3 de cada 5 niños padecen el síndrome de la agenda vacía en vacaciones
Arrancan las vacaciones escolares. La llegada del verano supone para las madres y padres españoles un reto a la hora de conciliar su horario laboral con el período vacacional de sus hijos. Sin embargo, muchos niños sufren el síndrome de la agenda vacía, ahora que llega el tiempo de descanso.
Con el inicio de las vacaciones infantiles, los campamentos de verano y las estancias en casa de los abuelos se convierten en la solución más empleada por muchas familias a la hora de compaginar el cuidado de los niños con el trabajo. Cada vez es más frecuente que las familias que se encuentren más reducido su espacio de ocio y disfrute juntos por la proliferación de actividades y obligaciones tanto laborales como escolares. Esto afecta a la calidad de las relaciones familiares durante el curso, y ahora que llega el momento de descanso pasa factura.
Este exceso de actividad y deberes tanto en los niños como en los adultos en una temporada que está pensada para el descanso, se agrava en el caso de niños de corta edad y adolescentes, víctimas cada vez más acentuadas de la sobreocupación y de la supeditación a unas agendas que poco difieren de los requerimientos de la de sus padres.
Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta y directora de Coaching Club explica “a las puertas del inicio de las vacaciones, incluso con algunos colegios forzados a adelantar el fin de las clases debido a la ola de calor, se produce la paradoja de las exigencias de la conciliación laboral frente a la situación en la que muchos niños despiertan cada día con una agenda repleta de actividades. Es en esta búsqueda de ocio para los niños donde se produce una sobreocupación infantil en la que casi es imposible que los pequeños puedan descansar”.
Pánico a la agenda vacía
“Además de las obligaciones escolares habituales, muchos niños y adolescentes reciben clases adicionales de idiomas, de apoyo en algunas asignaturas, disciplinas artísticas, deportes, etcétera; con lo que se sumen en una dinámica incesante de programas recargados desapareciendo los espacios para el juego, el ocio o el entretenimiento”, explica la terapeuta.
No mimetizemos a los niños con el angustioso ritmo de vida de los adultos
“En la frenética vida laboral de los padres, se da la situación de que no logran transmitir a sus hijos las experiencias de ocio o los juegos propios de la infancia. Al contrario se empeñan obsesivamente en que no adolezcan de carencias que observan en sí mismos, recargando sus obligaciones hasta límites inasumibles”, afirma Verónica Rodríguez Orellana.
Es importante recordar la importancia de que los pequeños dispongan de un tiempo de distensión, de descanso, hasta incluso de aburrimiento que posibilite que se ponga en marcha su imaginación y su creatividad, habilidad clave para completar el proceso educativo.
La exigencia pasa factura
Los padres deben tener en cuenta que ese cúmulo de actividades y de obligaciones durante todo el curso escolar disminuye la capacidad de sus hijos para percibir y conectarse con sus propias necesidades emocionales, así como para desarrollar sus propias aptitudes personales y su talento. En palabras de Verónica Rodríguez Orellana: “Los primeros síntomas que nos indican a las claras que un niño empieza a padecer de sobrecarga serían la pérdida de apetito, las dificultades para conciliar el sueño, la creciente irascibilidad, la dificultad para relacionarse socialmente o la disminución del rendimiento académico, además de las consecuencias de un estrés sobrevenido cuando sienten una desproporción entre las demandas exigidas y las posibilidades y recursos en sus manos para tratar de satisfacerlas”, explica .
¿Qué pueden hacer los padres para evitar el síndrome de la agenda vacía? Para ayudar a planificar estos dos meses y medio de vacaciones infantiles es importante tener esto en cuenta:
¿Menos actividades? ¿Y cómo me organizo?
Como señala Roberto Martínez, director de la Fundación Másfamilia, “las empresas de nuestro país deben ser conscientes de la importancia de incorporar medidas de conciliación que ayuden a sus empleados a compatibilizar su jornada laboral con la vida familiar, sobre todo en el período estival”.
Lógicamente, no se trata de trabajar menos o de que cada empleado actúe por su cuenta. Cuando se habla de conciliación, se hace referencia a que los mandos directivos de las empresas operen con sus empleados bajo criterios de flexibilidad. “El teletrabajo durante algunos días de la semana o la flexibilidad horaria en la entrada y salida de la oficina son algunas de las alternativas que pueden mejorar enormemente esta situación”, explica Martínez.
Para que estas medidas se puedan desarrollar resulta imprescindible que las personas que desempeñan puestos de dirección confíen en sus empleados. “No se pueden implantar medidas de conciliación y teletrabajo si no existe un diálogo basado en la confianza”, argumenta el director de la Fundación MásFamilia.