Las razones por las que siempre discutimos con nuestro hijo adolescente
"¿Puedo llegar a las 12? ¡Te odio! ¿Me dais más paga? ¡No sabes nada! ¡Tú no lo entiendes! ¡Que me dejes en paz! ¡Esto no lo has vivido por eso no me entiendes!", frases usuales en casa con un adolescente. Hablamos con Mirari Bolumburu, coach de adolescentes.
“¿Por qué siempre discutimos?” ¿Qué genera el conflicto en tu relación con tu hijo adolescente? Desde mi experiencia, existe una combinación explosiva que lo provoca y es de lo que hablaremos en este artículo.
Si de algo me he dado cuenta en los años que llevo trabajando con adolescentes y su entorno, es que la mayoría de sus comportamientos menos aceptados social o familiarmente, se debe a la profunda necesidad de sentirse escuchados, respetados y reconocidos. En el momento en el que esta necesidad no se ve satisfecha, se inicia un proceso de reivindicación, que normalmente acaba en problema. Es entonces, cuando adquiere protagonismo la segunda gran característica que predomina en la adolescencia: la dificultad en manejar sus habilidades comunicativas y emocionales.
Por tanto, si juntamos en una coctelera estos dos ingredientes, la combinación resultante será el conflicto.
Etapa de cambios
Como adultos, y por más que a veces perdamos la paciencia, no podemos obviar que estamos ante la etapa más cambiante en el desarrollo de una persona.
A los notables y evidentes cambios físicos, se unen un sinfín de cambios internos relacionados con la búsqueda de identidad, espacio, criterio, autonomía, etc. que hacen de la reivindicación propia, un objetivo en sí mismo.
Estas circunstancias dotan de cierta naturalidad a sus reacciones. Son adultos en construcción, y en consecuencia, están en proceso de perfeccionamiento en actitud, gestión emocional y habilidades sociales.
¿Y qué hacemos?
Aunque partamos de la comprensión de la adolescencia como la etapa de cambio que es, no impide que como adultos que acompañamos el proceso, sintamos y experimentemos dificultad.
No resulta fácil ofrecer escucha, respeto y reconocimiento cuando pierdes la paciencia ante la persona que tienes delante, debido a las carencias comunicativas y de gestión emocional que aún muestra.
Ante esta situación, tienes la opción que estoy segura que ya has tomado muchas veces de confrontar, de discutir, de querer imponer tu criterio… Una opción ante la que tu hijo/a seguro que también tiene sus estrategias de respuesta más que desarrolladas, y que lleva a entrar en un bucle de comunicación lleno de interferencias.
Amplía horizontes
Sin embargo, siempre hay un aspecto que se nos olvida, y es que nosotros, los adultos, también hemos sido adolescentes. Y por más que hayan cambiado los tiempos, los “básicos” de un adolescente se mantienen.
¿Por qué no utilizar tu experiencia y adaptarla a la situación que vives ahora desde la posición de madre o padre? Haz memoria y piensa como vivías tú la relación con tus padres. Puede ayudarte a ponerte en las zapatillas de tu hijo/a y plantearte nuevas opciones a la hora de comunicarte.
Por ejemplo:
Ten en cuenta sus opiniones. Dale espacio para que se exprese. Argumentad. Le harás sentirse partícipe en la toma de decisiones.
Eres el adulto, pero no lo sabes todo. Abre tu mente a las propuestas que pueda hacer tu hijo/a. Reforzarás su confianza.
Es época de introducir la negociación, no sólo la imposición. Negocia las consecuencias de romper un acuerdo. Adquirir cultura de compromiso, hará que se haga responsable de sus propias decisiones.
Respeta su espacio y su intimidad. Si quieres saber, pregunta. Nunca presupongas y mucho menos registres o husmees. Fomentarás relaciones basadas en la confianza.
Así que, ya sabes, toma la iniciativa, y emprende el camino hacia una comunicación más saludable y libre de interferencias con tu hijo.
Acompañar una adolescencia en positivo es posible.
Artículo escrito por Mirari Bolumburu es coach y Terapeuta Emocional de adolescentes y adultos