Ser Padres

Así cambia el cerebro de papá cuando cuida de su bebé

Sabíamos que la maternidad deja huella en el cerebro femenino, pero hasta ahora poca gente se había parado a estudiar qué pasa con los padres.

Está claro y es bastante intuitivo: durante todo el embarazo y el periodo de la lactancia la mujer experimenta muchos cambios en su cuerpo. Cambios que también se dejan ver en el cerebro, que se adapta a la nueva situación con modificaciones en sus estructuras que ya se empiezan a notarse desde las primeras semanas de la gestación. Hasta aquí, seguro que no te estamos contando nada nuevo. Pero, alguna vez te has preguntado ¿qué pasa con los padres? Te has parado a pensar si a ellos les ocurre algo similar que a las mujeres.  

Pues ésta es precisamente la pregunta que se hizo un equipo de científicos de la Universidad de Tel Aviv y que ahora desde Ser Padres queremos compartir contigo. Para resolverla, dicho equipo realizó un estudio sobre un total de 89 familias que acababan de tener su primer bebé.

En todas ellas podían identificarse distintos modelos de crianza: en algunas los cuidados recaían principalmente en la madre, en otros se repartían las tareas, y en un tercer grupo los padres eran una pareja de dos varones, por lo que ninguna mujer intervenía en los cuidados, y uno de los hombres ejercía como cuidador principal. Se midieron los niveles de oxitocina– una hormona relacionada con los lazos que se establecen entre el bebé y sus progenitores-, y también se les realizó una resonancia magnética para identificar las áreas del cerebro que se activaban cuando el progenitor estaba cuidando de su bebé.

Dos sistemas de cuidado

Los resultados revelaron que existen, digamos, dos “sistemas de cuidado parental” en el cerebro. El más primitivo, y que se manifiesta principalmente en las mujeres, aunque también lo hace en los hombres que ejercen como cuidadores principales, consiste en la activación de estructuras relacionadas con las emociones, especialmente la amígdala.

El segundo sistema está, sin embargo, relacionado con estructuras más posteriores en la evolución del cerebro humano como son las cortezas frontal y temporal, que se relacionan con la capacidad de empatía así como con las interacciones sociales. Todo lo anterior permite estar más atento a las necesidades que pueda tener en cada momento el bebé. La activación de estas zonas se detectó en todos los grupos estudiados y... ¡atención! también en los varones que ejercían como cuidadores secundarios.

Además, la conexión entre ambas estructuras –la emocional y la relacionada con la empatía y las interacciones sociales – era más intensa cuanto más tiempo pasaba el progenitor cuidando a su bebé y permaneciendo a su lado.

Estos resultados indican que el cerebro de los padres es enormemente plástico y se adapta perfectamente para cuidar lo mejor posible a su bebé, establecer lazos de apego con él y estar atento a todas sus necesidades.

Visto lo visto, se acabó eso de decir que la llegada de un bebé no cambia el cerebro de los hombres y que los cambios sólo afectan a las mujeres. Al contrario. Los hombres son absolutamente capaces de cuidar de los pequeños, de hacerlo perfectamente bien y de satisfacer con éxito sus necesidades.

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