Decir que a un niño no le gusta un alimento concreto porque lo ha rechazado la primera vez que se lo hemos ofrecido es un error. Cuando empezamos a ofrecer a los niños la alimentación complementaria hay que ir probando a introducir en su dieta alimentos diferentes con distintas texturas y debemos ser conscientes de que algunos tendrán una mejor aceptación que otros.
Si apostamos por llevar a cabo el método de alimentación Baby Led Weaning (BLW), el objetivo es que el niño acabe comiendo prácticamente lo mismo que nosotros y que su dieta vaya siendo variada. Sin embargo, son muchos los padres que se desesperan cuando el intento de ofrecer a su peque alimentos variados choca con el rechazo de los mismos.
Generalmente es a partir de los 6 meses cuando se empieza con la alimentación complementaria y la introducción de los sólidos en la dieta, ya que hasta los seis meses la Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva e ir introduciendo progresivamente otros alimentos, manteniendo preferiblemente la lactancia hasta los dos años o más. No obstante, esto no es una cuestión matemática y cada niño tiene su ritmo y su propio interés o desarrollo en cuanto a descubrir alimentos nuevos.
La paciencia y la perseverancia son claves en este proceso, pero cuidado: no hay que confundir perseverancia con obligación o con forzar al niño a comer, ya que esto es algo que NUNCA debemos hacer, puesto que asociará el momento de comer y la comida con una experiencia negativa y desagradable.
¿Cuántas veces tienen que probar un alimento para saber si les gusta?
Cuando hablamos de paciencia lo hacemos porque según diversos estudios un niño puede necesitar probar un alimento más de diez veces para determinar si le gusta o no, pero como decíamos, cada niño es diferente, por lo que los expertos en nutrición determinan que un peque puede necesitar probar entre 15 y 30 veces un mismo alimento para decidir si es de su agrado o no. Esto mismo es lo que nos explicaba Juan Llorca, chef apasionado de la nutrición infantil, en nuestro directo de Instagram sobre alimentación infantil.
La aceptación de un nuevo alimento puede precisar numerosos intentos frustrados. Además, también hay que tener en cuenta que, a veces, lo que no gusta no es el alimento en sí, puede ser la textura o la forma de presentarlo, por eso, se puede volver a ofrecer el mismo alimento de diferentes maneras.
Es muy importante que hagamos que el momento de la comida sea agradable y tranquilo. También es fundamental que demos ejemplo. Es más fácil que un niño coma algo que nos ve a nosotros comer que algo que nosotros no tomamos y también es de vital importancia sentar al niño con nosotros a comer, de este modo, le incentivamos a que coma, sin obligar o forzar nunca. Nosotros somos su referente, por eso debemos dar ejemplo.
Si queremos que nuestro hijo o hija tenga una buena relación con la comida, debemos sentar las bases desde la infancia y el probar nuevos alimentos y el momento de la comida deben ser interpretados y vividos como una experiencia, como algo entretenido e interesante y no como un momento de tensión, estrés o sufrimiento.
Debemos tener en cuenta que a nosotros, como adultos, también hay alimentos que nos cuesta más comer que otros, por lo que la empatía y la paciencia también son importantes en este proceso.