Ser Padres

Custodia compartida: claves para el cuidado de los hijos tras la ruptura

Más del 20% de las parejas eligen, cuando se separan, la custodia compartida. Es la mejor opción para los hijos pero no siempre resulta posible. Todas las preguntas y respuestas:

“¿Ya no vas a ser mi papá?”. Esto fue lo que dijo Ángel, de cuatro años, a su padre cuando le explicó que se iba de casa porque su madre y él se iban a divorciar. Puede que la reacción de Ángel no sea la más común, pero nadie niega que está cargada de lógica. Si los padres y madres son personas que se hacen cargo de los hijos y están a su lado día tras día para quererlos, mimarlos, soplar sobre sus heridas y cubrirlos de besos, ¿qué ocurre cuando se van de casa y dejan de verse cada mañana a la hora del desayuno?

Separarse de la pareja no significa separarse de los hijos, dicen las guías sobre cómo llevar a cabo un  divorcio de la mejor forma posible. Pero las 105.780 parejas que se separaron o divorciaron en 2014, según el Instituto Nacional de Estadística, saben bien que no es sencillo llevar esa máxima a la práctica.

La eligen el 21% de las parejas

Una de las preocupaciones principales de las familias cuando los adultos quieren concluir su relación es cómo afrontar ahora el día a día con los hijos. Porque aunque un divorcio ponga punto y final a la convivencia, la familia no desaparece y en ella cada uno mantiene sus roles. «Para mí lo importante era que mi hijo Ángel, que entonces tenía cuatro años, supiera que su padre iba a seguir siendo su padre, por mucho que ya no viviera con nosotros, tuviera otros hijos o él o yo nos casáramos con otras personas», explica Luz, quien desde el principio planteó a su ahora ex marido la opción de la custodia compartida. «No era justo que de repente viera a su padre un fin de semana de cada dos cuando lo había disfrutado todos los días. La custodia compartida me pareció la opción más lógica, igual que a mi ex», cuenta.

Como ellos, un 21,3% de las parejas con niños que se rompieron en 2014 optaron por el sistema de la custodia compartida para criar a sus hijos. Un sistema que no implica el reparto del tiempo del niño al 50% entre el padre y la madre sino que se refiere a que ninguno de los dos ostenta el término de visitante: ambos padres son custodios y los dos progenitores pasarán más tiempo del que habitualmente se le otorga al visitante (los fines de semana alternos) con sus hijos, lo que supone que ambos comparten la educación y la  crianza de sus hijos. La jurisprudencia del Tribunal Supremo dice que es el sistema deseable cuando sea posible. ¿Lo vemos igual los padres?

Los dos padres se implican en el cuidado de los hijos

Carlos reconoce que nunca había ejercido de padre de verdad hasta que se separó de Susana y ambos acordaron la  custodia compartida de Laila. Hasta ese momento, él se sentaba en el ordenador de su oficina a las 8:00 h y no regresaba a casa hasta tarde, así que los días laborables veía a su hija cuando la pequeña ya estaba acostada. «No sé si el trabajo es el que acabó con mi matrimonio o fue mi matrimonio el que me hizo refugiarme en el trabajo, pero el resultado no cambia: yo apenas pasaba tiempo con Laila, y cuando lo hacía era fin de semana y tocaba la parte "agradecida", que consistía en jugar con ella, llevarla al parque... Realmente no me implicaba mucho en su cuidado», reconoce Carlos.

Por esa misma razón, Susana se sorprendió cuando Carlos planteó la custodia compartida, pero decidió darle una oportunidad. «Yo quería que mi hija tuviera un padre, no que Carlos fuera ese señor con el que jugaba un fin de semana sí y otro no. Pero reconozco que pensaba que no iba a ser capaz de hacerse cargo de ella, de darle de desayunar, comer, merendar y cenar; de prepararle el baño de la tarde; de llevarla al cole. Laila tenía tres años y en ese tiempo todas esas tareas recaían en mí. Si soy sincera, acepté el convenio regulador pensando que Carlos no iba a aguantar ni un mes. Me llevé una sorpresa, y muy grata, cuando vi que no solo era capaz, sino que se estaba convirtiendo en todo un padrazo», recuerda Susana.

Carlos pidió reducción de jornada en su empresa para poder afrontar el cuidado de su hija como creía que ella se merecía, y poco a poco descubrió que la paternidad era una experiencia que le encantaba. «El divorcio me sirvió para replantearme mi vida e intentar hacer bien las cosas. No me había dado cuenta de todo lo que me estaba perdiendo, que era mucho, y aunque no puedo recuperar el tiempo perdido, la custodia compartida me permite disfrutar de mi hija y criarla de verdad. Creo que antes no era realmente consciente de todo el trabajo que Susana estaba haciendo por los dos. El amor entre nosotros se acabó, pero ahora tenemos una relación estupenda porque Laila se merece eso y muchísimo más. Hay que ponerse de acuerdo en muchas cosas para que funcione pero facilita las cosas saber que se trata de buscar lo mejor para nuestra hija, ponerla a ella por delante de nosotros. Si tienes eso claro, la custodia compartida funciona», asegura Carlos.

Rehacer la vida personal

Elena tiene dos uniformes de cole, otros dos de gimnasia, dos bicis, dos pupitres, dos camas. La mitad de esas cosas están en una casa; la otra mitad, en otra. También tiene una mamá y un papá estupendos, y cada uno vive en una de esas casas. Gracias a esa situación, ella disfruta de los dos. Pero además, a sus padres les ha resultado más sencillo reconstruir sus vidas.

«Cuando nos separamos en lo último que pensaba era en salir a divertirme o tener otra pareja», dice Icíar. «Pero como Elena pasa una semana en mi casa y otra en la de su padre, de repente me encontré con mucho tiempo para mí sola que no sabía cómo utilizar porque me había volcado tanto en criarla que había olvidado lo que era tener una tarde para leer un libro, ir al cine o quedar con amigas. Poco a poco fui recuperando esas cosas», explica Icíar, quien cree que el sistema de la custodia compartida es muy beneficioso no solo para los hijos sino también para los padres. Los especialistas están de acuerdo: todos necesitamos nuestro propio espacio en el que disfrutar de nosotros mismos, para lo que es imprescindible contar con algo de tiempo. El sistema de la custodia compartida hace más viable que podamos disponer de ese tiempo si se dan las circunstancias para poder desarrollarla.

No siempre es posible

En una situación en la que los adultos se separan amigablemente, la custodia compartida se presenta como la posibilidad más acertada. Pero, ¿es siempre la mejor opción tras un divorcio? Tanto abogados como psicólogos y terapeutas de pareja son claros en su respuesta: no, si hay determinadas circunstancias que hacen inviable la coparentalidad. Entre ellas citan una mala comunicación entre la pareja, que no se respeten los acuerdos o que la distancia geográfica haga imposible que los hijos puedan pasar un tiempo en casa de cada padre y asistir al colegio. Según explican, se trata de buscar el bienestar del menor, y para conseguirlo se deben dar ciertas condiciones.

Una de ellas, la de la buena comunicación, no se produjo al principio en el caso de Enrique y Laura, aunque supieron rectificar a tiempo. «En nuestro caso, quien nos llamó la atención fue el colegio. Como no hablábamos entre nosotros no le decíamos al otro que había que comprar un disfraz para el niño si ese día le tocaba festival o que necesitaba llevar una autorización para la excursión del cole. No siempre actuamos de modo racional en estos temas», explica Enrique. Por eso los especialistas insisten en que analizar cada caso es la única solución para decidir quién debe tener la custodia o si esta ha de ser compartida, aunque el objetivo siempre es el mismo: que los niños disfruten de sus padres; que los padres disfruten de sus hijos; que la familia siga siendo familia. Y que  divorciarse de la pareja no signifique divorciarse de los hijos.

Pasión por la vida

Más de 45 años acompañando a las familias

Suscríbete por sólo 6 euros al mes y disfruta de nuestra revista

Suscríbete
Suscríbete a Ser Padres
tracking