Juguetes con sustancias peligrosas: una amenaza invisible que la ciencia y la regulación buscan frenar

Los juguetes plásticos pueden contener compuestos dañinos que afectan la salud infantil. Un estudio identifica más de 100 sustancias preocupantes y propone medidas para reducir los riesgos.
Juguetes con sustancias peligrosas
Los plastificantes en juguetes blandos representan el mayor riesgo de exposición química en niños, especialmente por inhalación en espacios cerrados. Ilustración artística: DALL-E / Edgary Rodríguez R.

Cada vez que un niño muerde, chupa o manipula un juguete de plástico, se expone a una posible fuente de compuestos químicos perjudiciales para su salud. Aunque las normativas de seguridad han mejorado en las últimas décadas, múltiples estudios y organismos advierten que aún persisten riesgos significativos asociados al uso de ciertos aditivos en juguetes.

Estas sustancias, como plastificantes, retardantes de llama o fragancias, no solo están presentes en cantidades considerables, sino que además pueden liberarse al aire, adherirse a la piel o ser ingeridas por contacto oral, especialmente entre los más pequeños.

El problema se agrava porque muchos de estos compuestos actúan como disruptores endocrinos, son potencialmente carcinógenos o afectan el sistema inmunitario en desarrollo.

La Unión Europea endurece sus reglas para proteger la salud infantil

Ante esta situación, la Unión Europea aprobó en abril de 2025 una reforma histórica de su directiva sobre seguridad en los juguetes. La nueva normativa prohíbe explícitamente el uso de sustancias que puedan alterar el ADN, causar cáncer o afectar la fertilidad.

También se eliminan de la fabricación los compuestos conocidos como PFAS —los llamados “químicos eternos” por su persistencia ambiental—, así como los alérgenos cutáneos y los biocidas en juguetes destinados a interiores.

La legislación exige que cualquier producto infantil que llegue al mercado europeo, ya sea local o importado, se someta a una evaluación rigurosa de riesgos físicos, químicos y microbiológicos.

Según la Comisión Europea, uno de cada cinco productos retirados por peligrosidad corresponde a un juguete, una cifra que pone en evidencia la urgencia de reforzar los estándares.

Toxicidad en plásticos
El contacto oral frecuente con juguetes puede aumentar la absorción de sustancias tóxicas, lo que refuerza la urgencia de nuevas normativas. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Un estudio identifica 126 químicos de preocupación en juguetes de plástico

La ciencia respalda esta preocupación con datos concretos. Investigadores del Instituto Técnico de Dinamarca y de universidades asociadas analizaron 419 compuestos presentes en juguetes plásticos de uso común y encontraron que 126 de ellos superaban los umbrales de riesgo establecidos por agencias regulatorias.

El estudio, publicado en Environment International, combinó modelos de exposición con información toxicológica y estimó que los mayores peligros provienen de los plastificantes utilizados para hacer los juguetes más flexibles, especialmente en los de plástico blando.

Algunas de estas sustancias pueden acumularse en el cuerpo y aumentar el riesgo de cáncer o afectar el desarrollo neurológico. Los autores proponen un nuevo índice llamado "contenido químico máximo aceptable", que podría servir como guía para fabricantes y reguladores al diseñar productos más seguros.

Un diagnóstico preocupante: juguetes que liberan químicos peligrosos en casa

Uno de los hallazgos más alarmantes del estudio es que la inhalación fue la vía principal de exposición a estos químicos, seguida del contacto mano-boca.

Esto se debe a que los niños, al estar rodeados de juguetes —en muchos hogares se acumulan hasta 18 kilos por niño—, respiran constantemente el aire interior contaminado por compuestos volátiles que se desprenden de los materiales plásticos.

A diferencia de lo que se piensa comúnmente, no es necesario que el niño lleve un juguete a la boca para estar expuesto. Basta con que el objeto esté en la habitación, liberando lentamente sus componentes al entorno.

Esta exposición constante y de bajo nivel se vuelve preocupante cuando se trata de sustancias persistentes o bioacumulables, como algunos plastificantes o retardantes de llama.

Alternativas no siempre seguras: el riesgo de sustituciones “arrepentidas”

El informe científico no solo alerta sobre compuestos ya conocidos como tóxicos, sino que también identifica nuevas sustancias preocupantes que aún no están reguladas en muchas jurisdicciones.

Algunas de ellas, como los plastificantes alternativos TXIB y ATBC, fueron introducidas como sustitutos de los ftalatos prohibidos. Sin embargo, los investigadores hallaron que estos nuevos compuestos pueden tener riesgos similares, lo que pone en evidencia el fenómeno de las "sustituciones arrepentidas", donde un químico peligroso es reemplazado por otro igual de dañino.

La falta de estudios de toxicidad a largo plazo para estos ingredientes dificulta su evaluación y, por lo tanto, su regulación. Por eso, los autores del estudio recomiendan que los fabricantes se basen en criterios preventivos de toxicidad y exposición antes de introducir nuevos materiales en juguetes dirigidos a la infancia.

Juguetes con sustancias peligrosas
Alternativas mal evaluadas podrían ser igual de peligrosas: algunos plastificantes usados como sustitutos también presentan riesgos significativos. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Una herramienta para transformar la industria: el contenido químico máximo aceptable

Uno de los aportes más innovadores del estudio es la propuesta de un parámetro cuantitativo que permita tomar decisiones más claras sobre la seguridad química en los juguetes: el "contenido químico máximo aceptable" (ACCA, por sus siglas en inglés).

Este valor representa el umbral a partir del cual una sustancia empieza a representar un riesgo para la salud de los niños, ya sea por efectos cancerígenos o no cancerígenos.

Los investigadores calcularon este límite para cientos de combinaciones entre químicos y tipos de plástico, considerando escenarios realistas de uso doméstico. Esta herramienta permitiría a los reguladores establecer límites concretos y a los fabricantes evaluar si una fórmula es segura antes de producirla.

Según el equipo, la mayoría de los plastificantes analizados exceden estos valores aceptables, lo que subraya la urgencia de desarrollar materiales más seguros.

El desafío de legislar en un mercado globalizado y cambiante

Aunque la Unión Europea ha dado pasos importantes, los investigadores señalan que la falta de un enfoque global coordinado en la regulación de químicos en juguetes dificulta la protección efectiva de los consumidores.

En muchos países, las normativas siguen siendo laxas o inexistentes, y algunos juguetes importados pueden contener sustancias prohibidas localmente. Además, prácticas como el reciclaje de plásticos contaminados o la escasa trazabilidad de los componentes químicos agravan el problema.

En este contexto, los científicos piden una armonización internacional de los estándares de seguridad y una mejora en la transparencia de la industria.

También destacan la necesidad de fomentar un diseño más consciente, desde la elección de materiales hasta el fin de vida del producto.

Recomendaciones para padres y cuidadores: cómo reducir la exposición

Mientras llegan cambios estructurales, hay medidas prácticas recomendadas por los investigadores que las familias pueden adoptar para minimizar los riesgos. Reducir la cantidad de juguetes de plástico en casa, especialmente los blandos o perfumados, es una de ellas.

También se recomienda ventilar regularmente las habitaciones donde los niños juegan, evitar juguetes sin etiqueta de seguridad o procedencia dudosa, y optar por alternativas hechas con materiales naturales o certificados. 

No se trata de generar alarma, sino de tomar conciencia informada sobre una amenaza silenciosa pero prevenible. El estudio también sugiere que un menor número de juguetes favorece un juego más creativo y profundo en la infancia, aportando beneficios que van más allá de la salud física.

Juguetes con sustancias peligrosas
Una habitación ventilada y el uso de menos juguetes de plástico pueden reducir la exposición a compuestos dañinos. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Hacia una infancia más segura y libre de tóxicos

La presencia de sustancias peligrosas en juguetes plásticos no es un problema nuevo, pero los datos actuales muestran que los riesgos siguen siendo reales y subestimados.

Con más de 100 compuestos identificados como potencialmente dañinos y muchos aún fuera del radar regulatorio, es urgente reforzar las políticas públicas, los controles industriales y la conciencia ciudadana.

La propuesta de criterios cuantitativos como el contenido químico máximo aceptable puede marcar un antes y un después en la forma de diseñar y evaluar productos infantiles.

Pero el cambio también comienza en casa, eligiendo menos y mejores juguetes, apostando por la calidad, la seguridad y el bienestar a largo plazo. Porque cada objeto con el que juega un niño también forma parte de su entorno, de su salud y de su futuro.

Referencias

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