''Los niños aprenden con palabras pero, sobre todo, con acciones y modelos reales que ven a su alrededor''
La educación en igualdad no abarca solamente la igualdad de género: debemos criar niños tolerantes con los demás, alejándonos de racismos, xenofobias o cualquier otra discriminación.
“Educar para que todos tengamos los mismos derechos y las mismas oportunidades educativas, sociales, laborales…”. Así se refieren en la web del Gobierno de Canarias a la educación para la igualdad. Y es que, aunque habitualmente la asociemos a la igualdad de género, lo cierto es que este tipo de educación es muy importante porque, aparte de ella, también abarca la tolerancia, la igualdad de etnias, de razas, de religiones, de rasgos corporales y, en definitiva, de hacer ver a los niños que todos somos iguales en un mundo cada vez más desigual.
Una educación que adquiere importancia en un mundo cada vez más globalizado, si tenemos en cuenta que los niños de hoy serán los adultos de mañana. Una educación que, aparte de ser inculcada desde el aula (donde se encontrarán día tras día con personas diferentes a ellos), también debemos fomentarla en casa. ¿Cómo? De la manera esencial: dando ejemplo. De nada sirve que queramos que nuestro hijo sea tolerante con el prójimo si nosotros no lo somos. “Es fácil que los niños aprendan el mismo modelo rígido, sesgado y discriminatorio si en casa han tenido unos padres que no son tolerantes con otras etnias y culturas”, afirma Rafael San Román, psicólogo en ifeel.
Niños tolerantes, adultos más felices
La educación en la tolerancia y en la igualdad forma personas respetuosas y, por tanto, personas empáticas que saben ponerse en el lugar de los demás cuando tengan algún conflicto. También forma personas que sabrán ver y actuar ante cualquier desigualdad que se cruce en su camino y, por tanto, forma personas que contribuirán a que el mundo sea un poquito mejor. “Ser tolerantes consiste en ser flexibles con la diferencia y, además, benevolentes con ella, para considerarla más como una oportunidad que como una amenaza”, nos cuenta Rafael San Román. Y es que, de acuerdo a sus palabras, “la vida es diversidad y mezcla de personas, la vida consiste en compartir y convivir constantemente con personas diferentes: de otras ideas, otros géneros, otras etnias, otras biografías…”.
¿Cómo podemos educar en la igualdad?
Existen un montón de actividades para trabajar la educación en tolerancia e igualdad en el aula pero, sin duda, la base tiene que venir de casa: “lo más importante es cuidar lo que hacemos y decimos. Los mensajes verbales sobre cómo son las personas de otros países, culturas y etnias han de ser positivos, no injustificadamente discriminatorios o peyorativos”, nos explica el psicólogo.
Además, yendo un paso más allá, recomienda que esos mensajes sean siempre coherentes entre sí, naturales y fácilmente compresibles para los niños. “A veces nos tocará dar explicaciones más elaboradas sobre por qué son importantes el respeto y la conexión intercultural”.
En ese esfuerzo por buscar la coherencia y la naturalidad del mensaje, Rafael también expone que es necesario mostrar a los niños un modelo de tolerancia con personas muy diferentes y también de tolerancia consigo mismos: “si ven que papá y mamá se hablan bien, hablan bien de sí mismos, pueden identificar sus defectos sin sentirse condenados por ellos, entonces ellos captarán que tienen la oportunidad de hacer lo mismo”, añade.