«Hay que prevenir la pereza desde pequeños para evitar que se convierta en hábito»
Nuestro asesor en educación, el psicólogo Luciano Montero, ha publicado el libro “Mi hijo es un vago”. Una guía que ayuda a entender, prevenir y remediar este problema.
Nacido en Oviedo, Luciano Montero es doctor en Psicología y titulado en Psicología Clínica por la Universidad Complutense de Madrid, así como titulado en Periodismo. Es experto en motivación escolar y desarrolla su actividad profesional en el campo de la educación especial. Desde 1987 es asesor y colaborador fijo de la revista Ser Padres Hoy, donde escribe acerca de los más diversos temas relacionados con la familia y la educación. Ha impartido cursos de formación a padres y profesores.
Autor del libro La aventura de crecer. Claves para un saludable desarrollo de la personalidad de tu hijo y coautor de La educación de nuestros hijos -dirigido por Josefina Aldecoa-, ha participado asimismo en varias obras colectivas. Ha realizado diversos trabajos de investigación sobre psicodiagnóstico, deficiencia intelectual, neuropsicología y motivación escolar, presentados a congresos y publicados en revistas científicas especializadas.
Luciano Montero: El libro trata de orientar a los padres en eso que llamamos «pereza» o «vaguería», que en realidad son etiquetas demasiado simplificadoras que no ayudan a entender por qué un niño o adolescente se comporta con desgana, con pasividad o desidia, por qué descuida o rechaza hábitos y actividades, y acaban apareciendo problemas con el estudio, la higiene, el desorden, el no ayudar en casa, el excesivo sedentarismo...
L.M.: Es que eso que se llama «carácter» es en realidad producto de la educación y de las circunstancias en que se crece. Es verdad que hay algo innato que se llama « temperamento», hay niños que por naturaleza son más inquietos y otros más tranquilos, pero eso no quiere decir que estos últimos tengan que ser « vagos». También hay otras cosas que vienen de nacimiento, como los trastornos de aprendizaje, que pueden provocar bajo rendimiento escolar, torpeza y desmotivación.
L.M.: Como base, una comunicación abundante y muy cariñosa. También darse cuenta de que es necesario un grado saludable de firmeza y que los niños han de aprender a atenerse a ciertas normas. Tampoco hay que caer en una educación rígida de ordeno y mando, sino que hay que dar lugar a su iniciativa y espontaneidad. Y no dárselo todo hecho ni ahorrarles todo esfuerzo, sino enseñarles a ser responsables, a esforzarse y a obtener satisfacción por ello, elogiándoles y alimentando un sentimiento de eficacia y de capacidad personal.
L.M.: Es arriesgado afirmar algo así y, además, las generalizaciones son injustas, pero es cierto que los sociólogos y los pensadores afirman que hay una crisis del esfuerzo como valor. Esos expertos ponen como causas el dar prioridad a la diversión y al ocio sobre el trabajo y el esfuerzo y a una excesiva permisividad como reacción de extremo a extremo contra el autoritarismo de hace unas décadas. Se trataría por tanto de un fenómeno de la sociedad en general, que repercute también en los niños.