Pareja y bebé, ¿son compatibles?
Todo el mundo dice que con la llegada del bebé, la pareja dejará de ser lo que era. Y es verdad, pero a medias. Si lo afrontamos juntos, el cambio puede fortalecernos como pareja.
El ajetreo de los primeros meses de vida del bebé y el sinfín de tareas en las que somos novatos, suelen relegar a un segundo plano la preocupación por la nueva forma que ha adquirido nuestra relación al asumir un hecho incuestionable: ahora somos mucho más que dos. Somos tres. Y eso demanda organización y bastante sentido del humor, además de aceptar el cambio. Según explica la psicóloga Isabel García, “con frecuencia, sentimos pudor de reconocer que tenemos miedo de que la pareja no vuelva a ser la misma que antes del embarazo. Frente a un hecho tan importante como el nacimiento de un hijo, nuestras dudas nos pueden parecer pueriles, menores. Y no lo son.
Hemos tenido ese hijo como culminación de una relación de pareja, e incorporarlo a ella sin perder la intimidad es, tal vez, una de las taras más importantes de esta nueva etapa”. Pero es más fácil decir que hacer, en especial con un pequeño y adorable ser que se alimenta de nuestro tiempo y nuestras energías. ¿Cómo pensar en términos románticos mientras corremos de un lado a otro de la casa para atenderlo, o nos dormimos por los rincones porque el pequeñín ha tenido una de esas noches…? “Del mismo modo que lo hicimos todo antes -apunta la experta- a partir de la complicidad y el cariño. ¿O es que antes del embarazo no teníamos trabajos, estudios y otros compromisos que nos quitaban tiempo? Seguro que sí. Pero inventábamos las formas de establecer burbujas de intimidad para la pareja. Y debemos seguir haciéndolo, ahora con más motivos”.
7 trucos que refuerzan la pareja
1. Recordarle a la otra persona que la queremos por sí misma (no solo por ser el padre o la madres de nuestro hijo). Cualquier ocasión es buena para un piropo sincero y merecido, destinado a él o ella y no por su habilidad paternal o por considerarla candidata al titulo de Madre del Año, sino por ser la persona que amamos.
2. Contar hasta 20. Dormimos poco y hay tanto que hacer, que a menudo el malhumor puede colarse en la vida cotidiana. Antes de estallar por una nadería y volcar ese mal rollo en la persona que mejor nos comprende, demos una vuelta a la manzana o practiquemos la empatía poniéndonos en su lugar. Seguro que nos ahorramos un mal rato del que nos arrepentiríamos un segundo más tarde.
3. Ser flexibles y ¡mucho! El tiempo es escaso y la posibilidad de hacer coincidir los momentos mutuos una lotería en la que solo, si extremamos nuestra disponibilidad, puede tocar el premio. Pero toca.
4. Disfrutar más que idealizar. En lugar de esperar -y de algún modo, exigir- el momento romántico ideal, valoremos los que logramos conseguir. Nada es más frustrante que percibir que el otro espera de ti algo que tiene y sientes, pero que en ese momento no puedes dar como lo ha soñado. Cada minuto en pareja que podamos compartir, aunque estemos agotados por el trajín diario, supone una inyección de vitaminas para el amor.
5. Si le deseas, díselo. No como una imposición o un concurso para ver si eres más importante que el bebé, sino con naturalidad. Expresa tu deseo aunque no haya posibilidad inmediata de concretarlo, porque es importante que tu pareja sepa que está ahí, y que tendrá su momento.
6. Ser positivos. Lamentarse solo sirve para convencernos y convencer a la otra parte de que no seremos capaces de salir adelante. Y podemos, claro que podemos, porque si pensamos en positivo siempre uno de los dos estará más fuerte para apoyar al que flaquea. Y viceversa.
7.Hacer planes realistas, asumiendo que ya no somos dos sino tres. Tener un objetivo realizable a medio plazo ayuda a superar momentos de estrés, especialmente si el plan de escapada, vacaciones o cambio de ambiente tiene en cuenta la prioridades del otro. Y del bebé, por supuesto.