Cambios de humor, caída del cabello, sangrado o pérdidas de orina son algunas de las consecuencias que el cuerpo de una mujer puede experimentar después de dar a luz. Eso sí todas ellas ¡son temporales!
El cuerpo de una mujer embarazada no vuelve a su ser de un día para otro después del parto. Ni mucho menos. La recuperación física y la adaptación psíquica a la nueva vida, tras la llegada del bebé, requiere de un cierto tiempo. ¿Cuánto? No hay una ciencia exacta. Depende de cada caso.
Eso sí, por mucho que muchas famosas sostengan que salieron del paritorio con la tripita plana o que en tres días ya estaban haciendo vida normal, la realidad es otra y bien distinta. ¡Que no te engañen!
Las aproximadamente 40 semanas de embarazo y el parto someten al cuerpo de cualquier mujer a una transformación de la que las hormonas son testigos en primera persona y directas responsables. Son precisamente esas hormonas las que originan que tras el parto el carácter y el humor de una mujer sea muy cambiante y pueda pasar de la risa al llanto, y viceversa, en cuestión de segundos.
Tampoco es de extrañar que al volver a casa de la maternidad, la mamá siga teniendo algunas contracciones debido a la contracción del útero hacia su tamaño original, tenga algunas pérdidas de orina, por el peso al que se ha sometido al suelo pélvico durante la gestación, o tenga algunos sangrados, los llamados loquios (son el revestimiento orgánico acumulado durante el embarazo y del que el útero se desprende tras el parto).
Tanto las contracciones como los loquios pasarán en apenas unos días, pero no pasará lo mismo con otras, llamémoslas consecuencias de la maternidad. El pelo y la piel también resultan afectados. Y es que si durante el embarazo las embarazadas pueden presumir de brillo, fuerza y agilidad en su melena, tras el parto su cabello suele estar más apagado y pobre tanto en brillo como en volumen y cantidad.
Con la piel pasa exactamente lo mismo. Las mujeres embarazadas suelen estar radiantes. Sin embargo, tras el parto su piel suele presentarse más grisácea o amarillenta. ¡Hay que mantener la calma, todo pasa! Eso sí, hay que ser consciente de los cambios para tomarlos como lo que son: cambios que en su inmensa mayoría terminan por desaparecer.
La barriga no desaparece tras el parto
Sería estupendo pero no es así. Del paritorio no se sale con el vientre plano, aunque sea lo que muchas mamás famosas transmiten en los medios de comunicación. Tras nueve meses de embarazo el cuerpo ha ido modificándose para adaptarse al crecimiento del niño y ahora todo debe volver a su sitio. No se trata de un proceso rápido, pero se puede acelerar practicando ejercicios hipopresivos que tonificarán de nuevo el abdomen y el suelo pélvico.
Se pueden seguir teniendo contracciones
Otro de los órganos que debe volver a su tamaño inicial, tras haber albergado al bebé en su interior, es el útero. Las contracciones son la forma natural que tiene nuestro organismo de reducir el útero y se suelen producir durante el momento de la lactancia debido a la liberación de oxitocina que provoca la succión. Pueden llegar a ser incomodas, pero son una molestia pasajera, desaparecerán en unos días.
Sangrar hasta seis semanas
Para una correcta recuperación interna, el útero debe deshacerse de todo el revestimiento orgánico acumulado durante el embarazo, por lo que es habitual expulsar un flujo similar al de la menstruación. Estas pérdidas se conocen como loquios y su duración habitual se sitúa entre dos y seis semanas.
Inflamación de los órganos sexuales
La enorme dilatación del suelo pélvico producida durante el parto vaginal ocasiona que los genitales se inflamen o que, incluso, pueda llegar a producirse algún desgarro. Por este motivo, durante las primeras semanas no es raro sentir molestias en la zona. Tomar baños de asiento con agua fresca, realizar ejercicios Kegel de suelo pélvico y evitar las relaciones sexuales completas durante la cuarentena favorecerá que desaparezca la inflamación y que los genitales se recuperen correctamente.
Posibles pérdidas de orina
Durante todo el embarazo, la musculatura del suelo pélvico permanece sobrecargada, así que pueden alterarse los músculos que sujetan la vejiga y ayudan a controlar la orina. Esta es la causa de que suceda algún escape de orina o se den dificultades en la micción. En ese caso, es recomendable consultar con la comadrona, que indicará cómo realizar ejercicios de recuperación durante las primeras semanas.
Recuperar el peso anterior no es inmediato
Al igual que no es viable lucir un vientre plano inmediatamente después del parto, tampoco lo es tener la misma figura o pesar los mismos kilos. El cuerpo de la mujer sufre una gran transformación, tanto interna como externa, y necesitará un tiempo razonable para deshacerse de los kilos de más. Acudir a un profesional que diseñe una dieta especifica que aporte los nutrientes imprescindibles (especialmente si se está amamantando) y comenzar a practicar ejercicio de baja intensidad ayudará a ir eliminando la grasa de manera saludable.
Cambios de humor
El embarazo, el parto y el posparto son una montaña rusa para las hormonas que requerirán su tiempo para estabilizarse. Si a esto le sumamos el cansancio, la ausencia de horas de sueño y la adaptación a la nueva dinámica familiar, lo normal es que el estado emocional de la mamá reciente se altere y experimente situaciones en las que pase fácilmente de la alegría a la tristeza. No hay que preocuparse, suele pasar en unas semanas, pero si no es así es conveniente consultar con un médico.
Cambio y caída en el cabello
Durante nueve meses, las embarazada suelen presumir de un cabello más fuerte, más brillante y más abundante. Por desgracia, tras el parto, esto cambiará considerablemente debido a la acción de las hormonas. Después de dar a luz, los estrógenos caen en picado y hacen caer también el cabello que habían mantenido en excelentes condiciones durante el embarazo. Esta caída se denomina efluvio telóngeno posparto y es muy frecuente. La buena noticia es que se trata de algo temporal: entre tres y seis meses todo vuelve a la normalidad.
Piel más seca y con estrías
Nuevamente las hormonas son las principales responsables de los cambios que se producen en la piel tras el parto. Si, durante la gestación, la tónica habitual había sido tener “buena cara”; la sequedad, la flacidez y la pérdida de luminosidad serán algunos de los signos que se revelarán en el posparto. Eso por no hablar de las temidas estrías, que marcarán la piel de las zonas que hayan sufrido mayor dilatación. Una buena alimentación, suficiente hidratación y el uso constante de cosméticos adecuados ayudan a minimizar estos efectos.
Posibles dificultades en la lactancia
Dar el pecho no es algo tan sencillo como colocar al niño y esperar a que succione. Surgen muchas dudas y momentos en los que no se sabe qué hacer exactamente. Mantener la calma, confiar en la capacidad natural de la mujer para alimentar a su hijo y acudir a grupos de apoyo donde resuelvan sus inquietudes serán las mejores formas de establecer una lactancia exitosa.
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