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Parto inducido, en qué casos es aconsejable

Lo ideal es que el bebé venga al mundo de forma natural, pero a veces es necesario desencadenar el parto de forma artificial porque continuar con el embarazo puede suponer un riesgo para la madre, para el feto o para ambos.

En algunas ocasiones es preciso inducir el parto para proporcionar asistencia médica al recién nacido, por ejemplo si sufre patologías cardiacas o pulmonares, o malformaciones que requieran una intervención quirúrgica o un tratamiento rápido, para lo cual tiene que nacer en un momento determinado.

En principio, también es posible inducir el parto en los embarazos gemelares y cuando la madre ha tenido una cesárea, pero extremando las precauciones. En todos los casos, la matrona controla regularmente el estado de salud de la madre y del bebé.

Se aconseja en caso de...

Cuando se rompe la bolsa de aguas, lo normal es que en poco tiempo aparezcan las  contracciones y comience la dilatación. Pero a veces no ocurre así y la mujer no se pone de parto.

En este caso, el tocólogo ingresa a la gestante y la mantiene en observación de 12 a 24 horas, vigilando el estado del feto con monitorización frecuente, y la protege de una posible infección administrándole antibióticos. Si en ese tiempo el parto no se inicia de forma espontánea, será necesario provocarlo.

Si la gestación supera la semana 41+ 3 días (la edad gestacional se valora con ecografía) y la mujer no se pone de parto, se le induce.

Algunos trastornos que sufre la madre, como la  hipertensión o la diabetes (especialmente la de tipo I), pueden afectar a la salud del feto o de la propia embarazada si la gestación continúa.

También justifican una inducción las patologías renales, cardiacas, pulmonares o hepáticas, algunos tipos de cáncer y las infecciones en el útero.

Si el tocólogo ve que el líquido está teñido de meconio (el feto ha defecado dentro del útero), será preciso finalizar la gestación, pues ello puede indicar que el bebé no se encuentra bien.

El feto deja de crecer dentro del útero a un ritmo normal. Esto indica que se está produciendo alguna alteración que impide la correcta nutrición del pequeño, y que puede ocasionarle problemas serios de salud, incluso la muerte dentro del útero.

Cuándo está contraindicado

Hay algunas situaciones en las que no se puede inducir un parto.

En estos casos, se practica una cesárea.

¿Qué riesgos tiene provocar el parto?

La inducción es un procedimiento artificial. Los profesionales usan medios para imitar a la naturaleza y hacer posible el nacimiento en una mujer en la que aún no se ha iniciado el proceso de parto. Esto, a veces, no es del todo perfecto y puede provocar efectos secundarios.

Como estos partos son más largos, la mujer se cansa más y tiene más posibilidades de sufrir fiebre durante el parto, deshidratación y exceso de contracciones (y, por tanto, de rotura uterina). Al aumentar la posibilidad de terminar en cesárea o parto instrumental, se suman los riesgos de dichos procedimientos (infección, dolor, hemorragia y desgarros del canal de parto).

Él también puede acusar un parto largo manifestando una pérdida de su bienestar dentro del útero. Por esta razón, la tasa de cesáreas aumenta en los partos inducidos.

La inducción del parto la aconseja un profesional especialista (tocólogo) que previamente ha valorado que para la madre y/o el feto es mejor finalizar el embarazo que continuar con él.

Gema Magdaleno del Rey es matrona del Hospital La Paz, Madrid.

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