partida a uno de estos juegos implica solamente diversión y aprendizaje. También competición, pero como decíamos antes, en un sentido completamente nuevo para todos los jugadores.
No quiere decir esto que deban sustituir a los tradicionales, pero sí que son una fantástica alternativa y que es muy positivo que el tiempo de ludoteca que se dedique a los juegos de mesa deje un espacio a los cooperativos también.