Ser Padres

¿Se ha enamorado mi hijo?

¿Se muestra reservado? ¿Ha perdido el apetito? ¿Brinca cuando suena el teléfono? Parece que tu hijo se ha enamorado por primera vez.

Parece que fue ayer cuando dio sus primeros pasos y hoy, entre emocionada y temerosa por nuestra reacción, nos ha confesado que lleva un mes saliendo con un chico de su grupo. "¡Tan pronto! ¡Pero si es una cría!". O al menos eso es lo que nosotros pensamos, porque seguramente él y ella se sienten ya mayores, y muy capaces de tomar sus propias decisiones.

Cómo abordar 
la primera relación

Antes de poner el grito en el cielo ("¡Eres demasiado joven para tener novio!") o echarle un sermón sobre la sexualidad, conviene contar hasta diez (muy despacito) y echar la vista atrás para recordar cómo nos sentíamos a su edad: "¿Qué habrá sido de aquel chaval con el que nos dimos cuatro piquitos en el campamento de verano? ¿Y de aquella chiquilla rubia que nos traía locos a todos los de clase? ¿Qué edad teníamos: doce, trece...?". Pensándolo bien, nuestra niña del alma ya no es tan niña: que se sienta atraída por el sexo contrario y, aunque nos pese, que mantenga una amistad algo más especial con uno de los chicos de la pandilla resulta lógico.
Hay otra razón poderosa para actuar con cautela. Cuando un adolescente se enamora piensa que es la única persona del mundo que ha sentido algo tan especial y que nadie puede comprenderle. Cree que lo suyo es diferente y único. Y en cierto modo lo es: la sensación de enamorarse por primera vez, sea o no correspondido, es irrepetible, y eso lo sabemos todos. (Que levante la mano quien no haya pasado las horas muertas cuchicheando con los amigos o viendo pelis románticashasta hartarse de llorar).

Sus sentimientos 
no son cosa de risa

Los expertos coinciden al afirmar que los padres deben aceptar la primera relación sentimental de sus hijos con naturalidad, como algo positivo y feliz, digno de ser valorado y celebrado, incluso instando a que entre en el seno familiar. De esta forma los hijos depositan su confianza en nosotros, haciéndonos partícipes de sus miedos e inseguridades.
Aunque hagan cosas que nos parecen absurdas –ponerse un colgante de plástico que simboliza el amor eterno o tatuarse la inicial de su chico– jamás debemos burlarnos de sus sentimientos, ni abordar cuestiones relativas a su relación, salvo que ellos las pongan sobre el tapete. Al hacerlo podríamos vulnerar su intimidad.
Y mucho cuidado con ridiculizarles o con contarlo a los demás como una anécdota. Cualquier broma, por nimia que sea, puede ofenderles y cortar la confianza depositada en nosotros. No olvidemos que los adolescentes tienen tendencia a ser susceptibles y a ofenderse con facilidad.
Dicho esto, viene el segundo tema (que a los padres nos preocupa más): la posibilidad de la primera relación sexual.

Hablemos de sexo

En los primeros contactos sexuales entre adolescentes priman, por un lado, el desconocimiento y el miedo y, por otro, la necesidad de experimentar. Debemos hablarles de enfermedades de transmisión sexual, del embarazo y la anticoncepción, ¡pero también de emociones! A veces es más difícil tratar de sentimientos con nuestros hijos que de temas técnicos.
Tenemos que transmitirles que su primera experiencia sexual no debe decidirse a la ligera. Esa decisión (el cómo, el cuándo y el quién) es solamente suya. Pero también hay que decirles que confiamos en que sabrán esperar a estar preparados en todos los sentidos. Si les tratamos con respeto, ellos valorarán nuestra actitud y sabrán a quién acudir cuando sea necesario.

¿Y si su pareja no nos gusta?

Nada de prohibiciones o medidas carcelarias. Sería inútil, pues seguirían viéndose a escondidas. Según los expertos hacerlo provocaría, probablemente, el efecto opuesto al deseado, máxime en estas etapas tan fundamentales para la autoafirmación de la personalidad del adolescente.
Hay que tener calma, tacto, tiempo y sensibilidad; y, si realmente hubiera motivos objetivos para el desagrado, mostrarle las razones (no las emociones) por las que no nos gusta su novio o novia.

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