Podemos sufrir un cuadro vagal en cualquier momento de la vida, y ante determinadas circunstancias. Se estima que hasta un 20% de la población general lo ha padecido alguna vez, aunque se cree que posiblemente la mitad de la población ha tenido al menos un episodio durante su vida. Sin embargo, es durante el embarazo cuando existe un riesgo más elevado, debido fundamentalmente a los distintos cambios y trastornos que ocurren a lo largo de la gestación, los cuales se sitúan -dicho sea de paso- dentro de la normalidad.
Médicamente es una afección conocida como síncope vasovagal, síncope neurocardiogénico o simplemente como síncope vagal.
Aunque es considerado como una patología que no requiere tratamiento, y por tanto poco grave, al aparecer bruscamente y casi sin previo aviso (a pesar de que existen una serie de síntomas que pueden ayudar a alertar acerca de su cercanía conocidos como pródomos), durante el embarazo sí puede llegar a ser un trastorno serio, especialmente si éste provoca la pérdida de conocimiento y la posterior caída de la embarazada, haciendo que se lastime.
Se debe diferenciar en función de la forma de presentación, siendo el más común entre las embarazadas el denominado como síncope vasovagal típico, el cual se da en personas jóvenes, sobre todo mujeres, pudiendo haber o no factores que lo desencadenen. La recuperación es prácticamente espontánea, apenas unos minutos después de haberlo padecido.
No ocurre lo mismo con el síncope vasovagal atípico, que ocurre en personas de edad avanzada, y al no presentar síntomas el riesgo de lesión es mucho más elevado (de ahí que sea considerado más grave).
¿Qué es un síncope vagal y por qué es común en el embarazo?
El cuadro vagal consiste en la aparición de pródomos y la posterior pérdida de conocimiento, como consecuencia de la estimulación excesiva del nervio vago, ocasionando la dilatación de los vasos sanguíneos, la reducción de la frecuencia cardíaca y la caída de la presión arterial. Al hacer que llegue una menor cantidad de sangre al cerebro, se produce el desmayo.
El nervio vago, también conocido como neumogástrico o vagal, es un nervio que nace a nivel cerebral e inerva la faringe, laringe, tráquea, esófago, bronquios, corazón, hígado y estómago.
No se ha encontrado una causa determinada, se cree que es más común en personas que poseen una carga venosa periférica elevada o excesiva, produciendo una caída súbita del retorno venoso periférico.
Entre los factores desencadenantes que pueden ocasionar la aparición del síncope vasovagal, destacan especialmente los siguientes:
No obstante, durante el embarazo el síndrome vagal es muy común, lo que significa que las embarazadas suelen ser más propensas, como consecuencia de los diferentes cambios hormonales que ocurren en la gestación, así como por la presencia de estasis venosa en las extremidades inferiores (esto es, por la dificultad en el retorno sanguíneo de las piernas).
También influye el crecimiento y desarrollo del bebé, ya que en determinados momentos -siempre puntuales- puede causar una compresión excesiva del nervio vago, produciendo el descenso de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca en la gestante.
¿Qué síntomas ocurren antes del cuadro vagal o síncope vasovagal?

Cuando una embarazada -o cualquier otra persona- padece un cuadro vagal típico es común que venga precedido de una serie de síntomas iniciales o pródomos, que cuentan con una “interesante” ventaja: pueden ayudar a su prevención, especialmente si en un momento anterior se ha sufrido un cuadro similar. Es decir, los pródomos que anteceden al síncope vagal pueden actuar como señal de alarma y advertir o alertar acerca de la posible cercanía del desmayo (o pérdida de la conciencia).
Estos síntomas suelen ser los siguientes:
Sin embargo, cuando el cuadro vagal se presenta se produce la pérdida de la conciencia. No obstante, por lo general, el desmayo tiende a ser de corta duración, y además de recuperación espontánea (suele comenzar en menos de un minuto). Es decir, no se requiere tratamiento para despertar a la persona desmayada.
En cualquier caso, no se aconseja ponerse de pie muy rápido ni demasiado pronto después de 15 a 30 minutos tras el síncope, ya que se corre el riesgo de sufrir un nuevo desmayo.
¿Qué puede hacer la embarazada para prevenirlo?
Tanto si es la primera vez que lo has sufrido, como si ya lo has padecido, debes prestar atención a los distintos síntomas que habitualmente suelen surgir antes de que se produzca el síncope, para trata de hacer lo posible y no llegar al desmayo o pérdida de conocimiento. Lo puedes evitar siguiendo algunas de las pautas básicas que te proponemos a continuación:
¿Se puede evitar el síncope vagal en el embarazo?
Además de prevenir la pérdida de conocimiento cuando comienzan a surgir los primeros síntomas asociados al cuadro vagal, es posible evitar su aparición, especialmente si sueles padecerlos o tienes una mayor predisposición a sufrirlos. Basta con seguir algunos de los consejos que te indicamos en estas líneas.