Cuando hablamos del desarrollo cerebral de un bebé, sabemos que todo empieza mucho antes de que diga su primera palabra. Lo que no se sabía, en cambio, es que en su organismo circula, justo al nacer, una de las proteínas más estudiadas en enfermedades neurodegenerativas: la tau fosforilada (p-tau217). Es la misma que se analiza para detectar la progresión del Alzheimer en adultos mayores.
El descubrimiento ha sido revelado por un equipo internacional de investigadores liderado por Fernando Gonzalez-Ortiz (Universidad de Gotemburgo), en un estudio multicéntrico publicado en Brain Communications este mes de junio de 2025. En él se analiza la presencia de esta proteína en más de 460 personas: desde bebés recién nacidos —incluidos prematuros— hasta personas con Alzheimer.
Y lo que han encontrado es tan inesperado como revelador porque los niveles de tau fosforilada en recién nacidos sanos son incluso más altos que en pacientes con alzheimer. Pero esto no es un signo de alarma. Al contrario: podría ser la base biológica que permite el desarrollo acelerado del cerebro en los primeros días de vida.

Bebés y enfermos de alzheimer comparten característica
El estudio, que ha sido realizado por investigadores de hasta cinco países, compara niveles de la proteína p-tau217 en cuatro cohortes:
- Recién nacidos sanos (n = 161): con muestras de sangre del cordón umbilical recogidas en dos hospitales (Barcelona y Sídney).
- Bebés prematuros extremos: seguidos durante sus primeros 4 meses de vida.
- Adultos sanos: divididos por edad (adolescentes, adultos jóvenes, mayores).
- Personas con Alzheimer: diagnosticadas clínicamente con biomarcadores.

Los niveles de p-tau217 se midieron en sangre mediante una técnica ultrasensible. El resultado es concluyente porque los bebés recién nacidos presentan entre 2,5 y 3 veces más p-tau217 que los adultos con Alzheimer.
Esto significa que los bebés sanos recién nacidos tienen altísimos niveles de esta proteína ligada al alzheimer, pero ello no supone inconveniente alguno. Al menos, que se sepa hasta la fecha.
Esta proteína —la tau fosforilada— se asocia en adultos a patologías neurodegenerativas, pero en los recién nacidos parece cumplir una función fisiológica y saludable: permitir el desarrollo del cerebro en un periodo de máxima plasticidad. Es decir, aunque bebés y enfermos de alzheimer compartan esta característica, mientras que en el alzheimer la p-tau217 indica daño, en los bebés es una señal de intensa actividad y crecimiento cerebral.
Y es que, como indican los investigadores, la fosforilación ayuda a regular el transporte neuronal, la formación de nuevas conexiones y la reorganización de las neuronas. De hecho, en los bebés prematuros que participaron en el estudio se observó cómo estos niveles bajaban semana a semana hasta acercarse a los de los adultos jóvenes, coincidiendo con la maduración cerebral.

Una vía de investigación abierta
Aunque el estudio no plantea aplicaciones clínicas inmediatas, sí señala una línea de investigación futura prometedora de cara al tratamiento del alzheimer: ¿podríamos imitar el entorno protector del cerebro del bebé para tratar o prevenir enfermedades como esta?
Además, conocer los factores que influyen en estos niveles (como el tipo de parto o la edad gestacional) puede permitir detectar riesgos de manera precoz. En el caso de los prematuros, observar la evolución de esta proteína podría ayudar a anticipar problemas de desarrollo.

Por otro lado, el estudio no deja de ser una muestra concluyente de la potencia del cerebro neonatal y de los importantes que son en el desarrollo del bebé sus primeros días de vida, donde experimenta cambios críticos también para el desarrollo cerebral.
Referencias
- Fernando Gonzalez-Ortiz, Jakub Vávra, Emma Payne, Bjørn-Eivind Kirsebom, et al. The potential dual role of tau phosphorylation: plasma phosphorylated-tau217 in newborns and Alzheimer’s disease. Brain Communications, 2025. DOI: 10.1093/braincomms/fcaf221