Así 'encoge' el cerebro de los padres primerizos tras tener un hijo, según la ciencia

Un estudio ha demostrado que la paternidad ‘encoge’ el cerebro de los padres después de tener su primer hijo. ¿Cómo se nota esto?
Manos y bebé

Que el cerebro de la mujer cambia drásticamente cuando se convierte en madre es algo que la ciencia se ha encargado de confirmar con diferentes estudios científicos a lo largo de los años. Tiene sentido, al fin y al cabo, lleva durante nueve meses en su interior a una vida que se está formando y, cuando nace, los profundos cambios hormonales hacen que su cerebro se centro solo y exclusivamente en el apego y la seguridad de ese bebé.

De hecho, hay algún que otro estudio que va un paso más allá y afirma que esos cambios que se producen en el cerebro de la madre lo cambian para toda la vida: desde el momento en el que una mujer se convierte en madre, su cerebro no volverá a pensar en sí misma como primera opción. La primera opción, a partir de ese momento, siempre será la seguridad de su pequeño retoño.

Los cambios tan importantes que sufre e cerebro femenino han eclipsado con el paso de los años a lo que pasa en el cerebro del hombre cuando se convierte en padre. Hasta ahora, cuando una nueva investigación ha confirmado lo que muchos ya sospechábamos: el cerebro de los padres cambia también tras la llegada de su primer hijo. Eso sí, en este caso se ‘encoge’ aunque, como veremos, esto no tiene porqué ser negativo.

Así cambia el cerebro de los padres primerizos

Un estudio recién publicado en la revista Cerebral Cortex y llevado a cabo por el Instituto de Investigación Sanitaria de Gregorio Marañón (IiSGM) detalla que el cerebro de los padres primerizos se contraen después de nacer su bebé. ¿Por qué se encoge? Para, de acuerdo al estudio, potenciar la conexión con el bebé.

Eso sí, cambia y se adapta a las necesidades del niño de una forma más sutil que las madres; de aquí que siempre hayan pasado desapercibidos estos cambios.

El antes y el después del cerebro de los padres primerizos

Para llegar a esta conclusión, los investigadores estudiaron el cerebro de 40 hombres antes y después de ser padres por primera vez. 20 de ellos residentes en España, y otros 20 residentes en Estados Unidos, pero todos con algo en común: tuvieron un papel relevante durante los nueve meses de gestación de sus parejas. Para estudiarlo los sometieron a varias resonancias magnéticas.

Además de ellos, tuvieron en cuenta el cerebro de 17 hombres residentes en España sin hijos. ¿Para qué? Para saber si los posibles cambios encontrados en el cerebro de los primeros podrían tener relación o no con su reciente paternidad.

Los resultados demostraron que, a medida que iba avanzando el embarazo, el volumen cerebral de algunas zonas iba reduciéndose. La que más cambios sufrió fue la materia gris cortical, asociada a la recompensa y la motivación.

Además, observaron que cuando ven una imagen de su hijo, otras zonas de su cerebro se contraen; algo que los investigadores creen que tiene que ver con la construcción del afecto y el apego entre padre e hijo. “Esto respalda la posibilidad de que la transición a la paternidad pueda representar una ventana significativa de neuroplasticidad estructural inducida por la experiencia de los hombres”, aseguran los autores.

Es algo que también ocurre en las madres aunque, tal y como afirman los autores de la investigación, en ellas se da de manera mucho más pronunciada (entre otros, por el papel que juegan las hormonas). Esta es la razón por la que el cambio ha pasado más desapercibido en los padres.

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