Ser Padres

En qué casos se induce el parto

Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), hay hasta seis contextos distintos donde se aplica este proceso, cinco de ellos por motivos médicos y uno por elección de la embarazada siempre y cuando se den las condiciones para ello.

La inducción al parto es, como su propio nombre indica, un proceso que se lleva a cabo para iniciar el trabajo de parto. Hay diferentes técnicas para hacerlo, pero lo más importante para una mujer embarazada es saber en qué casos está justificado hacerlo desde un punto de vista médico.
Para la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), “Se considera indicada la inducción cuando los beneficios de finalizar la gestación para la salud de la madre y el feto son mayores que los beneficios de permitir que el embarazo continúe, siempre que no existan contraindicaciones y se cumplan las condiciones para realizar dicha conducta”.
El Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona explica que “Este proceso solo se realiza sólo cuando es necesario, ya sea por condiciones maternas o fetales” y señala tres situaciones frecuentes en las que el equipo médico valorará la inducción del parto: “Rotura de la bolsa de aguas si no se han iniciado contracciones de parto, Si la fecha probable de parto ha pasado hace más de una semana, o incluso antes de la fecha probable de parto si la mujer embarazada presenta ciertos factores de riesgo, tales como: diabetes del embarazo o hipertensión, no tiene suficiente cantidad de líquido amniótico, el bebé crece poco o hay signos de infección en el útero, malformaciones fetales o circunstancias sociales, entre otras”.

Detonantes para inducir el parto

Estos tres contextos están contemplados por la SEGO como escenarios en los que, salvo excepciones puntuales que indiquen lo contrario, es aconsejable la inducción del parto. En concreto, cifra en 41 o 42 semanas de embarazo un motivo de peso para valorar la inducción y en 24 horas el plazo máximo para inducirlo cuando se producen complicaciones médicas o del embarazo, como por ejemplo la rotura prematura de membranas.
Además, menciona, como se puede leer en esta guía sobre la inducción al parto que lleva su sello, tres contextos más en los que la inducción  al parto es una opción: dos de ellas están justificadas desde un punto de vista médico, las “infecciones o muerte fetal dentro del útero y la sospecha de riesgo fetal por no recibir los nutrientes o el oxígeno suficiente a través de la placenta”.
Sobre la muerte fetal, la Asociación Española de Pediatría indica en este artículo divulgativo titulado Muerte fetal tardía que “En el 80% de los casos se inicia el parto de forma espontánea en las 2 o 3 semanas que siguen a la muerte fetal” pero que “En la mayoría de los casos el diagnóstico de la muerte fetal se realiza antes de transcurrido este tiempo por lo que será preciso establecer la conducta más apropiada, que suele ser la inducción del parto”. En opinión del grupo de médicos especialistas que firma el artículo publicado por la AEPED, “Atendiendo a cada situación particular, se recomienda terminar el embarazo en un plazo de tiempo corto, si es posible en las primeras 24 horas tras el diagnóstico dado el estado emocional materno”. En caso de que “se presenten signos de infección, rotura de membranas o coagulopatía”, la inducción al parto ha de ser inmediata, concluye el artículo

Inducción electiva

Además de los cinco casos descritos en los que se suele aplicar la inducción al parto existe uno donde no es una emergencia médica lo que lleva a acometer la inducción al equipo médico que supervisa el embarazo: la inducción electiva.
Así llama la SEGO a la decisión por “factores logísticos o personales” de desencadenar el parto en una fecha programada previamente.
“En estos casos, las condiciones para iniciar la inducción deben ser muy rigurosas y favorables y siempre que el embarazo haya llegado a término, existe madurez fetal y si no existen complicaciones médicas u obstétricas”, advierte la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia al respecto.
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