Nueve rasgos que definen la personalidad de un niño
Con un año, cada niño ya manifiesta su propio carácter. No podemos actuar igual con un niño alegre que con uno serio, con uno tranquilo que con otro activo, hay niños dominantes y niños más inseguros o sumisos. ¿Qué podemos hacer para ayudarles en su desarrollo respetando su personalidad?
Por eso, para educar bien a nuestro hijo debemos conocer su forma de ser.
El modo de ser de un niño está condicionado por el ambiente que le rodea, las experiencias que tiene y la forma en que se le trata. Sin embargo, hay una parte de la personalidad que traemos con nosotros al nacer, que permanece a lo largo de la vida y que se manifiesta con independencia del trato y educación. Hay niños dominantes, niños más inseguros, más sumisos...¿pero de qué depende todo esto?
Es lo que se llama temperamento. De esto podemos sacar dos consecuencias:
Nueve rasgos que definen el temperamento de los niños
Si el niño es muy activo, habrá que darle muchas oportunidades para moverse. Necesita espacio, tanto dentro de casa como fuera de ella. Con este tipo de niños hay que procurar reducir, en la medida de lo posible, las salidas largas que les obliguen a estar mucho tiempo quietos. Y si no consigue parar ni un minuto, es mejor sacarle de la situación que intentar que se tranquilice. No es que se porte mal, es que es así. Cuando madure se adaptará mejor, pero por ahora no puede controlarse. Si nosotros somos tranquilos, quizás soportemos peor a un niño muy activo. Pero pensemos que tendrá sus ventajas cuando crezca.
Si, por el contrario, el niño es tranquilo y nosotros somos muy activos, puede extrañarnos o frustrarnos su pachorra, pero es mejor aceptarle como es y disfrutar de las ventajas de su modo de ser. Digamos para terminar que un verdadero exceso tanto de actividad como de pasividad puede indicar problemas.
Se refiere a la regularidad de funciones biológicas como el hambre, el sueño o las deposiciones, entre otras.
Los niños que se adaptan fácilmente a los cambios son una bendición, pero los padres deben recordar que, como todos los de esta edad, también ellos necesitan estabilidad y rutinas.
Para los que soportan mal los cambios, lo mejor es mantener lo más posible las rutinas diarias. Pero como un cierto nivel de cambios y novedades es inevitable y hasta conveniente, el truco está en graduar esos cambios. Las comidas nuevas, por ejemplo, se harán poco a poco y de una en una. Si les damos oportunidades fáciles y frecuentes de probar cosas nuevas, les ayudamos a tolerar mejor los cambios.
La facilidad de algunos niños para aceptar personas y situaciones nuevas allana muchas dificultades, aunque el problema puede ser su excesiva sociabilidad con extraños o la tendencia a alejarse solos. Los que se retraen no han de ser presionados por ello, sino todo lo contrario: conviene prepararlos y darles su tiempo. Es fundamental informarlesde antemano de los cambios y circunstancias nuevas. Tenemos que comprenderles en este rasgo de su carácter y no hacerles sentir que los valoramos menos por eso.
Es la intensidad con la que el niño expresa sus emociones. Se manifiesta, por ejemplo, en la fuerza de su risa y de su llanto.
A esta edad, la atención es inestable, pero mientras algunos niños pasan de una actividad a otra en menos de un minuto, otros pueden dedicarse a un objeto o actividad durante cinco, diez, quince minutos e incluso más.
Los niños muy sensibles reaccionan con fuerza a las variaciones (incluso las más leves) de sabores, texturas, luces, olores y temperaturas, con lo que son más propensos a las manías. Como contrapartida, más tarde serán personas muy detallistas y sensibles. Por ahora no les torturemos imponiéndoles muchos más cambios de los que pueden soportar.
Los que tienen un nivel bajo de este tipo de sensibilidad dan muchos menos problemas, aunque como toda cara tiene su cruz, también se darán menos cuenta de si necesitan un cambio de pañales o de si una ropa áspera les irrita la piel.
En unos predomina la alegría, en otros la seriedad y en otros el enfado. Es muy fácil descubrir de qué tipo es nuestro hijo:
Saber identificar estos rasgos en nuestro hijo nos ayudará a orientarle y apoyarle en su desarrollo respetando y observando los rasgos más marcados de su personalidad.