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Niños con pies cavos: ¿se puede corregir este problema?

Un diagnóstico precoz del pie cavo en tus hijos puede devolverle la curvatura idónea a sus pies gracias a un tratamiento personalizado. De este modo, se podrían evitar los problemas musculares venideros.

Nuestros pies se ven expuestos a diferentes problemas o alternaciones desde edades muy tempranas que, con el tiempo, de no tratarse adecuadamente, pueden ir adquiriendo mayor importancia. Entre las patologías que más se padecen dentro de la población, no solo adulta, sino también entre los más jóvenes, destaca el pie cavo, que se da cuando el arco plantar se encuentra mucho más elevado de lo común, provocando una modificación muscular del pie.

Los niños que presentan pies cavos, como consecuencia, van a padecer una serie de dificultades, aunque éstas no tienen por qué afectar a las actividades de su día a día. Desde Copoma consideramos muy importante que desde los hogares se conozcan las consecuencias en las que desemboca el pie cavo para nuestros pequeños:

  • En primer lugar, su empeine es bastante turgente, lo que va a suponer que los dos únicos puntos de apoyo del pie sean sobre los dedos y sobre el talón, provocando ciertas dificultades a la hora de mantener el equilibrio y, además, suelen ser más propensos ante cualquier lesión.
  • El exceso de curvatura también va a provocar un exceso de rigidez en la región plantar debido a la carga que supone que todo el peso del niño se apoye únicamente sobre dos puntos. En concreto, los dedos de sus pies son los que más van a sufrir. De hecho, dado el desarreglo de fuerzas, se podrá llegar incluso a causar dedos en garra.
  • Otro de los efectos que derivan del pie cavo es el agarrotamiento muscular provocado conjuntamente con el acortamiento del pie debido a la gran altura de arco.

Causas del pie cavo

Las causas que señalan que nuestros hijos padecen pies cavos son bastante evidentes, ya que se manifiestan a simple vista o en muchas otras ocasiones provocan dolencias. Aun así es recomendable ponerse en manos de expertos ya que las causas pueden ser dadas por factores tanto hereditarios como neurológicos.

A pesar de ello, no se trata de una anomalía por la que debamos preocuparnos en exceso, pero sí que debemos presentarle especial atención y contar con la vigilancia y cuidado de un profesional de la podología, es decir, que sea un especialista quien realice un seguimiento de la evolución de la irregularidad. Pues de este modo estaremos favoreciendo que nuestros hijos puedan llevar una vida de lo más normal gracias al tratamiento previamente impuesto.

Es cierto que en muchos de los casos se puede corregir ya que la curvatura no es muy exagerada, y al haberse detectado en edades tempranas gracias al uso de plantillas podológicas que permitan que el pie extienda su zona de contacto con la superficie se reducirá la curvatura tan prominente y se evitarán futuros problemas.

Por lo tanto, es importante concienciar de la importancia que implica recibir atención podológica para el desarrollo de un diagnóstico precoz ante esta anomalía pues así se va a poder implantar un tratamiento acorde a cada caso, todo ello con la meta de moderar el incremento y el progreso del pie cavo.

Para aliviar las posibles dolencias de nuestros pequeños es recomendable que practiquen estiramientos en esta zona del cuerpo para aliviar la tensión acumulada y activen las zonas más agarrotadas. En estos casos es fundamental el uso de unas plantillas podológicas que regulen la estabilidad y potencien las zonas de apoyo adecuadas con el fin de reducir en la medida de lo posible la altura del arco plantar.

Artículo elaborado por Juan Carlos Montero Arroyo, Vocal de Publicidad, Comunicación y Redes de COPOMA.

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