Ser Padres

Madres, una raza superior que domina el tiempo

Cuando tienes hijos el tiempo vuela. Pero, ojo tener hijos no te quita tiempo de una vida. Es la vida insípida la que te puede quitar tiempo de tener hijos, que son el verdadero sentido de la vida.

Si desde que has tenido un hijo (¡o más!) sientes que el tiempo pasa de otra manera.... ¡Bienvenida a este extraño club en el que vamos a desafiar al mismísimo Einstein! La maternidad cuestiona hasta la física más teórica.
Si comulgas con al menos cuatro de estas cinco afirmaciones, la noción del tiempo ya no es lineal para ti:
1. Desde que tomas unas uvas de fin de año, hasta que te tomas las del año siguiente tú te sientes igual, pero tu hijo ha pasado de ser una incómoda barriga a un bebé que parece que lleva siempre ahí; o de ser un bebé pequeñito a pasado a ser un niño de verdad; o de tener cuatro pelillos finos, ha lucir unos rizos increíbles; o de ser un cosa canija que se expresaba en un lenguaje propio a saberse los números y garabatear su nombre; o de escribir con lápiz ha usar bolígrafo; o... (y así hasta el infinito).
2. Te parecen tan lejanas como las culturas precolombinas aquellas tardes en las que ¡sobraba tiempo!
3. Miras fotos de tu hijita y piensas: ¿cómo ha ocurrido esto? ¿Donde estaba yo para no verla cambiar tanto?
4. Los fines de semana, las vacaciones y los puentes solo tienen una definición: brevedad
5. Para planificar cualquier evento o cita, ahora hace falta prepararse más de una hora antes (para llegar tarde la mayoría de las veces).

Los hechos

Un ejército silencioso y caótico domina el mundo. Son las madres y padres sin horario fijo, con horas de sueño acumuladas, montañas de platos por fregar y auténticos profesionales de la improvisación.
La gestión del tiempo es opuesta a la del resto de la humanidad, que vive conforme a unas pautas que para los madres son rígidas y carentes de sentido. Palabras como "día, noche, siesta, trabajo, descanso, orden, horarios" tienen ahora tantos significados como el término "nieve" para un esquimal.
Apenas pueden tener contacto con los otros que están en la misma situación (ya se sabe no hay tiempo), pero todos se mueven de un lado a otro con unas criaturas pequeñas que ni trabajan, ni cotizan en la seguridad social, ni echan una mano en las tareas domésticas, y sin embargo requieren más atención que dirigir una multinacional.
El tiempo se escurre en una espiral que desde fuera no se ve, pero una vez que se entra, tiene su puntillo. Y es imposible que lo entiendan quienes no tienen hijos. No entenderán que lleves cinco meses sin cortarte las uñas de los pies; no entenderán que no vayas al cine; no entenderán que solo puedes permitirte hacer lo indispensable para la supervivencia humana: comer (mal) beber (lo que pillas) dormir (poco) y hacer tus necesidades (y a veces ni eso). Lo demás es absoluta y caprichosamente innecesario.
Curiosamente esta falta de tiempo es la gran inversión que hacemos para la humanidad entera: se trata de poblar el planeta con nuevos sujetos, queridos y educados. Pero no esperes que alguien lo vaya a agradecer jamás, claro, porque podrían salirte telarañas, gusanos y un hábitat nuevo entero.

Consecuencias

Llega un día que descubres que estás llena de canas (¿tan joven? brrr), o abres una revista de cine, o tendencias y no conoces a nadie, o pasas por una zona universitaria y te das cuenta de que ya no eres de esa tribu, o te entra sueño si te vas de copas. ¿Qué ha pasado? ¿Qué mi****a es esta?
No tenemos muy claro cómo ha sucedido, pero un agujero espacio temporal nos ha absorbido durante un tiempo y nos hemos desplazado a un universo paralelo que cohabita con el resto del mundo.
El tiempo se ha evaporado y estabas demasiado ocupada como para darte cuenta. Has gestionado estrategias de supervivencia de todo tipo; la multitarea es para ti tan fácil como para los demás caminar y masticar chicle a la vez. Conoces los nombres comerciales, los principios activos y las dosis perfectas de infinidad de medicamentos, tienes conocimientos de pediatría, pedagogía, economía, gestión de recursos, filosofía zen, detección precoz de ofertas de supermercado, nociones jurídicas básicas (convalidables por el segundo curso de la carrera de derecho como mínimo) y sabes priorizar mejor que toda la plantilla del Pentágono junta.
Has aprendido a cocinar, a manejar conceptos como "percentil", "apego", o "primera dentición", a hablar por el móvil -cerrando operaciones financieras incluso- mientras cambias un pañal. Has aprendido sin ayuda de nadie, muchas veces de forma muy brusca, trillones de cosas que no sabías antes de tener hijos. En eso has perdido el tiempo...
El tiempo ha pasado, pero no igual para todos. Creemos que quienes no se han reproducido han hecho un montón de cosas y han llevado unas existencias increíbles mientras nosotros, esa extraña raza de madress, criábamos a nuestros retoños.
El tiempo ha pasado de forma diferente para unos y otros. La primera impresión que tendremos al despertar del extraño letargo maternal será "He perdido el tiempo. He estado demasiado ocupado/a como para vivir de verdad".
Pero debemos pararnos a pensar qué hacían los demás con ese tiempo en el que nuestros retoños pasan de ser un cigoto microscópico a unas personitas que nos llenan de besos, abrazos y felicidad
¿Quieres saber la verdad? Mientras tú "perdías" el tiempo dedicándote a eso de la maternidad, los demás veían 5 capítulos seguidos de una serie, se venían abajo por cualquier pequeñez, pasaban un sábado sin hacer absolutamente nada, se quejaban por nimiedades, sufrían resacas o hacían horas extras de trabajo en una oficina mal iluminada.
Ahora visiona mentalmente todo lo que has vivido desde que empezó este lío de ser madre...
¿Entiendes porqué somos una raza superior?
Sí, exacto. Con nuestro tiempo nosotros hemos hecho VIDA, así, con mayúsculas. Bendita alteración del tiempo ¿No crees?
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