Las herramientas digitales pueden cambiar la vida de los niños con autismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que, en todo el mundo, uno de cada 160 niños tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA). La tecnología puede ser una gran ayuda para ellos (y para sus padres): para mejorar la forma de comunicarse, para desarrollar habilidades sociales o identificar emociones. Es importante conocer qué tipo de tecnología podemos ofrecerles y utilizar para mejorar su calidad de vida y la de su entorno, pero antes, aclaremos algunos puntos en torno a esta realidad.
A la hora de empezar a interactuar con un niño con TEA lo primero que hay que hacer es aprender a identificar este trastorno y tener un diagnóstico correcto por parte de los profesionales, no debemos sacar conclusiones sin la aportación de un médico y un psicólogo infantil. No obstante, los expertos apuntan algunos signos que pueden indicar a los padres que deben estar vigilantes y buscar esa valoración del experto:
- No reacciona a las expresiones faciales
- No expresa con frecuencia la expresión facial adecuada
- No muestra empatía hacia los demás
- No hace amigos con facilidad o no muestra interés por hacerlos
- No dice ni una sola palabra a los 16 meses
- No parece que quiera comunicarse con los demás
- Tiene una excelente memoria (especialmente para los números, las letras y las canciones) o también para un tema de interés muy concreto.
- Prefiere las rutinas y no reacciona bien cuando se sale de su rutina
- No parece sentir dolor
El colegio, un escenario clave
Una vez que tenemos el diagnóstico, hay que tener muy presente que es un trastorno que puede afectar a muchos aspectos de su vida escolar, desde el desarrollo social, las amistades o el trabajo en grupo hasta los aspectos académicos, como el hecho de que tal vez solo quieran centrarse en un tema concreto de interés, o la falta de habilidades de comunicación y lenguaje. Además, los niños autistas tienden a preferir los entornos tranquilos y predecibles, mientras que las escuelas suelen ser ruidosas y cambiantes.
A menudo, no ser entendido por sus compañeros puede ser muy frustrante para ellos, al igual que si ocurre con algunos profesores, ya que, aunque se les da una formación básica sobre el autismo, quizá no sean expertos en tratar con niños que aprenden de forma diferente. Y es aquí cuando interviene la opción de la tecnología como una forma de ayudarles en ese aprendizaje.
Integración con tecnología
La tecnología puede ayudar a los niños autistas a aprender de muchas maneras. En primer lugar, suele ser predecible y fiable, lo que le permite centrarse más en el aprendizaje que en las distracciones sensoriales que se producen a su alrededor en la escuela.
Con los juegos digitales además pueden practicar habilidades sociales como las expresiones faciales, mostrar sus sentimientos, practicar la motricidad fina e incluso conversaciones con el reconocimiento de voz, por ejemplo. Y todo en un espacio seguro dentro de la vida real, en situaciones que si no se gestionan adecuadamente pueden llegar al aislamiento o acoso del niño con TEA.
La tecnología es una ventana abierta a que aprendan solos a través de un dispositivo. Para los niños un poco más mayores, los grupos sociales online pueden ser una forma excelente de poner en contacto a su hijo con otras personas en una situación similar, algo que les aportará gran confianza y que forma parte del día a día. Otra opción serían las aplicaciones que se centran en la comprensión y expresión de las emociones, la práctica de las habilidades sociales y de la flexibilidad, así como aquellas especializadas en la adquisición o práctica del lenguaje.
Implicación de los padres
Los niños autistas, igual que el resto, deben tener limitaciones con respecto al tiempo de uso de las pantallas y que este sea estructurado y sin muchos cambios. Por ejemplo, permitir a los niños autistas una hora de uso de pantalla todos los días en la misma franja puede ser beneficioso, con independencia del tipo de dispositivo o herramienta digital que utilice. Y para ello es fundamental la implicación de sus padres o de un adulto.
Los propios padres y cuidadores de niños autistas también pueden apoyarse en la tecnología, bien a través de la búsqueda de consejos o el visionado de vídeos especializados de expertos en este campo. Además, pueden unirse a foros o grupos de apoyo online para no sentir que están luchando solos. Y también pueden interactuar con el niño a través de la tecnología. Mientras el niño juega, por ejemplo, el padre puede fomentar la capacidad de comunicación pidiéndole que le explique a qué está jugando, qué ha aprendido, etc.
En definitiva, se trata de hacer que tanto los niños con este tipo de trastornos como sus padres puedan tener una vida un poco más sencilla y sentirse más integrados en la sociedad, en una situación lo más parecida posible a la igualdad respecto al resto de las personas.
Artículo escrito por Rhona Anne Dick, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids