Ser Padres

Qué difícil es ser mujer y ¡madre!

Los anuncios y las series nos ofertan una vida que no tiene que ver con la realidad. Y vivimos entre las expectativas y las frustraciones. ¿Cómo sobrellevarlo?

Diana Aller

En las portadas de los libros sobre embarazo aparecen mujeres embarazadas esencialmente guapas y en situaciones bucólicas y perfectas: leyendo bajo la sombra de un árbol, o con una barriga inmaculada y abrazadas por un maromo impresionante.

La idealización del embarazo es solo el comienzo. Pese a ser una época por lo general muy feliz (como si estuvieras bajo los efectos del cannabis), la imaginería popular tiende a minimizar las molestias y a culpabilizar a la madre de absolutamente todo. Por comer, por no comer, por resistirse a una prueba innecesaria, por pedir que le hagan una prueba... Y consiguen amargarnos y llenarnos de miedo (la gran baza para dominarnos) hasta el último día.

El parto se nos muestra como un drama. O al menos así lo cuentan muchísimas mujeres. Historias de terror donde se salvan vidas de milagro y complicaciones dificilísimas de resolver... Ahí empieza todo, la gran mentira. Las mujeres estamos hechas para parir, es un acto fisiológico, no médico. Y es mucho más trascendente y animal de lo que los sanitarios o Hollywood nos hacen ver. Desgraciadamente, todavía es habitual que cuando una mujer entra en un paritorio se la trate como a una niña y se la cosifique. En ese momento tan vulnerable es cuando algunas mujeres toman conciencia de que la sociedad da por hecho que su propio cuerpo no las pertenece. Es duro, pero es la realidad. El chantaje comienza con "es por la seguridad de tu bebé"... y así seguirá de por vida (a menos que nos cuestionemos las cosas y nos rebelemos).

Estamos tan acostumbradas a la mentira que no hay ironía cuando se anuncia una máscara de pestañas de efecto postizo. Los anuncios nos muestran unos objetivos imposibles, y lo dicen. Y lo sabemos: miles de productos de pocas calorías anunciados por mujeres desnutridas. Antiestrías sobre una piel marmórea, sujetadores que elevan el pecho a quienes lo tienen en su sitio. ¿No es un poco raro todo esto?

El problema es que estamos tan acostumbradas, que este es solo el punto de partida, vivimos y crecemos con la idea de que las metas son per se inalcanzables. En cualquier spot del producto que sea aparecen casas bien iluminadas y acogedoras, donde no se interpone un bolígrafo o un juego de llaves en una mesa, tal y como ocurre en la nuestra. La gente lleva el pelo limpio y brillante y sus dentaduras son perfectas. No, no es el mundo real, es una ensoñación, una parábola, una distorsión de la vida que conocemos.

¿Un master para ser madre?

  1. Se suele dar por hecho que tener un hijo es una experiencia maravillosa pero complicada de llevar adelante. ¡No hay más que ver la cantidad de instrucciones que se supone que hay que seguir para “hacerlo bien”!
    La verdad: tener un hijo rebasa cualquier expectativa y el amor que profesamos a nuestros retoños supera el interés de cualquier marca, cualquier relación personal y cualquier apego. Pero en una sociedad tan despersonalizada (e individualista) nos hacen creer que es algo complicadísimo
  2. Los expertos en el sueño infantil (hay expertos para todo, claro) nos enseñan métodos y nos aconsejan dormir cuando lo hacen nuestros bebés para poder descansar.
    La verdad: Dormir no es un método, es una necesidad vital que cada uno lleva a su manera. Pretender que nos durmamos camino al supermercado, por ejemplo, resulta inviable, por mucho que lo deseemos.
  3. La alimentación de los bebé se nos presenta como un problema. Cómo y cuando introducir ciertos alimentos, cómo destetar, qué horarios seguir... Si hacemos caso a pediatras, suegras, blogs… nuestra vida se convierte en una cuadrícula imposible de cumplir que termina con un horario a merced de mucha información y poco sentido común.
    La verdad: Nuestro instinto sabe todo. Solo tenemos que escuchar. Los niños también tienen un desarrollo particular que hay que respetar. Un niño en el fondo es algo muy sencillo: si tiene hambre come, si tiene sueño duerme. Y lo que necesita es amor.
  4. Nos dicen constantemente: "pídele al padre que se implique".
    La verdad: No nos lo tienen que decir a nosotras, ¡lo tienen que saber ellos! Además, no siempre existe un padre...En fin, que este tipo de mensajes nos causan más frustración que otra cosa, porque nos hace sentir desbordadas, o poco atendidas, o solas, o desprotegidas, o marcianas.
  5. A la hora de recuperar la figura tras el parto siempre se dan una serie de directrices que ni valen para todo el mundo, ni para todas las edades.
    La verdad: Las celebrities nos tienen acostumbradas a unos cuerpazos de escándalo a las pocas semanas de parir que nada tienen que ver con nuestras barrigas-acordeón y nuestras indisimulables lorzas. Deberíamos tener cero preocupaciones con respecto a esto: el cuerpo es sabio, si tarda nueve meses en gestar una criatura, tardará otros tantos en devolvernos una figura más o menos normalizada (no como la de Gisele Bundchen, por supuesto). No obsesionarse, dar el pecho y disfrutar es la forma de estar más radiante y sanamente delgada.
  6. Ahora está de moda el hand-made. Hacer jersecitos, tartas, cupcakes y hasta pan casero. Son cosas únicas y a la vez sirven para relajarse….¡a quien le relaje!
    La verdad: Si en el colegio no éramos buenas con las manualidades ¿Por qué lo íbamos a ser ahora?
  7. Últimamente todo es "bio", hay que tener conciencia de salud y está muy bien valorado consumir productos reciclables, ecológicos, naturales, de granja, no contaminantes, etc.
    La verdad: El simple hecho de separar envases, vidrio, papel y materia orgánica en nuestros desperdicios, ya nos produce cierta dosis de estrés.
  8. Cuando vemos escaparates, revistas o películas, las mesas aparecen perfectamente puestas y conjuntadas. Instagram ha contribuido a hacer de la presentación de los platos de comida todo un arte de lo más estético. La verdad: Nuestra mesa jamás luce tan mona. ¡Si ni siquiera los cubiertos son iguales para todos los comensales!
  9. Desde todas partes se nos aconseja mantenernos delgadas y tonificadas, disimular arrugas y cubrir las canas. Y a la vez recibimos constantes mensajes de "Acéptate a ti misma"
    La verdad: ¿En qué quedamos?
  10. Es muy habitual oír o leer eso de "Saca tiempo para ti misma".
    La verdad: Podemos hacerlo, claro. A todas nos sobra un ratito los jueves de 3 a 6 de la mañana ¿A que sí?

Solo tenemos un defecto. Solo uno: compararnos  con todo aquello que es ideal pero no real.

Tal vez deberíamos escuchar más el interior que el exterior, porque es alucinante lo que encontraremos: Puede que nuestra vida, nuestra figura y nuestra familia, parezcan miserables frente a las propuestas que nos plantean los medios y la publicidad. Puede que estemos a años luz de la imagen idílica de cualquier celebrity o anuncio. Nuestra casa o nuestro cabello nunca lucirá tan espectacular como al parecer debería. Pero tenemos algo mucho mejor: vivimos la realidad, con miles de matices, de sentimientos, de momentos alucinantes, de defectos que nos hacen reír y nos convierten en humanas y en únicas. Queremos a los nuestros (y nos quieren a nosotras) como ningún spot podría reflejar jamás.

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