Ser Padres

¡Nos separamos! Cómo se lo explicamos a los niños

¿Es cierto que las diferentes estructuras familiares influyen en el bienestar psicológico de los niños? ¿Cómo explicarles a los niños que sus padres se divorcian? Estas y otras muchas preguntas nos las responde la experta:

Familias numerosas, familias homoparentales, familias de acogida, familias reconsituidas, familias interculturales...Existe un sínfin de modelos de familia, según nos explica Teresa Blat, presidenta de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) quien nos da las claves para la estabilidad psicológica y emocional de un niño. ¿Y si los padres se divorcian? ¿Y si uno de ellos fallece?

Blat es licenciada en Derecho por la Universidad de Valencia, master en Administración Pública por el Instituto Ortega y Gasset y DEA en Derecho Constitucional, Ciencia Política y de la Administración. Teresa Blat ha trabajado como funcionaria técnica de la Administración en los Ministerios de Trabajo y Asuntos Sociales, y Asuntos Exteriores y Cooperación. Ha sido directora del Instituto de la Mujer y cuenta con una amplia experiencia en el ámbito asociativo, donde ha ocupado los cargos de Vicepresidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP), Vicepresidenta de la Coordinadora Española del Lobby Europeo de Mujeres (CELEM) y actualmente Presidenta de la Unión de Asociaciones Familiares.

Los cambios sociales, demográficos, legislativos y de valores han provocado profundas transformaciones sociales que han tenido impacto sobre la familia y han ido diversificando cada vez más los modelos familiares, ampliando la libertad de elección individual y las posibilidades de convivencia. Familias monoparentales, adoptivas, de acogida, reconstituidas, interculturales, migrantes, de minorías étnicas, homoparentales, familias creadas a partir de las técnicas de reproducción asistida y familias con necesidades específicas como las de personas dependientes o con discapacidad dan cuenta de esta gran diversidad familiar.

Es difícil calcular el número de familias homoparentales ya que las estadísticas oficiales ofrecen únicamente la cifra de matrimonios entre personas del mismo sexo pero no si tienen hijos o hijas. Tampoco contabiliza aquellas parejas homosexuales que sin estar casadas tienen hijos o hijas. Lo que sí sabemos es que la Ley de Matrimonio Igualitario supuso el reconocimiento legal de estas familias que de hecho ya existían y la garantía de derechos para sus hijas e hijos.

Existen numerosas investigaciones sobre el desarrollo de niños y niñas en relación con la diversidad familiar. Estudios como los del Centre for Family Research de la Universidad de Cambridge demuestran que el modelo familiar no influye en el bienestar psicológico de los niños y las niñas. Una conclusión que comparte Enrique Arranz, Catedrático de Psicología de la Familia de la Universidad del País Vasco, que añade que “la calidad de la interacción familiar y el ajuste psicológico infantil dependen del buen trato, de la promoción del desarrollo y de una parentalidad que proporcione un entorno de seguridad, estabilidad y protección, no de la estructura familiar”.

No existen unas fortalezas o debilidades asociadas al modelo familiar en sí. Como decía, lo importante es ejercer una parentalidad que proporcione al niño o la niña un entorno donde encuentre el afecto, el cuidado y la estabilidad necesarias que le permitan desarrollarse plenamente y prepararse para la vida adulta. En todo caso, lo que sí se observa a través de la muestra del estudio de la Universidad del País Vasco es que las familias homoparentales muestran una gran motivación hacia su rol parental, lo que unido a otras variables como el alto nivel educativo y económico favorecen el bienestar psicológico de los y las menores.

El reconocimiento legal de las familias homoparentales no implica su reconocimiento social y por ello siguen sufriendo discriminaciones, por ejemplo, en el entorno escolar o en cuestiones burocráticas en la Administración. Por ello, es necesario integrar la diversidad familiar en los currículos escolares y formar tanto al profesorado como al personal de la Administración sobre esta realidad social.

La seguridad y estabilidad emocional de la infancia depende de un adecuado ejercicio parental, lo que llamamos “parentalidad positiva”, es decir, procurarles bienestar desde una perspectiva de cuidado, afecto, protección, enriquecimiento, seguridad personal y no violencia, proporcionándoles reconocimiento y pautas educativas, incluyendo el establecimiento de límites, estimulándoles en su desarrollo intelectual y afectivo y ofreciéndoles un entorno saludable tanto en la familia, como en el colegio y la comunidad.

Es imprescindible que incluyan la diversidad familiar dentro del currículo escolar y eso significa visibilizar los distintos modelos familiares en libros de texto y materiales didácticos. También deben estar presentes en el discurso del profesorado, de forma que los niños y las niñas entiendan que todas las familias, sea cual sea su estructura, son igualmente válidas y se sientan, de este modo, seguros y reconocidos.

Hay que tener en cuenta que cualquier cambio familiar afecta a los hijos y las hijas, y evidentemente la ruptura de la pareja conlleva un proceso de adaptación que puede ser difícil para ellos. Debemos afrontar este proceso dedicando un tiempo especial a los menores, preparándonos para escucharles y tranquilizarles, apartándoles de las discusiones, favoreciendo el respeto hacia el otro progenitor, evitando en lo posible cambios bruscos y dejando que tomen parte en los planes de futuro.

Explicarles de forma serena, clara y directa que la ruptura se produce solo entre la pareja y no en relación a ellos suavizará su miedo natural a perder a sus progenitores. Además es importante no culpabilizar al otro progenitor ni directa ni indirectamente para evitar que los menores tengan que tomar partido o etiquetarles como buenos o malos. También deben entender que en ningún caso ellos son causa de la ruptura para que no se sientan culpables. Y por último, conviene hacerles saber que aunque la situación de la familia va a cambiar, ellos seguirán viendo a sus progenitores a menudo y con regularidad.

En contra de lo que se pueda pensar, evitar hablar del fallecimiento no es en ningún caso una forma de proteger al niño o la niña. Es importante hablar para que el duelo siga su proceso y no se convierta en un duelo congelado que impediría superarlo. Por tanto, es conveniente hablar de ello y responder a las preguntas que el niño o la niña tenga, adaptando las respuestas a la edad. Así, por ejemplo, los más pequeños darán un significado u otro a la pérdida en función de la reacción de las personas de su familia y su entorno más cercano.

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