Pop, rock, Mozart… ¿Qué música pongo a mi hijo?
Los niños son especialmente sensibles al poder de la música. Los pone en movimiento, los vuelve creadores y arrastra a su paso emociones reprimidas.
Escuchar a Mozart puede ser ideal mientras hacen puzzles o antes de ir a dormir, pero lo que más los va a enriquecer es la variedad musical, ya que cada estilo les aporta una experiencia de su cuerpo y una información muy enriquecedora.
- Las canciones infantiles (o cantadas por niños) les encantan; tienen ritmos muy divertidos, además de letras repetitivas que se aprenden con facilidad: amplían su vocabulario, y se animan a cantar y bailar a la vez, lo que favorece su coordinación cuerpo-mente.
- La música pop les gusta porque la escuchan mucho, tiene un ritmo muy bailable y además le gusta a mamá y papá, un plus. Les ayuda a desarrollar el oído musical.
- La música clásica induce un estado de relajación que podemos utilizar para momentos de trabajo intelectual (puzzles), o simplemente de fondo para cualquier actividad.
No olvidemos que también se puede bailar, e interpretar con movimientos largos y lentos, de los que también disfrutan. - La salsa y ritmos latinos son bailes muy rápidos que implican una dificultad extra para ellos. No obstante, si perseveran mejoran poco a poco su rapidez psicomotriz, lo que les produce una gran satisfacción personal. Este tipo de ritmos, además, están relacionados con la fiesta y la alegría de vivir.
- Los bailes regionales, al contrario de lo que se piensa, son fáciles de aprender, y les ayudan a ponerse en contacto con sus raíces y su cultura. Además, les ayudan en su socialización: en las fiestas populares se sentirán uno más bailando este tipo de danza, como todo el mundo.
- Hay que valorar aparte y especialmente las canciones que aprenden a cantar y bailar en el cole. Las aprenden con sus compañeros, y suelen ir acompañadas de bailes en los que se divierten y superan.