Cuarentena en verano, ¿un problema?
Para algunas mamás suponga quedarse ‘sin vacaciones’, dar a luz en verano tiene sus ventajas. Te las contamos
Como decíamos, el verano con su calorcito y su buen tiempo invita a salir. El estado de ánimo suele ser más positivo y el ambiente de relax que se respira ayuda a llevar mejor el cansancio de las primeras semanas con el bebé. Sólo hay que tener en cuenta algunos consejos para sobrellevar el calor y aprovechar lo mejor de estos meses para la recuperación posparto.
Sol
Una ventaja de dar a luz en verano es que se puede salir con el bebé todos los días. El paseo diario constituye un estímulo tanto para la recuperación de la madre como para el desarrollo del niño. En verano hay que sacarle en las horas menos calurosas, ligero de ropa y con sombrilla. La madre también debe protegerse del sol con una gorra o sombrero y una crema de protección solar alta.
Los cambios hormonales del embarazo han podido oscurecer la piel en torno a la nariz y la boca (cloasma); para evitar que esas manchas de la cara vayan a más es fundamental aplicarse la crema media hora antes de salir a la calle. El dermatólogo puede ayudar a que desaparezcan con tratamientos locales, pero lo más importante es evitar que les dé el sol durante todo el año, y especialmente en los meses de verano.
Higiene corporal
Cuando el calor aprieta es necesario extremar la higiene íntima y ducharse varias veces al día. Los loquios tienen un olor característico, que unido al sudor puede resultar algo desagradable. Si a la mujer le han practicado una episiotomía, puede tener la necesidad de asearse más a menudo para refrescarse y sentirse limpia, pero conviene no abusar demasiado para no ablandar en exceso la cicatriz. Hay que lavarse con agua y jabón neutro y secarse muy bien la zona sin restregar, dando pequeños toques de delante hacia atrás con una gasa o una toalla suave para no irritar. Es importante cambiarse a menudo de compresas (las de algodón porque transpiran mejor), para evitar la humedad en la zona. Si se puede, conviene dejarla al aire unos minutos.
Durante el puerperio (los 40 días que siguen al parto) pueden presentarse episodios transitorios de sudoraciones o sofocos. Son trastornos puntuales y de aparición súbita, relacionados con los desajustes hormonales del posparto y con los cambios de temperatura corporal que se dan en la lactancia (la producción de leche puede aumentar la sensación de calor). Para prevenirlos, hay que evitar los ambientes sobrecargados.
Cansancio y sueño
La llegada del bebé trastoca la rutina del hogar y multiplica el trabajo. A ello se suma el cansancio físico del parto, los cambios hormonales, y el calor, que provoca cierta desgana. Aunque nuestro deseo de estar con el bebé a todas horas, es importante implicar todo lo que se pueda al papá que, además, suele encontrarse de vacaciones y dispone de más tiempo libre, y pedir ayuda a los familiares y amigos que nos ayuden con la casa o con los hijos mayores, si los tenemos.
El calor entorpece el sueño, ya trastocado por los despertares del bebé. Por eso, es importante descansar cuando lo haga el chiquitín, aunque sea en cabezaditas cortas, y echarse la siesta durante todo el verano. Si el bebé no duerme en ese rato, puede quedarse con el papá o con otro familiar.
Alimentación
Una preocupación habitual en las mamás recientes es que la báscula vuelva a señalar el peso previo al embarazo rápidamente para poder lucir la ropa de verano (más indiscreta que la de invierno); pero hay que tener paciencia y no desesperar. Los médicos recomiendan no iniciar ningún tipo de dieta de adelgazamiento en las seis semanas que siguen al parto, aunque sí se pueden tener algunos cuidados para controlar el peso: por ejemplo, evitar el picoteo entre comidas. Hay que alimentarse de forma sana, seguir una dieta variada y equilibrada y beber líquido en abundancia para evitar la deshidratación, eso sí, procurando no abusar de ciertas bebidas refrescantes típicas de la época estival, como la horchata, la leche merengada o los granizados, que contienen mucho azúcar.
Viajes
Salir unos días de vacaciones y cambiar de aires puede ser una excelente idea, siempre que la madre se encuentre lo suficientemente recuperada. En cualquier caso, se recomienda esperar al menos 15 días después de dar a luz para hacer un viaje.
Aunque no existen inconvenientes para realizar un viaje en coche, tren o avión (al final del embarazo el riesgo era un parto prematuro), durante las cuatro primeras semanas puede resultar algo incómodo por la intensidad de los loquios y las molestias de la cicatriz de la episiotomía o de la cesárea.
Conviene elegir un lugar de vacaciones que no trastoque demasiado los hábitos y costumbres del recién nacido, y donde haya un pediatra cerca por si surge algo. Para las revisiones, es mejor esperar a volver a casa y hacerlas con el médico del niño siempre que no se retrasen demasiado.
Baños
La mujer puede ducharse ya al día siguiente del parto. El baño se desaconseja hasta después de la cuarentena por el riesgo de infección que conlleva.Por esta razón, hasta pasado un mes o mes y medio hay que evitar sumergirse en el mar o en la piscina. El cuello uterino no se ha cerrado completamente y al bañarse podría entrar agua en la cavidad uterina y causar infecciones que, pueden llegar a ser realmente graves. Tras una cesárea se deben mantener las mismas precauciones, no tanto por la cicatriz externa, que tarda unos 15 días en curar, como por la permeabilidad del canal cervical.
Estado de ánimo
Los primeros días es normal sentir tristeza, inseguridad e incertidumbre ante los cambios que se avecinan. Los reajustes hormonales y la preocupación por el niño son razones suficientes para sufrir algún bajón de ánimo. Además, en verano puede influir el hecho de que los familiares y amigos se marchen de vacaciones y los nuevos padres tengan que quedarse en casa. Pero hay que pensar en positivo: cuando regresen estarán de vacaciones y tendrán más tiempo para ayudar. Es frecuente que la madre se sienta algo deprimida porque la ropa de verano no le sienta igual de bien que el año pasado.... pero el mal trago ante el espejo se suele compensar siempre con la alegría de ver y abrazar al pequeño. Además, el verano pasa enseguida y el próximo año.... ya habrá tiempo de lucir bikini.
La lactancia
Muchas madres sudan y sienten mucha sed cuando amamantan, más aún en verano. Es una reacción fisiológica normal. También el bebé puede sudar mucho (por la cabeza) mientras come, por el esfuerzo que realiza. Para estar más cómodos, la madre se puede poner una gasita fina sobre el brazo donde se apoya el bebé. Conviene tener agua a mano durante la toma.
Hoy en día, se puede dar el pecho en cualquier parte, afortunadamente ya no se ‘mira mal’ a la madre que amamanta a su hijo. De todas formas, si la mujer se siente un poco incómoda al principio, porque no tiene práctica, porque le cuesta encontrar la postura, puede cubrirse con su propia camiseta (más práctico que las blusas que se abotonan) o colocarse disimuladamente un pareo por encima.
Es importante buscar entornos con mujeres que se encuentren en la misma situación, que sean madres lactantes y tengan las mismas inquietudes. Los grupos posparto son un lugar ideal para compartir experiencias, aunque quizás en verano, con eso de las vacaciones, no sea fácil acudir a alguno de ellos. No obstante, siempre se puede consultar con un grupo de lactancia.
Asesores: Victoria Llacer, matrona Centro de Salud Prosperidad, de Madrid; Mª Luz Pérez Brihuega, monitora de la Asociación Lactavida y Lucila Andrés, psicóloga del Grupo Luria.