Los alimentos con propiedades curativas, a examen
En los últimos años se han atribuido propiedades curativas a algunos alimentos y efectos negativos para la salud a otros. ¿Qué hay de cierto en ello?
El agua carece de calorías, y algo que no tiene calorías no puede engordar. Es cierto que las personas que sufren ciertas enfermedades de riñón o corazón retienen líquidos y esa acumulación da lugar a un aumento de peso. Pero la solución no es dejar de tomar agua, sino tratar el problema.
La jalea real es un producto elaborado por las abejas para alimentar a la abeja reina y las larvas. Y el propóleo una sustancia antiséptica que las abejas extienden por las paredes de la colmena para proteger a la comunidad contra los gérmenes patógenos. Ambas son imprescindibles para la supervivencia de las abejas, no para los seres humanos. La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) ya ha advertido de que los efectos curativos que se atribuyen al propóleo no están probados.
La naranja y los cítricos son ricos en vitamina C, un micronutriente con fama de aumentar las defensas. Pero no ha podido demostrarse que el consumo de altas dosis de esta vitamina en suplementos o en alimentos prevenga las infecciones respiratorias, ni que disminuya la intensidad o duración de los síntomas del catarro cuando ya han aparecido.
Se dice que cuando la fruta se come de postre engorda más que cuando se toma antes del primer plato porque fermenta en el aparato digestivo. En realidad lo que ocurre si se toma al principio es que se come menos cantidad de los otros platos, que suelen ser más calóricos. Lo que engorda menos es comer menos primero y menos segundo.
La fruta es un alimento recomendable en cualquier momento del día. Para una alimentación correcta es bueno tomar dos o tres raciones de fruta al día, y da igual cuándo o si es melón o sandía.
El pequeño tiene mocos si sufre infecciones respiratorias. En los primeros años pasa muchos catarros y toma mucha leche, pero no tiene sentido asociar ambos fenómenos. No es aconsejable sustituir la leche de vaca por bebidas de soja, al menos en niños menores de dos años, ya que las bebidas de soja comerciales generalmente tienen un contenido calórico menor y proteínas de calidad inferior a las de la leche de vaca. Además, las bebidas de soja contienen una proporción elevada de fitatos que dificultan la absorción de algunos minerales, entre ellos el hierro.