Ser Padres

¿Es aconsejable limitar el uso del móvil en familia como hacen los colegios?

Marisa Navarro, doctora en medicina y terapeuta emocional, reflexiona sobre la falta de comunicación en la era de la comunicación.

Cada vez son más los avances tecnológicos, y muchos de ellos destinados a facilitar y agilizar nuestra comunicación. “Pero, sin embargo es curioso observar, en cualquier reunión familiar o de amigos, como la comunicación personal cada día es menor. Estamos más ocupados en chatear con los que no están en ese momento con nosotros, que con los que tenemos delante, ya sea familia o amigos”, comenta la Dra. Marisa Navarro, doctora en medicina, terapeuta emocional y autora del libro La medicina emocional.

Actualmente, existe una disminución de la interacción y la  comunicación entre padres e hijos, llegando alcanzar unos niveles preocupantes entre los adolescentes. Este hecho se agrava aún mas por una marginación de las generaciones que no han nacido en una época con tantos avances tecnológicos, principalmente abuelos e incluso algunos padres más mayores, que se encuentran ante dichos avances aislados y desplazados.

Otro problema que esta  revolución tecnológica está provocando, es el aumento en la dependencia que se crea con los dispositivos móviles, no pudiendo estar ni un momento separados de ellos. “Me he encontrado a personas con problemas de ansiedad al no poder tener, por diferentes motivos, el móvil a su alcance”.

Los adultos, demasiado pendientes de sus móviles

“Y el problema es que cada vez se está produciendo esta situación en personas mas jóvenes. Hay niños que con tan solo nueve años están pidiendo como r egalo un móvil de última generación”, comenta la doctora Navarro. “Se crean en ellos unas necesidades con las nuevas tecnologías, que pueden llevarles a la frustración si no pueden tener lo último”, añade.

Pero, no podemos culpabilizar a los niños y jóvenes, pues hay cada vez mas adultos que prestan más atención a su dispositivo móvil que a sus hijos, lo que provoca en los niños sentimientos de inseguridad, y la idea de que no son importantes para sus padres.

Esta falta de comunicación verbal, hace que estemos asistiendo a una disonancia entre lo que sentimos y nuestra expresividad. Al comunicarnos por escrito a través del móvil, pues incluso cada vez más prescindimos de las llamadas telefónicas, expresamos nuestros sentimientos y emociones con onomatopeyas o emoticonos, pudiéndose dar la paradoja de estar contestando a alguien con unas risas, como “jajaja” o con un emoticono riéndose a carcajadas y, sin embargo, permanecer con la cara seria mientras lo estamos escribiendo. Se crea pues una disonancia entre lo que esa persona está pensando y lo que está expresando. Las consecuencias de esto a largo plazo, podría ser las de una pérdida gradual de la expresividad gestual.

En los jóvenes puede provocar comportamientos antisociales

A esto hay que añadir la brevedad de los textos, mas extendido entre los jóvenes, pues les permite escribir más rápido, lo que hace que se cometan muchos errores ortográficos, que no parecen preocupar , ya que piensan que el corrector ortográfico se encarga de corregir la palabra mal escrita, y está claro que si alguien o algo hace el trabajo por nosotros, ¿para qué lo vamos a aprender?

Podemos decir que estamos inmersos en la era de la comunicación virtual, en la que nos encontramos que muchos jóvenes interactúan mucho mejor a través de la pantalla del móvil,o en juegos, o redes sociales que en persona, cara a cara, llegando a darse problemas de personalidad y de relaciones, e incluso a que se tengan comportamientos antisociales.

“No podemos permitir que la tecnología acabe con nuestras buenas costumbres . Que chatear sustituya a hablar. Que nuestras expresiones faciales sean sustituidas por emoticonos”, recalca Marisa Navarro. "Aunque es cierto que todos nos vamos adaptando queramos o no a las nuevas tecnologías, y que no permitir a nuestros hijos comunicarse con sus móviles, sería aislarlos socialmente. Todo con moderación. Los excesos nunca han sido buenos”.

“Sería aconsejable  que los padres pongamos unos límites y normas en el uso de los dispositivos móviles cuando nuestros hijos estén en familia, del mismo modo que se hace en los colegios. Se puede empezar haciendo que durante el momento de la comida, todos los móviles se dejen en silencio en cualquier otra zona de la casa. Y tratar de fomentar la comunicación generacional, tan necesaria e instructiva”, concluye la doctora Navarro.

A modo anecdótico, ya hay restaurantes que ofrecen un pequeño descuento a quien apague su móvil durante la comida, poniendo una caja en la mesa donde se pueden dejar dormir los dispositivos, mientras se disfruta de una buena comida.

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