
¡Buenos días, papis!
Los fines de semana, en cuanto se despiertan, los niños se van corriendo al dormitorio de los padres. Saben que allí les esperan mimos, abrazos, cuentos y risas.

¡Cuánto cuesta esperar a que papá y mamá se despierten para empezar la juerga! Los niños pequeños, si a los padres se le han pegado las sábanas, hacen todo lo que esté en su mano para espabilarle.

Hasta los bebés de pocos meses encuentran la manera de hacer fiestas en la cama de los padres, por ejemplo, escondiéndose bajo las sábanas y volviendo a aparecer. Jugar con nuestros hijos les estimula y desarrolla como pocas cosas más lo hacen.

Fin de semana. No hay escuela ni trabajos. Papá y mamá están completamente disponibles para los hijos: son todo ojos y todo oídos para ellos. Por eso los niños, en cuanto abren los ojitos, se van corriendo al dormitorio de sus padres, quieren escuchar el cuento que papá inventa para ellos, ver las sombras que mamá hace en la pared con las manos o acurrucarse y quedarse quietecitos entre sus brazos. Es un momento mágico.

Es el momento y el lugar ideal para dar rienda suelta a la imaginación: saltar como si el colchón fuera una cama elástica, lanzarse en plancha, hacerse cosquillas... Estando juntos y relajados todo nos hacer reír.

Entre los tres y los cinco años de edad, los padres son una figura fundamental para el niño y su juguete predilecto. Y se le ocurren cien mil travesuras (cariñosas) para hacer con ellos.

Los niños necesitan que sus padres les pongan normas y límites, pero ¡lo bien que se lo pasan cuando las transgreden con ellos!

¿Se acaba el repertorio de juegos y queremos más? Siempre podemos inspirarnos en el libro Juegos en familia, de Mireia Zabala Guitart (editorial Graó).

El niño no solo se cuela en la cama de sus padres para darles los buenos días y disfrutar de ellos: también se hace un sitio en ella durante la noche, cuando le duele la tripa, le ha despertado una pesadilla, siente celos de su hermano o tiene algún problema en el colegio. Cobijado bajo las sábanas y abrazado a sus padres, encuentra el alivio para sus males y el coraje que necesita para afrontar el nuevo día.