¿Cómo enseñar a los niños a no creer todo lo que sale en los anuncios?
Nuestros hijos se convierten en un target perfecto para los anunciantes publicitarios: les encandilan para que ellos, a través de su ternura o insistencia, convenzan a los padres de comprar eso que han visto en la tele. ¿Cómo hacerles entender que no siempre es lo mejor?
La publicidad ha evolucionado mucho en los últimos años. Ha tenido que hacerlo. El consumo de televisión ha pasado en poco tiempo de tener una audiencia cautiva en un par de canales, a mandos a distancia omnipresentes con decenas de canales entre los que elegir. Y por supuesto, internet. Una gran parte de nuestro consumo de ocio ha pasado a las pantallas: las películas, los juegos, incluso los libros (digitales en este caso), y esto afecta también a los más pequeños, que además pasan cada vez más horas frente a distintos dispositivos como tabletas o teléfonos móviles.
No es una mera percepción, sino algo que está confirmado: según un estudio de Lingokids realizado entre familias españolas con hijos menores de 8 años, el 60% tiene ya su propio dispositivo de acceso a internet (normalmente una tableta), la mitad lo utiliza a diario y el 43% le dedica más de 6 horas semanales. Con la pandemia esta exposición ha aumentado, ya que los pequeños han tenido que adaptarse a las clases online o, sencillamente, buscar entretenimiento cuando no podían salir a la calle a jugar.
Los niños, un público específico de los anunciantes
Los anunciantes no son ajenos a esta realidad, y han sabido adaptarse a este cambio de tendencia. Como parte de su trabajo, estudian nuestro comportamiento frente a los diferentes dispositivos, analizan el tiempo, la hora, las plataformas, el lugar donde nos encontramos, etc., para llegar más y mejor a sus públicos finales. Y también los niños son uno de esos públicos, en muchos casos. De hecho, también existe el llamado ‘kids marketing’, que consiste en llegar a los padres a través de los hijos. Es decir, atraer y encandilar al más pequeño para que sea él o ella, y no la publicidad directamente, quien convenza, a través de ternura o insistencia, a sus progenitores.
Se trata de un proceso legítimo y cotidiano en una sociedad de libre mercado como la nuestra, pero que en ocasiones puede crear confusión en los niños cuando los padres les decimos que esa galleta que quiere que les compremos no es saludable, o que ese juguete no es apropiado o realmente no lo necesitan. Por eso, y puesto que van a estar expuestos a la publicidad, los padres tenemos la responsabilidad de enseñarles a diferenciarla del resto de los contenidos y a entender su funcionamiento.
Los niños deben comprender que, en muchas ocasiones, los anuncios forman parte más del universo de la ficción que de la vida real, y que igual que aparecen dragones o peluches parlantes en los cuentos de los más pequeños, los anuncios pueden mostrar personas perfectas y vidas perfectas que no se corresponden con el día a día de muchas familias. Y que comer esa galleta, visitar ese lugar o tener ese juguete no va a transformar tu vida en un sueño ni te vas a convertir en un príncipe o una princesa. Entender esto desde pequeños, sin duda les ahorrará también frustraciones conforme vayan creciendo.
¿Cómo enseñar a los niños a entender la publicidad?
El Centro de Seguridad en Internet para menores de edad en España, Internet Segura for Kids (IS4K), ha eleborado un vídeo en el que ofrece una serie de recomendaciones a los padres para que nuestros hijos realicen un consumo de publicidad saludable en los dispositivos electrónicos. Para empezar, habría que limitar su uso a un tiempo razonable y adecuado a su edad; sería también conveniente desactivar las ventanas emergentes para paliar el ‘bombardeo’, y por supuesto, utilizar herramientas de control que identifiquen apps o espacios en internet que no sean apropiados para los más pequeños (muchas veces esto incluye que los espacios que ven están libres de publicidad o que, en caso de tenerla, esta sea apta y no abusiva).
Lo cierto es que la publicidad forma parte de nuestras vidas, y también de la suya, por lo que es mejor atender, vigilar y acompañar que prohibir. No ‘abandonemos’ a nuestros hijos delante de la pantalla, sentémonos con ellos mientras ven la televisión o utilizan la tablet o el móvil para saber qué contenidos consumen y qué anuncios les están llegando. Solo así podremos guiarles con criterio para que su experiencia con los dispositivos sea positiva y saludable.
Artículo escrito por Kate Regan, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids