6 planazos para divertirse en familia el fin de semana
El fin de semana es especial porque la familia está junta y tiene la oportunidad de hacer lo que quiera: relajarse, descansar y realizar un plan especial o disfrutar simplemente de lo cotidiano.
El fin de semana entraña un peligro: si durante la semana nuestra actividad contiene pocos descansos, es posible que lleguemos con deseo de tirarnos en el sofá y sin ganas de hacer nada. Pero descansamos mucho más y desconectamos mejor pasando un día divertido y rico que no haciendo nada. Planificar es importante para lograrlo. Junto a cierta rutina, es importante llegar a ese día con un interesante plan bajo el brazo. Casi todo vale si lo hacemos juntos.
1. Inventar palabras
Tumbados boca arriba y después de haber reído un rato, nuestra imaginación está lista para inventar extrañas palabras con múltiples sentidos. Inventar es un juego, interpretar es otro, tararear palabras es otro… En realidad, cualquier cosa que se nos ocurra vale. El profundo bienestar y la seguridad que proporcionan estos momentos acompañarán a los niños toda la vida.
2. Marionetas
Organizar un teatro de marionetas puede ejercitar mucho la imaginación. Según su edad, podemos hacer antes los escenarios, preparar y vestir a las marionetas convenientemente, pensar un guión original o contar la historia mil veces contada que tanto le apasiona. No es necesario tener infraestructura alguna, de hecho cuanto más tengamos que hacer juntos, mejor. Ni siquiera son necesarias las marionetas: unos cuantos calcetines y algunas pegatinas serán suficientes para construir un montón de buenos personajes. Les encanta inventar historias sobre la propia familia o recrear momentos que ya han ocurrido. Podemos utilizar esta opción como forma de comunicación con ellos y así permitirles expresar sus miedos.
3. Sesión de cine
Implica mucho más que darle a un botón. Ponernos de acuerdo en la película será la primera prueba; la segunda preparar las palomitas o el zumo o el agua. Después solo queda sentarnos expectantes frente a la pantalla y reír juntos, comentar lo que está pasando y expresar nuestras opiniones. Los niños “aprenden” a ver cine o televisión y a juzgar lo que está pasando a partir de nuestros propios juicios. Al terminar podemos inventar un juego de preguntas y respuestas sobre la película, generar un debate respecto al tema, inventar otro posible final para la historia que acabamos de ver, dibujar la escena que más nos ha gustado…
4. Juegos de mesa
A partir de los cuatro años hay juegos de mesa familiares que sirven APRA pasar un buen rato entretenidos a la vez que los pequeños aprenden a respetar las reglas y turnos, a ganar y a perder. Antes de los cuatro años podemos compartir un rato haciendo puzles (cada uno el suyo) o construyendo algún tipo de civilización con bloques de madera. Cada edad tiene sus juegos y juguetes y la señal de que hemos acertado es que el niño se concentra en lo que hace. Si le resulta demasiado fácil o difícil, perderá el interés.
5. Nos disfrazamos
Se trata de convertir un pañuelo en capa, una gorra en sombrero, una madeja de lana en red, un bolso en maleta y, sobre todo, un niño en superhéroe o superheroína, en vaquero o en princesa, en monstruo o en alienígena…
Disfrazarse es uno de los mayores placeres de la infancia, les apasiona convertirse durante unos momentos en alguien que aún no se es pero cuyas características pueden ser adquiridas con solo cambiar el vestuario. Habilitar una casa de disfraces con antiguas prendas de vestir, complementos y pinturas será la delicia de pequeños y mayores en cualquier tarde de domingo.
6. ¿Preparamos un bizcocho?
Meter las manos en la masa les apasiona a cualquier edad. Y si luego eso se convierte en un bizcocho que podemos mojar en chocolate recién hecho, no hay más que decir. La cocina es, para los niños, una especie de apasionante laboratorio.
Una vez les hemos dejado las normas claras (“solo mamá se acerca al horno”) hagamos un gran bizcocho y algunas pequeñas galletas que ellos podrán moldear mejor con sus manitas, donde más importante que seguir la receta al pie de la letra es la posibilidad de experimentar, realizar formas con la masa y añadirle cositas que jamás se nos habría ocurrido.