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Síndrome de retraso de fase: por qué los adolescentes se acuestan tarde

Los adolescentes con síndrome de retraso de fase sufren una privación crónica de sueño que puede llegar a afectar al rendimiento escolar, ya que los chicos y chicas presentan claros síntomas de fatiga, problemas de atención y somnolencia durante la jornada escolar.

No hay manera de dormir a un adolescente. Se acuestan tarde, muy tarde, para desesperación de los padres, preocupados por el sueño de sus hijos. Y se levantan agotados y sin fuerzas, para mayor desesperación de sus padres, que difícilmente pueden evitar reprocharles la hora de irse a la cama, motivo evidente de su cansancio.

Parece que el problema se ha exacerbado por el uso de las pantallas móviles, que está demostrado que favorecen la dificultad para conciliar el sueño, pero la realidad es que siempre ha estado ahí. Y hasta tiene nombre. Se conoce como trastorno de retraso de la fase del sueño y del despertar o síndrome de retraso de fase (SRF) y es la alteración del ritmo circadiano más habitual, sobre todo entre adolescentes.

Qué es el síndrome de retraso de fase

El síndrome de retraso de fase se manifiesta en un retraso estable (de una hora y media o superior) en la hora del inicio (por insomnio) y de final del sueño de quienes lo sufren respecto a los horarios que consideramos normales en nuestro entorno.

No habría mayor inconveniente si ese retraso se diese siempre a la hora de ir a dormir y a la hora de despertarse, como sucede los fines de semanas y en periodos vacacionales, ya que los afectados, aunque en un horario distinto, dormirían las horas recomendadas. El problema es que, como los adolescentes van al colegio o al instituto, ese retraso solo se da a la hora de acostarse, mientras que los jóvenes deben levantarse a una hora normativa, generalmente muy temprana, para llegar a tiempo a sus clases.

El resultado es evidente: los adolescentes con síndrome de retraso de fase muestran gran dificultad para levantarse por la mañana y una privación crónica de sueño que puede llegar a afectar al rendimiento escolar, ya que los chicos y chicas presentan claros síntomas de fatiga, problemas de atención y somnolencia durante la jornada escolar.

Medidas para combatir el síndrome de retraso de fase

Los expertos en medicina del sueño señalan que el síndrome de retraso de fase tiene tratamiento mediante la administración de malatonina o de técnicas como la cronoterapia y la fototerapia. Sin embargo, también existen medidas de higiene de sueño y cambios a nivel social que podrían mejorar el síndrome de retraso de fase y sus síntomas. Entre las medidas de higiene de sueño se suelen señalar la necesidad de establecer unos horarios de sueño regulares, con pocas variaciones entre días escolares y festivos, la realización de ejercicio físico (nunca poco tiempo antes de acostarse), la evitación de siestas, cenas copiosas, y sustancias como el alcohol, la cafeína y el tabaco, y la desconexión de los dispositivos digitales, que nunca deberían entrar en la habitación, al menos dos horas antes de irse a la cama.

Entre los cambios que requieren de una toma de conciencia social, desde sociedades como la Asociación Española de Pediatría (AEP) o la Sociedad Española de Sueño (SES) algunos profesionales llevan tiempo reivindicando el cambio del horario para alumnos de ESO y Bachillerato, lo que implicaría un retraso en la hora de inicio de las clases, que pasaría de las 8:00 de la actualidad a las 9:00 o 9:30. También un adelanto en los horarios de las actividades extraescolares, sobre todo las deportivas, que durante la adolescencia suelen acabar muy tarde, casi a la hora de cenar, lo que favorece aún más los horarios tardíos de sueño de los chicos y chicas. Por último, una reforma del horario del prime time televisivo" rel="nofollow para que los programas estrella no acaben a altas horas de la madrugada.

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