Déficit de atención en niños: ¿qué es y cómo se trata?
El trastorno de déficit de atención es un trastorno crónico que afecta a millones de niños. Sus principales características son la falta de atención, y si se presenta con hiperactividad, conductas impulsivas e hiperactivas.
El trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad, es un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por la presencia en el niño de un déficit de atención, y cuando se presenta con hiperactividad (lo que se conoce médicamente como TDAH), causa también niveles de comportamiento hiperactivo e impulsivo superiores a lo normal. Los niños con déficit de atención pueden tener problemas para centrar su atención en una única tarea, o quedarse quietos durante largos períodos de tiempo.
Lo cierto es que tanto los adultos como los niños pueden tener un trastorno por déficit de atención con hiperactividad. De hecho, el trastorno por déficit de atención (TDA) es considerado hoy día como un término desactualizado, el cual solo se utilizaba para referirse a alguien que tenía problemas para concentrarse, pero que no era hiperactivo.
De hecho, en el momento actual son considerados como el mismo trastorno, ya que unos pacientes pueden presentar más inatención, y otros más impulsividad o hiperactividad, pero éstos siempre terminan presentando algún problema de atención.
Sin embargo, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría publicó hace unos años el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, quinta edición en el mes de mayo de 2013, cambiando los criterios para diagnosticar a alguien con TDAH.
¿Qué es el trastorno por déficit de atención? ¿Y con hiperactividad?
Es evidente que cualquier niño puede tener en algún momento puntual problemas o falta de atención, le puede costar concentrarse, puede ser algo impulsivo y también algo hiperactivo. Después de todo, en muchas ocasiones muchas mamás y papás presencian el comportamiento típico de un niño pequeño: inquieto, distraído, impulsivo, desafiante, super enérgico, ruidoso, hablador…
Todas estas características tienden a ser normales en los niños, especialmente cuando son algo más pequeños. Por un lado, los cerebros de los niños pequeños se están desarrollando tan rápidamente que algunos comportamientos que parecen problemáticos hoy en día posiblemente ni siquiera supongan un problema en un par de meses, siendo solo parte de una fase más bien pasajera.

Trastorno por déficit de atención
Por otro lado, el comportamiento de un niño tiene que ser inapropiado para su edad y desarrollo. En otras palabras, ¿no puede quedarse quieto y escuchar atentamente mientras le lees un libro? Es algo perfectamente normal y típico para un niño de 2 o 3 años.
Pero en el caso de niños con TDAH la principal diferencia es que todas estas características se dan con una mayor frecuencia e intensidad, pudiendo incluso llegar a interferir en su proceso normal de aprendizaje, o en sus relaciones sociales.
El TDAH es uno de los trastornos infantiles más comunes, y consiste básicamente en un término en realidad muy amplio, el cual puede variar de persona a persona. Se estima que solo en Estados Unidos existen 6.4 millones de niños diagnosticados con TDAH, de acuerdo al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades. Mientras que, en España, se estima que entre un 2 y un 5% de la población infantil la padece, de acuerdo a la FEAADAH.
¿Cómo se trata el trastorno por déficit de atención con hiperactividad?
Hoy en día el tratamiento combinado es el que ofrece mejores resultados. Es también conocido médicamente como “multimodal”, y supone la inclusión de padres, profesores y tutores, médicos y psicólogos en todos los niveles de la terapia, coordinándose de forma simultánea con tratamientos de tipo farmacológico, psicopedagógico y psicológico.
En la actualidad, el tratamiento farmacológico de elección suele incluir el uso de estimulantes, o de fármacos no anfetamínicos.
Para los niños pequeños, y también para los más grandes, la terapia de manejo del comportamiento es fundamental. En ella, el pequeño trabaja con el psicólogo terapeuta familiar o trabajador social, con el fin de aprender una serie de estrategias de autocontrol.
Estas estrategias le ayudarán en su día a día a la hora de concentrarse y “comportarse” mejor en casa y en la escuela, algo que requiere en definitiva un compromiso y un esfuerzo real por parte no solo del propio niño, sino también de los padres. Y puede ayudar a reducir el estrés familiar, con resultados verdaderamente positivos y duraderos.
Los fármacos para el TDAH pueden ayudar de forma positiva a la hora de mejorar los síntomas, gracias a que mejoran y equilibran los neurotransmisores, que son sustancias químicas que transportan señales entre las neuronas, que encontramos en el cerebro, y el cuerpo.
Existen diferentes tipos de medicamentos utilizados para el tratamiento farmacológico del TDAH, que incluyen:
- Estimulantes: que ayudan a concentrarse e ignorar las distracciones. El metilfedinato, por ejemplo, es un estimulante derivado de las anfetaminas eficaz en aproximadamente un 60 y un 75 por ciento de los niños con TDAH. Actúa aumentando la dopamina en varias partes del cerebro, las cuales se encuentran implicadas en la atención.
- No estimulantes: como es el caso del bupropión o la atomoxetina, los cuales pueden utilizarse si los efectos secundarios de los medicamentos estimulantes son difíciles de manejar, o si por ejemplo existen condiciones médicas que impiden el uso de estimulantes. La atomoxetina actúa aumentando la noradrenalina, que es un neurotransmisor que regula los niveles de atención, actividad e impulsividad.
Por desgracia, aunque estos medicamentos puedan ser de utilidad también pueden causar algunos efectos secundarios graves, como: problemas para dormir, cambios de humor, pérdida del apetito, problemas del corazón y pensamientos o acciones suicidas.