Educar en valores, clave en el desarrollo de un niño feliz
¿Se puede medir la felicidad? ¿Podemos conseguir que nuestros hijos sean más felices? Rotundamente sí y no es precisamente dándoles todo lo que nos piden.

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El secreto para educarles en valores es dotarles de las herramientas emocionales y las pautas educativas que les permitan desarrollarse, explorar, superar sus errores, ser autónomos, seguros, capaces y, en definitiva, más felices. Es la conclusión compartida de una buena cantidad de profesionales.
Es verdaderamente importante construir resiliencia y confianza en los niños a través de la seguridad en sí mismos, el amor y el juego con los padres. La sobreprotección de los padres hacia sus hijos es una práctica de lo más habitual, pero les hace un flaco favor. No dejarles ninguna responsabilidad a nuestros hijos, impedirles vivir una vida con autonomía o prohibir que se enfrenten solos a determinadas situaciones puede tener repercusiones negativas en su autoestima en el futuro.
Según estudios científicos, la felicidad viene determinada en un 50% por la genética, en un 10% por las circunstancias externas o el contexto, mientras que el 40% restante depende de nosotros, como actividades intencionales y emocionales que nos llevan a ser felices. Los padres pueden influir para aumentar la felicidad de sus hijos a través de las pautas educativas, de los valores y del ejemplo que les trasmiten y que les sirven para enfrentarse a los retos que se van a encontrar en la vida.
Los niños se enfrentan constantemente a sorpresas o amenazas, y necesitan herramientas para aprender a gestionar todas esas novedades. Herramientas, tales como los valores que le transmitamos, se convierten el eje vertical y principio básico de la educación, como la lealtad, flexibilidad, motivación, empatía, esfuerzo, capacidad de recuperarse tras el fallo, etc. O, los principales referentes para trasmitir esos valores son precisamente los padres. Otros valores muy importantes para enseñar a los niños son la humildad (nadie es más que nadie), el compromiso, la gratitud, la amistad, la paciencia (las cosas nos salen siempre a la primera) o la responsabilidad (asumir las consecuencias).
Ambas ponentes aseguran que la existencia de normas y límites son otras de las pautas educativas importantes para aumentar la felicidad de los pequeños. Al contrario de lo que podríamos llegar a creer, hacer concesiones ilimitadas a nuestros hijos les hace más mal que bien: no es bueno acostumbrarlos a que pueden tenerlo todo cómo y cuando deseen. Los niños muchas veces no saben lo que tiene que hacer, por eso son buenas las normas y los límites. Las normas no anulan su personalidad y además, desarrollan autocontrol que es absolutamente necesario si queremos que vivan con éxito la sociedad de hoy en día y su futuro laboral.
Al sobreproteger a los niños les alejamos de su felicidad
Sobreproteger es uno de los errores más comunes entre los padres. Confundimos amor con miedo a que les pase algo. Todos los niños necesitan resolver por sí mismos sus 'problemas'. De esta forma les estamos enseñando cosas tan importantes como el esfuerzo, la paciencia, la superación.
¿Has oído alguna vez hablar de la figura del 'padre helicóptero'? Se trata de padres que están continuamente encima de sus hijos, supervisando absolutamente todo lo que hacen y no permitiéndoles tomar ni una sola decisión sin su supervisión. Es muy importante que los padres intenten alejarse al máximo de este rol, ya que el ensayo-error es esencial para que los niños conozcan el impacto de sus acciones a su alrededor. Esto les ayudará a madurar y a aprender a resolver sus problemas de manera autónoma, tanto en el presente como en el futuro.