“Pórtate bien”, “Si te portas bien luego te daré un premio”. Seguro que lo has oído cientos de veces, o incluso puede que tú lo hayas utilizado en algunas ocasiones, pero realmente… ¿A qué nos referimos con esas frases? Descubre por qué no es efectivo que le digas eso a un niño y qué alternativas puedes usar.
Frases que no sirven para educar a los niños

Pensémoslo con detención, ¿qué quiere decir exactamente “pórtate bien”? Probablemente, lo que tú entiendas por portarse bien no coincida con lo que pueda pensar otro padre, de hecho, no entenderá lo mismo tu hijo, ni tampoco otro niño.
Aunque sea algo que es muy común escuchar cuando vemos a una mamá o un papá hablar con su hijo, deberíamos pensar en sí realmente sirve para educar a los niños.
La realidad es que, aunque esté bastante normalizado, no sirve para educar. Se trata de una frase bastante ambigua: un día quizá significa que el niño no debe hacer ruido en la sala de espera del médico; otro, que no debe correr por el centro comercial; al siguiente, que debe comerse la comida; al otro, que debe acostarse pronto…
Cuando decimos “pórtate bien”, para nosotros significa que el peque debe hacer lo que queremos en un determinado momento. Pero entonces, si un niño va al parque y se ensucia la ropa, si un día no tiene hambre y no se termina la comida, o si llora porque no está su madre cerca, ¿está “portándose mal”?
Lo cierto es que no, simplemente está siendo lo que es: un niño. Y muchas veces, aunque pensemos que los menores nos quieran sacar de quicio con sus comportamientos porque tienen rabietas o se pelean, o porque no se comportan adecuadamente, es porque seguramente no tengan las herramientas necesarias para expresar sus emociones.
De hecho, nadie nace sabiendo unas reglas sociales, es tarea de los padres establecer unos límites y enseñar cómo deben comportarse según el contexto.
¿Qué alternativa podemos utilizar al 'pórtate bien'?
Decir “pórtate bien” es una expresión muy poco concreta, y para los niños mucho más. Lo mejor que podemos hacer es explicarles de manera fácil qué es lo que queremos y cómo esperamos que se comporten.
Es decir, ponerles unos límites para que entiendan que es lo que sí y lo que no pueden hacer, así comprenderán por qué es importante que se comporten de una determinada manera. Además, también se les debe ofrecer alternativas de ocio para no centrarse únicamente en prohibirles cosas. Por ejemplo:
- "Ese jarrón tiene mucho valor para tu abuela, es mejor que no lo toques para evitar que pueda romperse. ¡Imagina que a ti se te rompe tu juguete favorito!”. “Luego seguro que puedes jugar en su jardín”.
- “Me tienes que acompañar a hacer la compra, así que tendrás que estar conmigo y así podrás ayudarme. Más tarde podremos ir al parque para que juegues”.
- “¡Que vaya bien en el cole! Estate atento a los profesores y disfruta mucho con tus amigos en el recreo”.
Lo mejor es, entonces, involucrarles en la situación y valorar su comportamiento. Esto no solo hará que se comporten como deben, sino también que aumente su autoestima y su relación contigo.