Ser Padres

Nunca le digas a tu hijo 'A buenas horas me haces caso'

Legitimar y reconocer el esfuerzo de los peques cuando ellos, orgullosos y felices, acuden a nosotros por algo que han hecho de forma autónoma es mucho más importante que corregir cómo lo hayan hecho.

No seas uno de esos padres que desvaloriza a sus hijos”. Esta frase del neuropsicólogo Álvaro Bilbao resume muy bien lo que ocurre cuando les decimos a nuestros cosas como “a buenas horas me haces caso”, “te podías haber lavado los dientes antes” o “la próxima vez que te bebas la leche solo no te la tires encima” y comentarios por el estilo cuando ellos nos buscan con la ilusión de quien ha hecho algo con autonomía tal y como le pedimos los adultos.

“Este tipo de comentarios no sólo son desagradables para todos los que lo escuchan, porque nuestro cerebro detecta inmediatamente el tono recriminatorio disfrazado de ‘Pellizco educativo’”, explica Álvaro Bilbao en uno de sus posts divulgativos sobre educación. “Además son totalmente desmoralizadores para el niño y le enseñan a desarrollar un estilo de comunicación pasivo-agresivo”, añade el especialista en neuroeducación para explicar por qué no debemos comunicarnos así con nuestros hijos.

Es difícil reprimir de entrada dirigirnos a ellos en este tono pero el gran mérito es que han dado el paso adelante de hacer aquello que les has pedido o que simplemente tocaba dentro de la rutina diaria. Y eso debemos valorarlo porque no son personas a las que se les pueda exigir al nivel de los adultos. Es mucho más importante para su desarrollo que sean capaces de desayunar solos aunque tarden una hora en hacerlo y se les caiga un poquito de leche dos veces que lo que mancha esta última, por ejemplo.

Evita palabras dolorosas para ellos

Pasa exactamente lo mismo con las tareas. Una cosa es animarles a recoger, explicarles con empatía y respeto que poco a poco pueden y deben introducirse en la realización de las tareas propias de la convivencia en casa y otra es acusarles de ser unos vagos en cuanto no hacen algo a la primera. “Todo el mundo aprende a hacer la cama, y si agobias llamando “vaga o vago” a tus hijos; obligándoles a hacer la cama todos los días y con malas maneras, lo único que conseguirás es que aborrezcan el tener que hacer la cama, así como tus maneras”, indica la educadora sociofamiliar Tania García en un post en el que profundiza sobre aquellas palabras que no deberíamos utilizar para hablar con nuestros hijos e hijas.

La American Academy of Pediatrics, institución de referencia en pediatría, también alerta de cómo las palabras pueden lastimar a los niños y niñas. Por ello, recuerda que “gritar y usar palabras que causen dolor emocional -"a buenas horas me haces caso”, por ejemplo, lo genera- o vergüenza también se ha descubierto que no funciona y causa daño” e insiste en ello incluso para aquellos padres que son la mayoría de veces cariñosos y afectuosos.

Además, aunque este tipo de afirmaciones se suelen hacer a niños pequeños, desde la AAP advierten de las consecuencias que puede tener a largo plazo elegir las palabras equivocadas para referirnos a nuestros hijos:  “La investigación demuestra que la disciplina verbal severa (cruel) que se hace más común a medida que los niños crecen puede ocasionar mayores problemas de comportamiento y síntomas de depresión en los adolescentes”, concluye.

¿Cómo actuar?

No se trata de decirles que todo lo que hacen está bien, sino de legitimar su esfuerzo y su empeño por hacer aquella tarea que hayan realizado y estén satisfechos por haberlo hecho. Hay momentos y fórmulas más amables para después, una vez legitimado y valorado positivamente dicho esfuerzo, se pueda dar otro pasito en la dirección deseada: por ejemplo, en que hagan caso un poquito antes. No os olvidéis del poder que la empatía tiene en la educación: poneros en su piel y pensar cómo os sentiríais si después de lavaros los dientes os echan en cara que habéis tardado más de la cuenta o manchado el espejo en vez de reconoceros el esfuerzo.

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