El bebé está aquí y esto no es lo que esperaba...
Tenemos a nuestro bebé en brazos y no nos podemos creer que ya se encuentre entre nosotros. Salimos del hospital, llegamos a casa y, de repente, las cosas no son tan idílicas como esperábamos. ¿Qué puedo hacer?
Estamos cansados, hay que cambiarle el pañal cada poco tiempo, la casa está manga por hombro... ¡la estampa nos desborda!
Tanto se idealiza el parto y el primer encuentro con el bebé durante el embarazo, que cuando llega el momento muchas mamás se sienten desilusionadas porque no sienten nada de lo que esperaban. Ese amor infinito hacia el pequeño tan deseado no llega de forma instantánea como creían y se angustian pensando: «¿seré acaso un monstruo?». En absoluto. Aunque muchas mujeres estén felicísimas al ver por primera vez a su hijo, ese sentimiento aún no es amor, sino más bien un instinto de protección al cachorro común en todas las madres humanas o no. El amor real aparecerá con el contacto día a día y las experiencias que se viven al cuidarle y recibir a cambio su agradecimiento con sus sonrisas y miradas.
Además, las hormonas continúan con su pequeña revolución y todavía influyen mucho en el estado de ánimo, propiciando incluso sentimientos depresivos. Aún no ha dado tiempo a que la madre se recupere del parto y el cansancio es lógico (más si ha sido cesárea). Por eso, a veces, no se encuentran las fuerzas necesarias para poder tirar para adelante con energía y buen humor.
¡Todo me asusta!
La situación no es la misma para las madres primerizas que para las que ya han tenido hijos. Muchas mujeres sienten miedo porque están convencidas de que nunca van a saber cuidar de alguien que las necesita tanto, pero enseguida descubren que no solo pueden, sino que en pocos días parece que lo hubieran hecho toda la vida. Y lo más importante: que disfrutan con ello.
El llanto es precisamente lo que más suele obsesionar a los nuevos papás. Los sollozos, a veces desesperados, asustan porque pensamos que a nuestro hijo le pasa algo malo que no podemos controlar, y la angustia crece cuando no somos capaces de calmarlo. No es extraño que haya padres que lleguen a añorar su vida anterior, cuando eran solo dos y todo estaba bajo control. Lo importante es no perder los nervios, aceptar la situación y armarse de paciencia. La experiencia solo se adquiere poniéndose manos a la obra.
¡Todo me agobia!
Nadie dijo que criar a un bebé fuera fácil y si alguien lo hizo, mintió. Un recién nacido necesita toda la atención de su madre y es a ella a quien busca, no en vano ha estado durante nueve meses dentro de su cuerpo y, aunque parezca mentira, reconoce su voz y su olor, es un ser indefenso que necesita de su madre para vivir. Pero eso no quita para que nos echen una mano cuando no podamos más, y si es papá mucho mejor. En estos primeros días madre e hijo necesitan ser cuidados y mimados al máximo.
Luego está la casa. A muchas personas les agobia tenerla patas arriba y no poder arreglarla. Tampoco en esto pasa nada por pedir ayuda. Antiguamente las mujeres se quedaban una semana en la cama después de dar a luz y era de lo más normal recibir la ayuda de familiares y vecinos. Una mujer sensata conoce sus limitaciones y sus prioridades en estas circunstancias y demuestra un gran sentido común pidiendo ayuda cuando la necesita. Obviamente, la pareja es la primera que debe involucrarse cambiando pañales, haciendo la comida u ordenando la casa, para que mamá descanse. Si no puede estar en casa mucho tiempo, entonces sí que es imprescindible contar con ayuda de familiares, amigos o incluso, si se puede costear, de alguien que se ocupe de las labores del hogar.
Y, además, ¡tengo que dar el pecho!
A estas alturas nadie duda de que la leche materna es el mejor alimento para el bebé. Pero la lactancia puede ocasionar problemas que conviene conocer antes de tener el niño para no llevarse desilusiones, como la hinchazón de los pechos, las dolorosas grietas en los pezones, o que el pequeño no coja suficiente peso porque no mama bien. Casi siempre pueden superarse, pero a veces no es así, y la madre termina por abandonar la lactancia, sintiéndose incluso culpable por ello.
La psicóloga Carmen García Olid asegura que idealizar tanto la lactancia no es recomendable porque puede ocasionar problemas de autoestima en las mujeres que no pudieron o no quisieron dar de mamar a sus bebés. La lactancia materna es una opción que debe tomarse considerando tanto la salud del bebé y de la madre, como la decisión de ésta sin que nadie de fuera la condicione. Si se decide dar el pecho" target="_self, es importante contar con un experto que asesore a la mamá (el pediatra, la matrona o los grupos de lactancia) para evitar los problemas o saber solucionarlos si surgen.
Asesor: Dra. Carmen García Olid, psicóloga clínica, experta en preparación a la maternidad, posparto y pareja.