¿Por qué el Efecto Pigmalión puede ser positivo?
Entendemos el Efecto Pigmalión como el hecho de etiquetar negativamente a los niños y que estos, en consecuencia, actúen de ese modo. Pero también puede ayudarte a motivar a tus hijos.
Vamos a contar una historia: es la leyenda de Pigmalión, rey de Chipre. Llegándole la hora del matrimonio decidió buscar una mujer para convertirla en su esposa. Solo puso una condición: su mujer debía ser perfecta. La empresa no era sencilla y frustrado tras años de búsqueda decidió abandona. Comenzó entonces a esculpir estatuas sin descanso para reparar su fracaso. Y tanto va el cántaro a la fuente que terminó por enamorarse de Galatea, una de sus más bellas estatuas. Ahora empieza lo mejor, pues Afrodita, la diosa del amor, conmovida por el amor de Pigmalión convirtió a Galatea en humana para que se pudiera convertir en la esposa del rey de Chipre. Giro inesperado y final feliz que podría haber firmado el mismo Disney.
Fue Ovidio, en su poema Las Metamorfosis, quien primero nos relató el mito de Pigmalión. Más tarde Goethe adaptó esta historia creando los personajes de Dido y Elissa. Carlo Collodi dio un paso más al crear a Pinocho, y Mary Shelley a Frankenstein. Óperas, obras de teatro, películas, incluso tangos han revisado el mito de Pigmalión y Galatea. Pero la versión más conocida es la del británico George Bernand Shaw en la que la florista Eliza Doolite es “revivida” por un profesor de fonética.
Con esto queda claro lo del poema de Ovidio. Ya no estamos tan lejos de conocer cómo motivar a nuestros hijos.
Pero antes vamos a contar otra historia. En los años sesenta del siglo pasado se llevó a cabo en un instituto de California uno de los estudios psicológicos más importantes del siglo.
Robert Rosenthal era un psicólogo americano que estudiaba como las expectativas que tenemos sobre las personas y sobre nosotros mismos acababan por influir en los resultados. Un día Leonord Jacobson, una directora de instituto, leyó las investigaciones de Rosenthal en la prensa y decidió ponerse en contacto con él. Observaron que en el instituto de Jacobson todos los alumnos tenían las mismas capacidades, nadie destacaba por ser demasiado listo ni torpe. Pero decidieron engañar a los profesores contándoles que los resultados de las pruebas indicaban que ciertos alumnos, elegidos al azar, eran superdotados. No hicieron nada más hasta que finalizó el curso. Al terminar ¡sorpresa! los alumnos que Jacobson y Rosenthal habían sacado calificaciones muy por encima de la media. A esta transformación la llamaron Efecto Pigmalión.
¿Fue casualidad o hay alguna razón oculta detrás de esta mejora de las calificaciones? ¿Cómo se produjo ese cambio? Por fin ha llegado la hora de que sepas como ayudar a motivar a tus hijos.
Los profesores del experimento de Rosenthal y Jacobson comenzaron a prestar más atención a estos alumnos, mantenían más tiempo el contacto ocular, cuando se equivocaban no pensaban que fueran lentos y les volvían a explicar el tema con otro enfoque, les animaban más que a sus compañeros y les daban más oportunidades.
Y nosotros podemos hacer lo mismo. Si queremos que nuestros hijos sean buenos en cualquier disciplina el primer paso es decirles lo buenos que son, apoyarles y prestarles atención. Las expectativas que tenemos sobre los demás y sobre nosotros mismos influyen notablemente en el resultado final porque las acciones que realizamos son distintas en cada caso. De esta manera al modificar nuestra conducta con nuestras acciones logramos los efectos deseados. Nada más fácil. Si quieres que tu hijo sea el mejor tan solo tienes que decirle que ya lo es.
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