Qué aprenden los niños al jugar, según su edad
Más allá de diversión, el juego es un método de aprendizaje muy efectivo. ¿Sabes que jugando aprenden más?
Es casi imposible pensar en la infancia y en el juego como elementos separados. Aunque habitualmente no le damos importancia al propio juego, si vemos a un niño que no quiere jugar, nos saltan las alarmas. Y es que, si hay una actividad vital en la época infantil, esa es el juego. Más allá de diversiones es algo primordial para el buen desarrollo de los pequeños, y es algo que todos los adultos debemos saber.
Son muchos los pedagogos, psicólogos y maestros que están de acuerdo en que las agendas de los niños están sobrecargadas de actividades y tareas gestionadas por los adultos y que, en las mismas, se deja poco espacio al juego.
Como nos explican desde la marca de Cuadernos Rubio, cada etapa está asociada a un tipo de juego diferente en función del grado de maduración del niño y de las necesidades que vaya necesitando en cada momento. Eso sí, aunque adaptados a cada edad, todos tienen objetivos comunes y uno de ellos es que a través del juego descubren el mundo real. Además, desarrollan el lado afectivo de los niños, por lo que puede ser una buena excusa para crear lazos con ellos desde casa. Y es que, tal y como dice George Bernard Shaw: “no dejamos de jugar porque nos hacemos viejos; nos hacemos viejos porque dejamos de jugar”.
Esencial: Juegos adaptados a cada edad
Hablando en función de edades, el juego durante el primer año de vida es tarea indispensable para el buen desarrollo motor del niño, pues ayuda a entrenar las destrezas motoras. Por ello, durante esta edad son perfectos los juegos sencillos basados en sensaciones que activen sus sentidos, por ejemplo, los juegos cortos y repetitivos.
Durante los tres y cuatro años comienzan a descubrir el mundo real que les rodea. ¿Cómo lo hacen? A través de la fantasía. El juego es el complemento perfecto para explorar y descubrir ese mundo y, por tanto, para esta edad serán geniales los juegos de fantasía y ficción. Nosotros debemos jugar con ellos en casa y acompañarles en la adquisición de roles: podemos echarle imaginación y transformar un palo en una espada o una caja de zapatos en una fuerte armadura de soldado.
Durante los cinco y los siete años los niños aprenden a relacionarse, a seguir reglas y comienzan a desarrollarse socialmente. Aunque aún no están muy preparados para juegos que supongan seguir reglas demasiado complicadas, los juegos en grupo y los puzles y construcciones pueden ser los mejores aliados.
Cuando pasan esta edad pueden empezar a jugar a cualquier juego, con reglas complicadas y con reglas sencillas porque ya tienen capacidad suficiente para entenderlo todo.
¿Sabes que si juegan aprenden más?
El juego cada vez se abre más hueco en las aulas como recurso educativo y de primer nivel. De acuerdo a la Fundación Crecer Jugando, a través de este método, los niños se hacen protagonistas de su propio aprendizaje. “Si los niños de hoy en día tienen poco espacio y tiempo para jugar, la escuela debe garantizar su derecho al juego”.
Dentro de la escuela, aparte de aportar al pequeño todos los beneficios individuales de los que hemos hablado, les proporciona un montón de rasgos positivos a nivel grupal. Fomenta la integración en aquellos centros multiculturales y logra que todos los alumnos se vean iguales a través de la empatía y la sociabilización.
Por ello, deberíamos dotar al juego de la importancia que tiene, tanto en las aulas como fuera de ellas e integrarlo como una actividad didáctica más de la que depende, en gran medida, todo el desarrollo mental del pequeño.