Cómo reaccionar ante las caídas de los niños
La reacción rápida sin perder la calma es fundamental, como también lo es actuar en función del tipo de golpe y el lugar del cuerpo en el que sea.
Las caídas son muy habituales en los niños. No hablamos de accidentes espectaculares, con posibilidad alta de tener consecuencias graves, como pueden ser las caídas desde una gran altura, sino de golpes a priori “tontos” como los causados por un tropezón con un objeto, un traspiés con el pavimento o una caída de algún elemento que esté en altura pero moderada, como puede ser al bajarse de una silla.
En estos casos, lo prioritario es actuar con responsabilidad y no infravalorar los daños. Hay que mantener la calma para que el niño esté tranquilo, ponernos a su altura y socorrerlo. Habla con el pequeño, muéstrate comprensivo y trata de calmarlo en caso de que llore o esté nervioso.
A partir de ahí, o al mismo tiempo incluso, toca chequear los daños físicos. Para ello, lo primero es localizar el golpe. Bien porque haya alguna señal externa o bien por dónde se toque o lo que os diga, es importante saber si se ha golpeado en la cabeza o si ha sido en otra zona del cuerpo donde ha sufrido el traumatismo o politraumatismos en caso de que sean varios.
Si el golpe es un TCE (traumatismo craneoencefálico), “la mayoría de las veces solo se producen lesiones superficiales, como hematomas, heridas y dolor en la zona del golpe”, explican desde Cinfa Salud. “Pero en ocasiones, el traumatismo puede ser fuerte y más grave y ocasionar daños en el cerebro del niño”, añaden. Es la zona más delicada para sufrir un golpe y por ello hay que prestar atención especial cuando ocurre con los niños y bebés. Sobre todo, inciden desde Cinfa, “debemos tener especial cuidado con aquellos golpes producidos por caídas desde sitios elevados como el cambiador o la cuna”.
Esto no quiere decir que no pueda tener consecuencias graves una caída en otras partes del cuerpo. Contusiones, lesiones articulares (esguinces, luxaciones) y fracturas son también habituales en las caídas, de ahí que sea necesario chequear todo el cuerpo del crío con calma.
Cómo actuar
Una vez localizado el golpe y repasadas las consecuencias al mismo tiempo que consoláis y apoyáis al niño, es importante tomar la decisión de si necesita atención médica o basta con primeros auxilios básicos que podéis hacer vosotros mismos.
Si es un TCE pero no parece grave, debéis observarlo. “La vigilancia del niño las 24 horas posteriores a haber sufrido un TCE es imprescindible y deberemos estar atentos a cualquier signo de alarma que nos pueda indicar que la lesión o el golpe recibido está comprometiendo el cerebro del niño”, aseguran desde Cinfa Salud. La excepción es que el niño tenga menos de tres meses, en cuyo caso hay que acudir siempre al médico por precaución si se ha golpeado la cabeza.
En todo caso, tanto si el golpe es en la cabeza como en otras partes del cuerpo y no hay herida abierta, es recomendable aplicar hielo sobre la zona para reducir el hematoma inicial. Si, por el contrario, hay herida abierta, lo esencial es taponarla en caso de que sangre mucho y lavarla con agua y jabón si es una contusión típica en zonas como las rodillas o los codos.
En caso de que la herida abierta sangre de forma abundante y se aprecie que es grave, puede que sea necesario acudir a urgencias para que un especialista médico aplique puntos de aproximación o de sutura.
Pero si no es así, podéis mantener una observación intensa y permanente durante 24 horas para ver su evolución y solo acudir al médico si el dolor es fuerte y persiste o el niño muestra síntomas preocupantes como vómitos, mareos y dolor muy intenso, especialmente si el golpe es en una zona delicada como el abdomen, por ejemplo.
Pero ante todo lo fundamental cuando se produce una caída de un niño es reaccionar rápido, mantener la calma, atenderle, chequear lo ocurrido y actuar en consecuencia. Por ese orden.