Vacuna contra el coronavirus: ¿apuntarías a tu hijo a un ensayo?
Los ensayos en niños de las vacunas contra la COVID-19 están aumentando como la espuma pero, a la hora de la verdad, ¿dejarías que tu hijo participase en uno de ellos? Estos son los pros y contras.
Desde el inicio de la pandemia, todos los países ansían lo mismo: la conocida como ‘’inmunidad de rebaño’ o ‘inmunidad de grupo’. Un término descrito por la Organización Mundial de la Salud como “la protección indirecta contra una enfermedad infecciosa que ocurre cuando una población es inmune, ya sea por vacunación o la inmunidad desarrollada a través de una infección previa”. En el caso de la COVID-19, la OMS certifica que habría que conseguirla mediante la vacunación y no exponiendo a las personas al patógeno que causa la enfermedad.
Aunque se desconoce cuál es el umbral aproximado de población vacunada que se requiere para alcanzar dicha inmunidad por la COVID 19, lo cierto es que viendo los umbrales de otras enfermedades como el sarampión (un 95%) o la poliomielitis (requiere del 80% de población vacunada), podemos hacernos una idea de a qué nos exponemos.
No hace falta pensar mucho para deducir que si tenemos que tener a un porcentaje tan alto de población vacunada, necesitamos que los niños también reciban su correspondiente dosis de la vacuna, ya que solo en España 6 millones de personas son niños menores de 14 años de edad (alrededor de un 13% de la población total).
Pero, para conseguir esto, primero alguna de las vacunas debe aprobarse en la población infantil. Algo que, hasta ahora, no ha sucedido (aunque hemos de decir que Pfizer ha garantizado el 100% de eficacia en niños de entre 12 y 15 años y que pide que se apruebe su suero en niños como uso de emergencia).
De momento, los ensayos han comenzado con este grupo de población y, de hecho, se están disparando: al menos cinco vacunas están siendo probadas en niños. Pero, ¿por qué ellos han tenido que esperar a que se estén utilizando en adultos para saber cómo funcionan en su organismo? Por varios conceptos que la ciencia y los expertos nos señalan:
- La mortalidad en niños es muy baja y tienen un sistema inmunológico fuerte
- No tienen un papel relevante en los contagios
El más importante: por protocolo. Tal y como marcan, la población infantil es siempre la última en la que se prueban las eficacias de cualquier vacuna que salga al mercado. “Desgraciadamente, con frecuencia se adaptan los medicamentos de los adultos a los niños, ya que durante mucho tiempo apenas hubo un desarrollo de ensayos clínicos en niños y esto supone desconocer las ineficiencias o generar efectos adversos propios de la pediatría”, nos explica el doctor Manuel Baca, pediatra y miembro de Top Doctors.
Se disparan los ensayos de la vacuna en niños
Sin embargo, con la vacuna de la COVID-19, la ciencia se está dando mucha prisa en incluir a la población pediátrica con el fin de alcanzar cuanto antes, como decimos, esa inmunidad de grupo. Pero, ¿esos ensayos podrían poner en peligro la vida de un niño?
Lo cierto es que con ellos van algo más lento, ya que hay que adaptar las dosis en función de su peso. Además, existe el conocido como ‘Reglamento Pediátrico’ desde 2007 cuyo objetivo es, entre otros, garantizar a largo plazo que la mayoría de medicamentos que se administran a los niños han sido específicamente autorizados para ese uso. “Cada compañía tiene que valorar de manera obligatoria su potencial uso en menores, pudiendo no ser aceptada su comercialización en adultos si esto no se cumple”, nos cuenta el doctor Baca.
Por suerte, la experiencia con anteriores vacunas han demostrado a la comunidad científica que los efectos secundarios en niños suelen ser los mismos que presentan los adultos, por lo que participar en estos ensayos no debería suponer mayor problema para su integridad.
¿Apuntarías a tu hijo a un ensayo de la vacuna de la COVID-19?
“Uno de los principales problemas para aprobar medicamentos y vacunas en la población infantil es la dificultad para conseguir niños que incluir en estos estudios”, afirma Bacas.
Como cualquier otro ensayo, sigue un protocolo cuidadosamente diseñado para minimizar los riesgos del estudio y aumentar las posibilidades de obtener resultados útiles. “Al igual que con cualquier tratamiento nuevo o existente, es posible que haya ciertos beneficios y ciertos riesgos”, afirman desde la American Academy of Pediatrics.
¿Los beneficios? Tu hijo podrá ayudar a proporcionar información que beneficiará a otros niños o puede tener acceso a nuevos medicamentos antes que el resto. ¿Los riesgos? Tal y como apunta la misma fuente, es posible que el tratamiento tenga efectos secundarios que puedan poner en peligro su vida, que sea ineficaz o que requiera una gran cantidad de tiempo para él.
¿Qué hay que saber si quieres que tu hijo participe en un ensayo?
“Lo primordial es el Consentimiento Informado”, recalca Baca. “Asegura que los padres estén bien informados y puedan hacer preguntas sobre el ensayo clínico, además asegura que pueden abandonar un ensayo en cualquier momento”, explican en la web de Healthy Children.