Ser Padres

Papás implicados, bebés (y mamás) felices

El padre ya no es solo un espectador o acompañante de la embarazada. Cada día más hombres piden información y ayuda para afrontar sus temores e implicarse en la vida de sus hijos desde que saben que viene en camino. El concepto de paternidad está cambiando. Te lo contamos.

Desde hace algunos años, las matronas" target="_self de atención primaria se esfuerzan para incorporar a los padres en los programas de educación maternal. En la comunidad de Madrid, por ejemplo, se realizan sesiones exclusivas para los papás, donde pueden hablar y compartir sus emociones sobre la gestación, el parto y el puerperio. En estas sesiones, las matronas les explican el funcionamiento del hospital y su papel en el parto, y se trabajan, mediante coloquios, las emociones sobre la paternidad, los nuevos roles, la vuelta a casa, la organización familiar con el recién nacido y la crianza.

Los intensos días en el hospital

La presencia del padre en el parto hace que viva con especial intensidad tanto el nacimiento, como los días de estancia en la maternidad. El papá puede y debe asumir un papel activo en el cuidado de su pareja y de su hijo. Puede ayudar a la mujer a levantarse, moverse o colocarse el bebé al pecho. Puede conseguir que descanse, ocupándose, por ejemplo, del siempre inoportuno teléfono móvil, de las visitas y, por supuesto, del chiquitín. Es normal vivir con nerviosismo el cambio del primer pañal o el primer baño. Algunos padres temen incluso coger a su pequeño, al que ven demasiado frágil, pero conviene no reprimirse y pedir ayuda a la matrona o a las enfermeras para superar las dificultades y los miedos.

Los primeros días suelen ser también bastante ajetreados por los trámites administrativos que hay que realizar. Normalmente, es el padre el que acude al Registro Civil, la Seguridad Social y el Ayuntamiento para dar fe del nacimiento de su hijo. Para no no marearse demasiado de ventanilla en ventanilla, conviene preparar en el embarazo la documentación que se va necesitar (la mayoría de los formularios se pueden descargar en internet) y llevar todo preparado.

En casa, ayuda y refuerzo positivo

La madre, especialmente cuando es primeriza, necesita el cuidado y la compañía de una persona que sea respetuosa con sus necesidades, que le pregunte qué necesita y que la refuerce positivamente. Y ese apoyo, lo puede encontrar en su pareja que la conoce bien y, además, comparte con ella el nerviosismo por la reciente paternidad. Durante las primeras semanas, lo ideal es que la madre pueda olvidarse por completo de las tareas domésticas, para poder dedicarse al cuidado del chiquitín y de sí misma. El padre debe entender que ahora ella, aunque esté todo el día en casa, no va poder hacerse cargo de todo. Con la llegada del bebé, todo cambia; comienza un proceso de reorganización familiar. Las rutinas, las tareas, los espacios… todo deben adaptarse para incluir al recién nacido.

El cuerpo de la mujer es estos días una especie de volcán en ebullición: las pérdidas posparto, los puntos, la subida de la leche y la dedicación exclusiva a su pequeñín. Es el padre quien debe tener un papel protagonista en este periodo crítico: debe ser él quien lleve adelante la organización de la casa, desde los quehaceres domésticos hasta el manejo de las visitas. El padre puede incluso ayudar mientras su pareja le da el pecho: cogiéndole para que expulse el aire que ha tragado, cambiándole el pañal una vez que termine o meciéndolo para que se duerma después de la toma.

Los cambios emocionales del padre

Como las mamás, los papás, especialmente los primerizos, pueden sufrir alteraciones emocionales después del parto. Algunos se sienten aislados por la atención que su mujer brinda al bebé, otros no se ven capaces de cuidar de una personita tan pequeña e incluso hay quien piensa que no podrá asumir la responsabilidad de su nuevo rol de padre.

A diferencia de las mujeres, en las que las hormonas juegan un papel decisivo, la depresión posparto en los hombres depende mucho de su situación social, emocional y económica. Si el papá tiene una situación emocional estable, asumirá su compromiso con mayor tranquilidad. En cambio, si se encuentra desorientado, el hecho de convertirse en padre puede angustiarle más de la cuenta y producirle irritabilidad, insomnio y hasta tristeza. La recomendación es la misma que en las mujeres. Es importante reconocer y detectar a tiempo este estado de melancolía o leve depresión y consultar con un especialista. Todos los padres deberían establecer una relación de confianza con la matrona y el pediatra, a los que pueden trasladar sus dudas, inquietudes y necesidades. También es bueno que hablen con otros padres y comparta sus experiencias.

Asesora: Matilde Fernández y Fernández-Arroyo, matrona, psicóloga, profesora de la Unidad Docente de Matronas de la Comunidad de Madrid.

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